EL MUNDO › SON DIEZ LOS FESTEJOS “OFICIALES” DE LA INAUGURACION PRESIDENCIAL

No hay más entradas para ir a los bailes

 Por David Usborne *

Desde Washington

Esto va más allá de cualquier límite. Muchos de nosotros estuvimos rogando por conseguir entradas para alguna de las ceremonias inaugurales de esta noche. Ahora, nos enteramos de que Rod Blagojevich, el infame gobernador de Illinois acusado de querer vender al mejor postor la banca de senador dejada vacante por Obama, tiene dos. Y no está seguro si las va a usar. ¿Qué tal si las vendes Blago? Quizás hagas una buena diferencia...

A pesar de las multitudes que asisten, de los controles de seguridad, de la pésima comida, o la ausencia de ella, aún anhelamos conseguir una entrada. Y es que los bailes de inauguración presidencial, pese a todo, aún mantienen su mística, aunque más no sea para jactarse de haber asistido.

Por supuesto, no todos los bailes son iguales. Algunos están programados para la víspera de la toma de mando. Yo tenía entradas para dos de ellos. Pero éstos no cuentan.

La diversión, lo verdaderamente importante, es hoy a la noche. Y cualquiera que sea “alguien” asistirá a alguno de los diez bailes “oficiales” que se organizan en esta velada. Seguros de sí mismos, sus asistentes le dirán a uno que los otros son más divertidos. Pero ellos estarán ahí, por el sencillo motivo que Barack y Michelle sólo asistirán a estos diez, o a algunos de ellos, lo suficiente como para detenerse algunos minutos, saludar, pronunciar algunas palabras y, quizás, bailar algunos pasos en la pista. Quien sabe.

Mientras que las entradas, teóricamente, podían conseguirse por unos 150 dólares, lo cierto es que antes de salir a la venta ya estaban todas agotadas. Probablemente la mejor apuesta para esta noche sea “el baile del vecindario”, primero en su género y para el cual las entradas eran gratis, en su mayoría reservadas para los vecinos de Washington. Este es el único que será televisado en vivo, por lo que es de suponer que los Obama permanecerán en él más tiempo.

En 1988, George Bush (padre) y su mujer Barbara tuvieron que asistir a once bailes inaugurales, quedándose en cada uno de ellos un promedio de 4 minutos. Bill y Hillary Clinton lo hicieron un poco mejor, aguantando hasta más de las 2 de la mañana.

Aquella noche, la de los Clinton, éramos más de 4000 pobres diablos apiñados en el Salón Nacional de Armas. Luego de esperar una eternidad, una puerta lateral se abrió y, rápidamente, un grupo de marines escoltó a Bill y a Hillary hacia el escenario, donde los esperaba una banda de jazz. A Bill le pasaron un saxo y tocó un par de notas de una vieja canción, “Tu madre no sabe bailar”. Todo terminó en cuestión de segundos, al igual que lo será con Barack y Michelle. Bueno, quizás ellos bailen juntos un rato.

Al final, ya de madrugada, multitudes enteras se marcharán a sus casas quejándose del tráfico que estará colapsado, de las colas eternas que habrá que hacer en los guardarropas, de la sed y del hambre que tienen por no haber podido conseguir nada decente en los salones atestados, pero estarán felices. Felices porque fueron parte del gran día de Barack Obama.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

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Los bailes de inauguración aún mantienen su mística.
Imagen: AFP
 
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