EL MUNDO › LA VIOLENCIA EN MEDIO ORIENTE AMENAZA EL COMPROMISO LOGRADO EN LA CUMBRE

Un boicot para las tres voluntades de paz

A cuatro días de la cumbre tripartita entre los primeros ministros palestino e israelí, Mahud Abbas y Ariel Sharon, junto al presidente norteamericano George W. Bush, el extremismo palestino mató a cinco israelíes, y cinco extremistas fueron abatidos.

El extremismo palestino materializó sus palabras del día anterior sobre “continuar con la lucha armada”. Cinco israelíes y cinco palestinos murieron ayer en dos ataques contra fuerzas israelíes en Cisjordania y Gaza. Los ataques, reivindicados por Hamas y Jihad, son un revés para el primer ministro palestino Mahmud Abbas, que en la cumbre celebrada el miércoles en Jordania se había comprometido a frenar la resistencia armada palestina. Ayer volvió a exhortar a las facciones extremistas a reanudar el diálogo para llegar a una tregua. Mientras, el primer ministro israelí Ariel Sharon fue abucheado por los sectores radicales del partido Likud, que se oponen a cualquier acuerdo de paz con la Autoridad Palestina. Sharon declaró que su país no dará nada a los palestinos mientras Abbas no tome “medidas firmes contra el terrorismo”. Y su aliado, Estados Unidos, dijo que pese a los hechos, seguirá insistiendo en el plan de paz.
A la mañana temprano, tres extremistas palestinos dispararon contra cuatro reservistas israelíes en un puesto militar de Erez, un importante paso comercial y el límite entre Israel y la Franja de Gaza. Los israelíes murieron y, enseguida, sus compañeros abrieron fuego contra los atacantes, que murieron en el acto. El segundo ataque fue cerca de la Tumba de los Patriarcas de Hebrón, en Cisjordania, venerada por musulmanes y judíos. Allí, dos palestinos mataron a un israelí y segundos más tarde fueron abatidos por una brigada de Israel. Un par de horas antes, el Ejército israelí había prohibido a los palestinos entrar a la Tumba. El Movimiento de la Resistencia Islámica (Hamas), la Jihad islámica y las Brigadas de los Mártires de Al Aksa reivindicaron los ataques en un comunicado conjunto. Allí dijeron que los atentados se hicieron “para asegurar la unidad de los palestinos y su compromiso con la única opción, la resistencia”. Y agregaron que los “militantes abrieron fuego contra los soldados y oficiales del enemigo nazi”, refiriéndose a Israel.
Pero el secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, declaró que Washington no permitirá que los ataques terroristas frustren las negociaciones por la paz en Medio Oriente. “Espero que Hamas retome el diálogo con Abbas y demuestre su compromiso con la paz”, dijo Powell.
El viernes, Hamas había declarado que interrumpía las conversaciones sobre cese del fuego con el premier palestino. Anteayer, cinco facciones radicales palestinas, incluido Hamas, dijeron que seguirían la Intifada. Asimismo, Powell reiteró su apoyo a Abbas y dijo que los atentados pueden evitarse si Yasser Arafat se pronuncia claramente contra el terrorismo. “Todavía es el presidente de la Autoridad Palestina (AP) y tiene un lugar en los corazones del pueblo palestino”, reconoció Powell. Pero dijo que Arafat tiene que desempeñar un papel “más positivo” y ayudar a Abbas a luchar contra el terrorismo. “Espero que no se siente a esperar a que Abbas fracase”, agregó. Y pidió a Israel que ayude al primer ministro palestino “con los pasos que Sharon anunció”.
Esos pasos incluyen el desmantelamiento de los asentamientos israelíes ilegales. Pero el margen de acción del primer ministro de Israel parece cada vez más escaso. Su gobierno adoptó la Hoja de Ruta “con reservas”, pero una corriente de su partido, el Likud, critica esa decisión. Ayer, Sharon fue abucheado en una convención del partido convocada para analizar la Hoja de Ruta, en Jerusalén. Cuando entró, decenas de activistas del partido lo silbaron y levantaron pancartas que decían “la Hoja de las Fantasías” y “Sharon se ha rendido al terrorismo”. El ala más radical del Likud se siente traicionada por las concesiones que el premier hizo el miércoles en la cumbre de Aqaba. Se oponen especialmente a la promesa de Sharon de evacuar los asentamientos construidos sin la autorización de su gobierno. Pese a los insultos, Sharon dio su discurso, en el que garantizó “paz y seguridad” para Israel. Dijo que “el que no conoce el dolor de hacer concesiones no puede lograr una paz verdadera” y que la Hoja de Ruta puede beneficiar la seguridad y la economía de Israel. Sin embargo, declaró que Israel no dará nada a los palestinos mientras el gobierno de Abbas no tome “medidas firmes contra el terrorismo”. Pero el Likud sigue dividido. Y el ministro de Agricultura Israel Katz, apoyado por el ex primer ministro Benjamín Netanyahu, avivó la polémica al exhortar a Sharon a redactar un borrador que declare la soberanía israelí sobre todo Jerusalén, refuerce los asentamientos en Cisjordania y Gaza y continúe con el control sobre el valle del Jordán. Mientras, el ministro de Defensa, Shaul Mofaz, aseguró en la convención que “no cederemos nunca Jerusalén ni el valle del Jordán”. Y dijo que tiene “serias dudas sobre el proceso que iniciamos en Aqaba”. Por su parte, el ministro de Relaciones Exteriores, Silvan Shalom, dijo que los atentados de ayer “nos recordaron que las organizaciones terroristas palestinas aún no han abandonado la violencia ni han reconocido a Israel”. Y declaró que “no habrá terrorismo por la mañana y negociaciones por la noche” y que su gobierno no hará lo que los laboristas, que “no trajeron la paz ni terminaron con el terrorismo y por eso perdieron las elecciones”.

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Un soldado israelí herido por los disparos que mataron a un israelí cerca de Hebrón.
 
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