EL MUNDO › EL LíDER TALIBáN ABATIDO FIGURABA EN LA LISTA DE INFLUYENTES DE LA REVISTA TIME

El cruzado de Waziristán

Baitula Mehsud, presuntamente abatido por misiles estadounidenses, había orquestado la campaña de atentados terroristas más sangrienta de la historia de Pakistán. Su cabeza tenía un precio de cinco millones de dólares.

El líder de los talibán paquistaníes, Baitula Mehsud, cuya muerte en un ataque con misiles de EE.UU. el gobierno está intentando confirmar, orquestó en los últimos dos años desde su feudo en la región tribal de Waziristán del Sur la campaña de atentados terroristas más sangrienta de la historia de Pakistán.

Tanto Estados Unidos, que en marzo fijó una recompensa de cinco millones de dólares por él y aumentó la frecuencia de los ataques de aviones espía en la región, como Pakistán, que planeaba una operación militar sobre Waziristán, llevaban semanas intentando estrechar el cerco sobre Mehsud. Tras haber estado a punto de matarlo en varias ocasiones, un avión no tripulado de EE.UU. consiguió la madrugada de este miércoles golpear la residencia de su suegro, donde Mehsud se encontraba con su esposa más joven, según una fuente de la principal agencia de inteligencia paquistaní, la ISI.

Nacido a principios de la década de 1970 en la demarcación noroccidental de Bannu, adyacente a Waziristán, Mehsud pertenecía a una prominente tribu pastún de la frontera afgano-paquistaní. Confeso admirador del mulá Omar, líder de los talibán afganos, luchó contra las tropas soviéticas que invadieron Afganistán en la década de 1980 cuando aún era un adolescente y poco después se unió al movimiento talibán que, tras una cruenta guerra civil, conquistó el poder en 1996.

Siempre tuvo un ojo puesto en Afganistán, en cuyo tercio meridional habita la población pastún, y abogó por expulsar a las tropas internacionales de este país. Pero su reconocido carisma lo llevó a finales de 2007 a ponerse al frente del movimiento Tehrik-e-Taliban Pakistán (TTP), que aglutina a los diversos grupos del talibán paquistaní y que ha reivindicado la mayoría de atentados suicidas que han desestabilizado Pakistán y han acabado con la vida de miles de personas.

El gobierno de Pervez Musharraf lo acusó del asesinato de la ex primera ministra Benazir Bhutto en diciembre de 2007, algo que él negó pero que contribuyó a popularizar su figura hasta el punto de que la revista Time lo incluyó en su lista de personas más influyentes del mundo en 2008.

Su red terrorista, además de fomentar el uso por primera vez del término “talibán paquistaníes”, atacó numerosos puntos del país y apostó por golpear a las fuerzas de seguridad paquistaníes, algo que no fue bien visto por otros líderes insurgentes más partidarios de concentrar las energías en Afganistán.

Mehsud contaba en Waziristán del Sur con una milicia de más de 10.000 hombres armados, disponía de hasta 2000 terroristas suicidas y ordenaba decapitar a quienes consideraba espías, traidores o enemigos. La figura de Mehsud, al igual que la de otros destacados líderes talibán, ha permanecido rodeada de una cierta aureola de misterio debido a su rechazo a ser fotografiado alegando motivos religiosos. En las pocas ruedas de prensa que concedió rehusaba mostrar su cara o se la cubría.

Los periodistas que lo conocieron lo describen como una persona de aspecto bonachón, con las facciones redondeadas, mirada perdida, poblada barba y cabello ondulado negro, además de decidido e inteligente, aunque tan sólo tuvo la oportunidad de educarse en una “madrasa” (escuela coránica).

Sobre él se han hecho múltiples conjeturas: los analistas han barajado la posibilidad de que recibiera apoyo de la ISI o incluso de la India. Su relación con los estamentos políticos y militares ha generado también muchas especulaciones, ya que aunque durante los últimos años se enfrentó al ejército e incluso en 2007 secuestró a centenares de soldados para canjearlos por insurgentes, también llegó a acuerdos con las autoridades. Durante los últimos meses, ante la presión militar paquistaní y norteamericana, Mehsud cambiaba a menudo de residencia, no pasaba demasiadas horas seguidas en el mismo lugar y evitaba las comunicaciones telefónicas.

En octubre de 2008, la ISI ya anunció que Mehsud había muerto debido a problemas renales tras varios días en coma, pero el líder talibán contrajo poco después matrimonio con su segunda esposa.

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Mehsud (izq.) contesta preguntas de periodistas el año pasado en Waziristán.
Imagen: AFP
 
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