EL MUNDO › AMBOS SE ACUSAN DE APOYAR AL TERRORISMO EN AFGANISTáN

El doble juego de EE.UU. e Irán

El presidente Ahmadinejad afirmó que la presencia de las tropas de la OTAN no colabora con la pacificación del país.

Irán cree que Estados Unidos mantiene un “doble juego” en Afganistán y lo mismo piensa su rival de él. Así lo manifestaron el presidente iraní, Mahmud Ahmadinejad, y el secretario de Defensa norteamericano, Robert Gates, quienes sin verse las caras estuvieron en suelo afgano. Cuando le pidieron al líder de la derecha iraní que comentara las declaraciones de Gates, que acusa a Teherán de doble juego en Afganistán, Ahmadinejad contestó: “¿Por qué no triunfan quienes luchan contra el terrorismo? Porque ellos juegan un doble juego: por un lado luchan contra el terrorismo y por el otro mantienen ardiendo el fuego”.

En junio de 2009, el jefe del Pentágono acusó a Teherán de jugar de considerarse amigo del gobierno afgano al tiempo que, según dijo, suministraba armas a los insurgentes que atacan a los soldados de la OTAN.

El presidente iraní enfatizó desde Kabul que “ellos (los estadounidenses) crearon a los terroristas y dicen que quieren combatirlos. Los ayudaron a planificar, les dieron dinero, les proporcionaron apoyo en (el ámbito de la) inteligencia”, declaró el líder iraní refiriéndose a los talibán y a Al Qaida. Ahmadinejad, junto a su homólogo Hamid Karzai, afirmó que la presencia de las tropas de la OTAN era un obstáculo para la pacificación de Afganistán. “No vemos la presencia de las fuerzas militares extranjeras como una solución para aportar paz a Afganistán”. Y subrayó: “Irán no desempeña un papel en la inseguridad en Afganistán, siempre estuvimos de parte del gobierno y del pueblo afgano para la seguridad en este país”.

Consultado sobre la presencia del presidente iraní en la capital afgana, Gates afirmó ayer por la mañana que Estados Unidos quería que Afganistán tenga “buenas relaciones” con todos sus vecinos.

A pesar de su antagonismo, tanto Teherán como Washington tienen el mismo interés en impedir el retorno al poder de los talibán, movimiento extremista sunnita –hostil tanto a los occidentales como a los chiítas iraníes– que gobernó Afganistán desde 1996 a 2001 antes de ser expulsado del poder por la coalición militar internacional liderada por Estados Unidos, creada después de los atentados del 11 de septiembre.

La tensión sobre Afganistán es el reflejo de la que mantienen EE.UU. e Irán acerca del programa nuclear de Teherán. En las últimas semanas, Washington ha intensificado sus gestiones diplomáticas ante las capitales para lograr sanciones contra Irán.

En Afganistán se han incrementado en los últimos años la acción y la presencia de los insurgentes talibán, que luchan contra el ejército regular afgano y los soldados internacionales presentes en el país, unos 140.000. La ofensiva conjunta lanzada por la administración Obama y el ejército afgano para derrotar a los talibán en la provincia de Helmand, donde se habían hecho fuertes, ha dejado un sabor agridulce entre la población. La OTAN había dedicado gran parte de sus esfuerzos a ganar la confianza de los civiles para conseguir aceptación para las futuras instituciones locales. Los ataques han provocado numerosas víctimas entre los ciudadanos afganos, lo que ha perjudicado la misión.

Afganistán necesita el apoyo tanto de los países vecinos –como Irán–, como de la comunidad internacional. Esta ha sido la respuesta de Hamid Karzai ante el líder iraní, a quien aclaró que no quiere que Afganistán sea usado como campo de batalla de otras potencias.

Entretanto el país sigue sufriendo atentados, como los dos perpetrados en las últimas 24 horas, en los que murieron dos soldados de la OTAN, tres militares afganos y dos guardias fronterizos.

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El saludo entre los presidentes Ahmadinejad y Karzai.
 
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