EL MUNDO › EN CHILE HUBO DESMANES EN LA PROTESTA DE ESTUDIANTES Y PROFESORES QUE RECLAMAN EDUCACIóN GRATUITA

Duros enfrentamientos en el primer día de paro

Quema de neumáticos, letreros y colectivos. Algunos sectores de la población temen una escalada de la violencia urbana entre jóvenes encapuchados y los Carabineros. Y el excesivo uso mediático del tema.

 Por Christian Palma

Desde Santiago

Otra mañana de fuego despertó ayer a los santiaguinos en la primera jornada de paro convocada por el movimiento estudiantil y los trabajadores para exigir una educación gratuita y de calidad en el sector público. A eso de las 7.30 de la mañana, cuando los diversos grupos de los ya clásicos jóvenes a rostro cubierto o “encapuchados” salieron a las calles a levantar barricadas en diez puntos de la capital chilena, sumándose al llamado de la Confederación de Estudiantes de Chile (Confech), la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) y el Colegio de Profesores, por más que no fueron invitados.

Así las cosas, los neumáticos, letreros de tránsito y basuras ardían con fuerza en las esquinas cercanas a las universidades y escuelas públicas. Pero el clímax se produjo una hora más tarde en la Avenida Grecia, cercana a una sede de la Universidad de Chile y a sólo cuadras del Estadio Nacional de fútbol, donde un grupo de 20 encapuchados hizo salir a los pasajeros de un colectivo para posteriormente incendiar la máquina de 22 metros de longitud.

En otra comuna, la periférica zona de Maipú, otro grupo incendió una casa piloto de un conjunto habitacional, desatando dos aspectos inherentes a la lucha estudiantil. El primero es el temor de algunos sectores de la población por la escalada de violencia urbana que enfrenta a jóvenes encapuchados con fuerzas de Carabineros. La segunda es el aprovechamiento mediático que utiliza el gobierno de derecha de Sebastián Piñera para deslegitimar las demandas del movimiento estudiantil.

Efectivamente, la prensa mayoritariamente de derecha privilegia en estos momentos las fotografías de Carabineros lesionados, buses quemados y barricadas de fuego, dejando de lado el tema de fondo de las demandas estudiantiles, lo que es aprovechado por las autoridades gubernamentales para sostener que el movimiento ha sido “secuestrado” por los grupos más radicalizados.

Pero en torno de esta situación persisten algunos vacíos que no han sido clarificados. Lo primero es las sospechas que se han despertado luego de los reportajes en televisión que mostraron Carabineros infiltrados entre los civiles durante las anteriores marchas, encapuchados e incitando al desorden. En el movimiento estudiantil dudan de que la procedencia de algunos hechos violentos venga exclusivamente de su sector, sobre todo luego de un ataque de encapuchados a la sede de la UDI, el partido político más fuerte del gobierno, pues la turba destruyó algunas computadoras y no robó otros elementos de mayor valor en el lugar.

Por otro lado, existe algo indesmentible e inevitable en los movimientos sociales latinoamericanos: jóvenes que reaccionan con violencia frente al Estado debido a la marginalización sociocultural y que en Chile se ha manifestado con fuerza en los últimos meses, no sólo por las demandas de mejor educación, sino por el cansancio de gran parte de la ciudadanía por otros abusos de mercado en el sector de la salud, la previsión social y de los bancos entre otros.

A juicio de Carlos Cruz, psiquiatra de la Universidad Andrés Bello, lo que se esconde detrás del fenómeno de la violencia encapuchada es “una gran frustración con la vida en general y con lo que el Estado y el gobierno representan: abandono y/o agresión. También es posible que no hayan aprendido la manera de resolver situaciones complejas con diálogo, sino con violencia y es lo que justamente observamos en esas conductas”.

El gobierno también ha aprovechado al aumentar la vigilancia y el control social. Los partidos oficialistas de Renovación Nacional y la UDI exigen la tramitación urgente de un proyecto de ley en el Congreso para sancionar a los encapuchados que cometen desmanes en las calles.

El mismo ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, anunció que presentará una querella por Ley de Seguridad del Estado por el ataque al colectivo incendiado. “Hoy hemos visto hechos que no hubiéramos querido nunca tener que presenciar. Demasiada violencia, demasiada destrucción sin sentido, demasiada agresividad irracional, demasiado odio”, señaló.

Lo cierto es que los hechos de violencia son funcionales al discurso de La Moneda para sostener su tesis de los radicalizados que “tomaron” el movimiento, en una jugada que también aprovecha la estadía de los principales dirigentes estudiantiles en Europa, para obtener apoyo de la comunidad internacional en sus demandas.

Esto es advertido por los legisladores de la coalición centroizquierdista de la Concertación. El diputado del Partido por la Democracia, Felipe Harboe, afirma que las autoridades de gobierno “deben amenazar menos por la prensa y actuar más focalizadamente, particularmente contra los delincuentes que queman buses y hacen saqueos que no tienen nada que ver con las manifestaciones estudiantiles”. Según Harboe, la mañana de furia en Santiago “empaña el natural y buen sentido que tiene el movimiento estudiantil y están sirviendo de justificación a aquellos que quieren afectar la credibilidad del movimiento”.

Para hoy se espera una nueva jornada de enfrentamientos, pues se realizarán dos marchas simultáneas en Santiago que pretenden converger en el frontis del Ministerio de Educación, donde se podrían repetir los enfrentamientos entre encapuchados y Carabineros, mientras la fuerza de las demandas estudiantiles toman fuerzas en el Viejo Continente.

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Un manifestante se enfrenta con la policía durante los choques que tuvieron lugar ayer en Santiago.
Imagen: EFE
 
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