EL MUNDO

Un martes 11 así en Chile como en Estados Unidos

Chile conmemoró ayer el 29º aniversario del golpe de Pinochet, con la particularidad de que otro aniversario le salió a la disputa en celebridad. Hubo actos en Santiago y homenajes mediáticos en Uruguay y Perú.

Fue un día martes. Un martes 11 de setiembre. Algunos aviones sobrevolaron una ciudad. Luego, un edificio importante del centro de esa ciudad quedó en llamas. Y de ahí cambió el rumbo de la historia de ese país. Pero no fue en Estados Unidos, aunque Estados Unidos tuvo que ver. Ocurrió el 11 de setiembre de 1973. Una flotilla de aviones Hawker Hunter sobrevoló el centro de Santiago, bombardeó el Palacio presidencial de la Moneda, donde murió el entonces presidente Salvador Allende, y dio comienzo así a una dictadura de 17 años que interrumpió la “vía democrática al socialismo”. Ayer se cumplieron 29 años del golpe de Pinochet y hubo distintas conmemoraciones y algunos incidentes, pero no tuvo la trascendencia de los anteriores “11”. En una curiosa pirueta de la historia, resultó que en Uruguay y en Perú emisoras radiales y televisivas dedicaron gran parte del día a conmemorar el 11 chileno y no el norteamericano, mientras el presidente chileno Ricardo Lagos necesitó hablar, ante las preguntas de los periodistas, de Osama bin Laden.
Los 11 de setiembre son fechas muy especiales en Chile, así como el 24 de marzo en Argentina. Pero en Chile el ceremonial es mucho más tenso, porque la derecha también suele conmemorar, más bien festejar. De hecho, hasta hace dos años, los 11 de setiembre eran feriado nacional. El juicio de Pinochet en Londres y en Santiago aplacó el jolgorio de la derecha y los militares, pero no interrumpió las ceremonias típicas. Con la presencia de Hortensia Bussi, la viuda de Allende, se ofició una misa en la Moneda, con la presencia de todo el gobierno, y luego se colocó la ofrenda floral en la entrada del palacio, hoy tapada, por donde fue sacado el cadáver del presidente, y también en el flamante monumento que lo recuerda en la plaza de la Moneda.
Durante ese acto, manifestantes socialistas y comunistas se enfrentaron primero con huevos y pintura, y luego a los empujones y piñas, por la polémica en torno a la Mesa de Diálogo para encontrar a los desaparecidos y los juicios a los militares, en especial a Pinochet. Otros incidentes se registraron en los barrios periféricos del centro de Santiago, con bombas de estruendo y ataques a la red eléctrica. La marcha de la Moneda hacia el Cementerio General de Santiago (donde está la tumba de Allende y el Memorial de los Detenidos-Desaparecidos), que suele terminar en fuertes enfrentamientos con los carabineros, se había realizado el domingo, con la asistencia de 3000 personas.
Una vez más, el aniversario del golpe puso en el tapete hasta dónde volvió la democracia en Chile (cuya Constitución vigente es la de Pinochet) y cuáles son las cuentas pendientes. “Los atropellos cometidos por la dictadura son una herida abierta, pero 29 años después me gustaría pensar que estamos en condiciones de construir un Chile un poco mejor”, declaró el presidente Lagos. “Hubo civiles que participaron muy activamente y creo que ellos deben pedir perdón a Chile”, dijo tirando por elevación hacia algunos dirigentes de la derecha, y aludiendo al “perdón” que pidieron los militares en el marco de la Mesa de Diálogo.
Por su parte, la vicepresidenta de la Agrupación de Detenidos Desaparecidos, Mireya García, dijo que a pesar de este perdón “no hemos superado ninguna etapa, todavía queda mucho por hacer, porque hay mucho dolor”. Desde España, el abogado chileno Eduardo Contreras, uno de los abogados de la querella contra Pinochet, estimó que “la democracia chilena es precaria, por eso no está preparada para condenar a Pinochet. ¿Cómo va a haber democracia si sigue vigente su Constitución?”. Otros optaron por el tono personal. Es el caso del juez Juan Guzmán, el que llevó adelante el juicio contra Pinochet, quien repitió que se arrepiente de haber apoyado el golpe cuando se produjo. La diputada socialista Isabel Allende, hija de Salvador, criticó a sectores de la derecha por acusarla a ella y su familia de estar movida por “el odio” al querer juzgar a los militares. “No es odio, es deseo de justicia”, señaló.
Pero sin lugar a dudas la reacción más original al 11 de setiembre no provino desde Chile, donde el otro “11” fue profusamente cubierto por los medios, sino desde Uruguay y Perú. La Radio Centenario de Montevideo dedicó ayer toda su programación al aniversario del golpe chileno “para contrarrestar la campaña mundial de Estados Unidos, dirigida a volcar a la opinión pública mundial a favor de sus intereses bélicos”, según la directora de la emisora, Sandra Barón. “Por el atentado en Nueva York, se está opacando aquel otro 11”, dijo, y señaló como anécdota que el embajador chileno en Uruguay fue invitado a la radio pero no pudo asistir porque tenía la agenda completa con el 11 norteamericano.
El periodista peruano César Hildebrandt también recordó el 11 chileno en su programa de televisión. “Estados Unidos nos quiere robar el 11 de setiembre latinoamericano que tuvo mayor impacto en nuestra región”, declaró. “No olvidemos que el golpe en Chile fue perpetrado con la complicidad de la CIA y del gobierno de Nixon”, señaló Hildebrandt, que dirige el programa informativo de televisión más visto de Perú.
Mientras tanto, en Chile y luego de hablar del 11 chileno, Lagos remarcó que Estados Unidos tiene que buscar el apoyo de la ONU para atacar Irak.

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El retrato y la estatua de Salvador Allende, muerto mientras La Moneda era bombardeada.
 
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