ECONOMíA › UN INFORME QUE REVELA COMO AUMENTARON LAS GANANCIAS DEL AGRO

La renta sube, las quejas también

Pese a las críticas de la Sociedad Rural, el Cenda mostró el crecimiento de la renta agraria respecto de la década anterior.

 Por Fernando Krakowiak

Los dirigentes rurales volvieron a reclamar el sábado la eliminación de las retenciones a las exportaciones y de los controles de precios. Afirman que la intervención “exagerada” del Gobierno en los mercados, desplegada a partir de 2002, los ha perjudicado, incluso llegando a poner en riesgo la actividad ganadera. Sin embargo, un informe elaborado por el Centro de Estudios para el Desarrollo Argentino (Cenda) demuestra que la renta agraria obtenida por los productores agropecuarios sólo en la campaña 2003/2004 equivale a la percibida entre 1992 y 1996, y más del doble de la apropiada entre 1997 y 2001. Durante esa campaña obtuvieron en conjunto 9880 millones de pesos a precios constantes contra un promedio de 1288 millones registrado en la década del ’90. El informe no estima la renta para las últimas dos cosechas, pero estadísticas públicas y estimaciones privadas más recientes revelan que los márgenes promedio por hectárea se han mantenido relativamente estables debido al precio record de los principales cultivos y el mantenimiento de un tipo de cambio competitivo.

La renta agraria es la diferencia entre los ingresos que obtiene el productor y los costos de producción, incluyendo entre esos costos un “beneficio normal” igual al que se obtendría por la inversión del capital en otra actividad (en este caso se la estimó en un 8% anual). En el trabajo, elaborado por los investigadores Javier Rodríguez y Nicolás Arceo, se procuró diferenciar además las causas del incremento de la renta agraria apropiada por los productores. Para ello se consideraron por un lado los efectos de la devaluación de la moneda y por el otro el aumento de los precios internacionales y de la producción total.

Se estimó entonces la renta agraria que hubieran obtenido los productores agropecuarios en la campaña 2003/2004 de haberse mantenido un tipo de cambio real similar al registrado en la campaña 2000/2001 y el resultado muestra que en lugar de 9880 millones hubieran embolsado 4696 millones. La devaluación no sólo implicó una mayor apropiación de la renta agraria por parte de los productores sino una elevada ganancia patrimonial, pues el precio de la tierra se multiplicó hasta por cinco en algunas zonas.

En las últimas dos cosechas la rentabilidad por hectárea se mantuvo relativamente estable en promedio (eso no excluye que a algunos les haya ido peor). Según la revista Márgenes Agropecuarios, una “biblia” para el sector, la ganancia bruta por hectárea en el maíz, por ejemplo, subió de 884 a 992 pesos constantes desde 2004 y en invernada aumentó de 281 a 358 pesos, mientras que en la soja cayó de 1034 a 710 pesos y en el trigo de 535 a 384 pesos.

Estos datos revalorizan el impacto de la política oficial tendiente a mantener una moneda local relativamente devaluada, a través de la permanente compra de divisas por parte del Banco Central. Por eso en el Gobierno se retuercen cuando los dirigentes rurales dicen que la intervención del Estado en la economía no hace más que perjudicarlos y que los buenos resultados que obtuvo el campo son sólo una consecuencia de la incorporación de tecnología y impacto que generó en los precios internacionales la creciente demanda china.

El sábado a última hora, la Secretaría de Agricultura difundió un listado con las 20 medidas que tomó el Gobierno para favorecer la producción agropecuaria. Allí se destaca, además del mantenimiento de un tipo de cambio competitivo, el subsidio a los combustibles, la refinanciación de las deudas bancarias, la reducción del IVA en fertilizantes, la sextuplicación del presupuesto del INTA y el aporte de 217 millones de pesos al Plan Ganadero para este año: 47 millones para el componente “Más Terneros” y 170 millones en compensaciones directas. Por todo esto, el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, calificó de “muy injusto” el discurso del titular de la Sociedad Rural, Luciano Miguens, que reclamó la eliminación de las retenciones y criticó el aumento del gasto público.

En el Gobierno hace tiempo que están convencidos de que las críticas de los dirigentes agrarios no tienen fundamentos económicos e incluso saben que muchos militan en la oposición, tal como lo resaltó Fernández ayer (ver página 4). Pese a ello, el secretario de Agricultura, Javier de Urquiza, y el vicepresidente, Daniel Scioli, estuvieron casi todos los días en la muestra poniéndoles cucardas a las vacas y paseándose junto a Miguens, tal vez tratando de evitar lo que finalmente ocurrió.

Varios dirigentes rurales añoran la década del ’90 porque durante esos años no había retenciones a las exportaciones, ni controles de precios. Sin embargo, el informe de Rodríguez y Arceo evidencia un dato que a simple vista resulta paradójico. La sobrevaluación de la moneda vigente durante esos años determinó un encarecimiento en los costos de producción internos, pero eso no significó la eliminación de la renta agraria sino su transferencia hacia otros sectores económicos. “La diferencia de la productividad del trabajo agrario entre la economía local y el mercado mundial, sustentado en la gran fertilidad de las tierras pampeanas, no había dejado de existir con la sobrevaluación para reaparecer luego con la devaluación (...), lo que se modificó fue su patrón de distribución dentro del espacio nacional”, afirman.

Es decir, las retenciones a las exportaciones son un mecanismo de redistribución de la renta agraria, pero la sobrevaluación de la moneda es otra opción igual o más efectiva para lograr lo mismo. De hecho, el dólar barato de los ’90 provocó una transferencia del campo a otros sectores económicos, como empresas privatizadas y bancos, equivalente a la aplicación de unas retenciones promedio de 35,2 por ciento de los ingresos totales de los productores agropecuarios durante todo el período. Algunos productores pueden no haber hecho este cálculo, pero los centros de estudio de las principales entidades agrarias saben que las ganancias que comenzaron a percibir desde 2002 no fueron producto de un incremento de su productividad o una mayor demanda sino de la devaluación del peso. Igual siguen chillando en contra de las retenciones porque buscan ampliar su tajada a cualquier costo, con reacciones que ya parecieran formar parte de su naturaleza.

Quejarse de lleno

Márgenes de ganancia brutos. Expresados en pesos constantes por hectárea


Período Invernada Cría Trigo Maíz Girasol Soja
1991-2000 155 71 106 245 159 282
2001 146 93 187 129 78 246
2002 183 75 247 437 398 634
2003 245 138 581 526 443 838
2004 281 132 535 824 500 1034
2005 237 172 220 282 318 654
2006 157 128 287 564 263 620
2007 358 154 384 992 431 710


Fuente: Revista Márgenes Agropecuarios, varios números.

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La actividad agroganadera, con márgenes de ganancia muy superiores a los de la década del ’90.
 
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