EL MUNDO

El difícil arte de escalar la cumbre luego del “non”

Francia, cuyo electorado votó masivamente en contra de la Carta Magna Europea, va a la cumbre del G-8 hoy enfrentando a una Gran Bretaña que ha quedado reforzada y en alianza con EE.UU.

 Por Eduardo Febbro

Las relaciones entre el Reino Unido y Francia nunca fueron un idilio. En la época en que la señora Thatcher gobernaba Gran Bretaña, los cuchillazos entre las dos orillas del Canal de la Mancha eran la moneda diplomática más corriente. Sin embargo, nunca como hoy París y Londres habían protagonizado un antagonismo tan violento. Las dos capitales no sólo compiten codo a codo por la atribución de los Juegos Olímpicos de 2012, sino que también están enfrentadas en torno de la política agrícola de la Unión Europea, la ayuda a los países en vías de desarrollo, los cambios climáticos, el presupuesto europeo y el llamado “modelo social europeo” que el primer ministro británico, Tony Blair, quiere transformar. La agenda mundial no arregla las cosas. Los escenarios de la contienda franco-británica son múltiples: el “no” francés al Tratado Constitucional europeo debilitó a Jacques Chirac en momentos en que Inglaterra asume la presidencia rotativa de la Unión Europea y, al mismo tiempo, en vísperas de la cumbre del G-8, el presidente francés se enfrenta al eje anglonorteamericano aunado en una estrategia común.
Críticas, bromas violentas y ataques personales conforman el decorado de la crisis. Todos los temas son objeto de polémica. El ministro francés de Deportes, Jean François Lamour, protestó públicamente por la “gran dosis de agresividad” con la que Gran Bretaña defiende su candidatura a la organización de los Juegos Olímpicos. Días antes, Tessa Jowell, la ministra británica de Cultura, había dotado de un “atributo” político la candidatura de su país diciendo que “luego de las elecciones en Gran Bretaña, la estabilidad política y la fuerza de Tony Blair” podrían jugar a favor del Reino Unido en la atribución de los Juegos. El titular francés acotó el lunes que la agresividad “sería contraproducente para aquellos que sobrepasen la línea”. Seguro de la victoria de París, Chirac decidió ir en persona a Singapur para defender la candidatura de la capital francesa. El mandatario es el único jefe de Estado que presentará el alegato final ante el Comité Olímpico Internacional reunido en Singapur.
Una vez que hoy quede resuelta la “diferencia” olímpica entre los dos países, el tema central se jugará en la cumbre del G-8. En el curso de una reunión celebrada el fin de semana pasado con el presidente ruso Vladimir Putin y el canciller alemán Gerhard Schroeder, Chirac se burló cruelmente de los británicos y del proyecto de Blair tendiente a reformar la polémica PAC, la Política Agrícola Común de la Unión Europea caracterizada por un caudaloso volumen de subvenciones agrícolas y a la cual Chirac defiende a toda costa. Además de decir que no se le podía “tener confianza a gente que tiene una cocina tan mala”, Chirac agregó que, de todas formas, “lo único que hicieron por la agricultura europea es la vaca loca”. La piedra angular de las relaciones franco-británicas es precisamente ésa: la oposición tan radical como global en lo que atañe la política agrícola de la UE como el modelo social europeo. Blair emprendió una cruzada en los medios de comunicación para explicar que Europa debe “modernizar” su modelo social así como “revisar sus gastos”. Según él, Europa “tiene que funcionar correctamente y no puede ser un modelo que acepta 20 millones de desempleados y una tasa de productividad inferior a la de Estados Unidos”. Entrando en el campo reservado de Chirac, el premier británico agregó que un “presupuesto moderno no puede ser uno que dentro de diez años seguirá consagrado en un 40 por ciento a la Política Agrícola Común”. Francia, primer productor agrícola de la Unión y gran beneficiaria del montaje agrícola europeo (21 por ciento el año pasado), se opone tajantemente a que se revise la PAC. La negativa de París es tanto más fuerte cuanto que Francia exige también que los ingleses renuncien al famoso “cheque compensatorio” que Gran Bretaña recibe desde hace 20 años.
La PAC, sin embargo, es sólo un capítulo del ancestral antagonismo. Chirac se encontrará con otro frente común durante la cumbre del G-8. Blair y Bush se han aliado para defender una liberalización del comercio más amplia como base para reducir la pobreza en los países africanos. Este plan es considerado descabellado por París. Francia se inclina más por mantener o incrementar las ayudas directas al desarrollo. Muy hábilmente, Blair y Bush lograron poner todo en la misma canasta, ligando así la liberalización del comercio mundial, el modelo social europeo y la política agrícola común a la lucha contra la pobreza. En este sentido, Bush llega a la cumbre del G-8 con un mensaje similar al de Blair: “Si logramos liberar totalmente el comercio y si los mercados occidentales permanecen abiertos a los países africanos, ello les permitirá prosperar tanto que ya no será necesario brindarles ayuda”.
La batalla por el liderazgo europeo está lanzada. El masivo “no” francés y holandés al Tratado Constitucional rompió las amarras que frenaban la guillotina de las grandes reformas. Sólo queda por saber qué lobo se comerá al otro. ¿El de las subvenciones o el de la liberalización de Europa?

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