EL MUNDO › OPINIóN

Independiente o Estado Confederado

 Por Josep Puig Boo *

El 11 de septiembre pasado se vivió una jornada histórica en Cataluña. Hubo movilizaciones en todo su territorio debido a la conmemoración del día de la pérdida de sus libertades en 1714 de mano de las tropas francesas y castellanas, luego de haber sido gobernada independientemente por reyes y catalanes durante 800 años.

En Barcelona se realizó una marcha que convocó a más de un millón y medio de personas que pregonaba: “Que volen aquesta tropa un nou estat d’Europa” (que quiere esta tropa o gente, un nuevo estado de Europa). Fue un día festivo donde se pudo desplegar el sentimiento patrio, junto con la creatividad, ya que en la marcha se vieron varias expresiones artísticas.

Desde fines del franquismo, Cataluña conmemora la pérdida de sus libertades de 1714 el día 11 de septiembre (en catalán se la llama la Díada). Estos últimos años se nota una mayor afluencia de personas que acentúan el reclamo de la autodeterminación, es decir, de recuperar la capacidad de gobierno autónomo como se tuvo hasta 1714. Este año se conjugaron: defensa del idioma, de libertades propias, los fondos económicos y las agresiones del gobierno central hacia Cataluña junto a la cristalización de la organización de la sociedad civil. Esta marcha mostró que la necesidad de cambio viene impulsada por la misma gente que se autoconvoca y no deja en manos de los políticos las decisiones que se creen necesarias, sino que presionan para que se produzcan. Pero esto se topa de lleno con el juego político, con las eternas pulseadas de sus profesionales que no siempre se mueven por principios nacionalistas, sino por sobrevivir en el poder.

Dos organizaciones, la Asamblea Nacional Catalana y Omniun Cultural vienen desplegando sus esfuerzos en concientizar y movilizar a la sociedad civil, siendo ellas mismas partes de dicha sociedad y no partidarias.

Pensar en un Estado Catalán hoy es un sueño que necesita de organismos que lo sostengan y por ello el primer paso es el pedido de poder administrar los propios recursos económicos (mediante un nuevo pacto fiscal), situación que el presidente Mariano Rajoy no acepta y el presidente Artur Mas (catalán) reclama. El problema económico es clave, ya que Catalunya recibe un tercio de lo que envía al Gobierno Central y el pueblo catalán lo sabe perfectamente, por otro lado, necesita consolidar un órgano recaudador si está dispuesta a independizarse. Esta es la piedra de tope o encrucijada que encuentran los políticos hoy en día: un gobierno central que asfixia a Cataluña en lo económico y en la imposibilidad de diálogo, y un gobierno autónomo que no tiene los organismos necesarios (por ejemplo, agencia tributaria) para soltar amarras.

Dos posibles salidas a esta encrucijada: la primera es que se llegue a una reforma constitucional en donde se plasme un estado confederado, generando con ello, por un lado, un avance con la situación actual y por el otro lado, un gran sinsabor en gran parte de la población catalana que no verá la independencia. La segunda es que el acorralamiento sea tal que el presidente Mas no tenga otra opción que plantear la secesión.

* Presidente del Casal de Catalunya en Buenos Aires.

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