EL MUNDO › EN EL CENTRO DE LA MEMORIA NELSON MANDELA SE ENCUENTRA SU LEGADO

Su obra, una joya bien exhibida

El archivo sobre la trayectoria del ex presidente sudafricano incluye cartas a familiares y compañeros de militancia; cuadernos escritos en la prisión de la isla Robben –sólo podía escribir una carilla cada seis meses– y fotos antiguas.

 Por Gustavo Veiga

La obra de Madiba ha quedado documentada y a resguardo, pero también a mano de cualquiera que se proponga consultarla. El Centro de la Memoria Nelson Mandela es un acervo que incluye cartas a familiares y compañeros de militancia, cuadernos escritos en la prisión de la isla Robben, sus órdenes de detención libradas entre 1963 y 1964, manuscritos de su autobiografía, audios con su voz apagada, fotografías antiguas y calendarios de escritorio que utilizó para tomar notas durante sus 27 años de detención. Es tan rico y diverso en matices el archivo que puede observarse o escucharse en www.nelsonmandela.org, que permite reconstruir su vida y, sobre todo, comprender el significado de su consecuente lucha antiapartheid. Además, tiene la ventaja adicional de que sus textos pueden leerse en varios idiomas. En definitiva, este sitio inaugurado a fines de 2010 es como un tesoro virtual que contiene la historia del líder sudafricano.

“¿Eres consciente de que casi naces en la cárcel?”, le escribió Mandela en una carta de 1971 a su hija Zenani, cuando cumplió 12 años. Zenani es la actual embajadora de Sudáfrica en la Argentina. Nació en 1959 de la unión con Winnie, su segunda mujer. Su padre también le recordaba en el texto que conserva el Memorial –una de las tantas organizaciones que preservan su obra– cómo había pasado a la clandestinidad cuando ella apenas tenía dos años. La carta es una entre decenas redactadas desde la cárcel de Robben, donde pasó 18 de sus 27 años de detención. Otras con denuncias por maltrato en la prisión eran dirigidas a sus abogados, aunque Madiba no los necesitaba demasiado. El era uno más entre ellos. Sabía cómo defenderse, aun en las condiciones de cautiverio más extremas.

En la sección de archivos del Centro de la Memoria, también pueden leerse tarjetas de la Iglesia Metodista que firmó durante su infancia. Mandela nació en 1918 y en el período 1929-1934 profesó de manera activa aquel culto protestante, que incluso siguió durante su etapa de formación universitaria. Frases bíblicas escritas en xhosa, su lengua original, tienen su nombre y apellido al pie. Este material es el más antiguo que atesora la ONG.

La página que registra la vida del líder está dividida en áreas temáticas: Primeros años (1918-1941); Años en prisión (1962-1990); Años presidenciales (1994-1999) y Libros para Mandela (1990-2010), entre otras. En esta sección se muestran algunos de los muchísimos textos que leyó o le regalaron con dedicatorias muy elogiosas. Desde la sudafricana Nadine Gordimer, Premio Nobel de Literatura y su contemporánea (nació en 1923) que le dedicó su novela La hija de Burger a Rajiv, una biografía del líder indio asesinado en 1991 escrita por su viuda, Sonia Ghandi, la actual presidenta del Partido del Congreso.

Mandela, un ávido lector, también consumía libros sobre personajes situados en las antípodas de su pensamiento. Durante su largo presidio en isla Robben se detuvo en las páginas de una biografía sobre John Vorster, primer ministro sudafricano entre 1966 y 1978. El hombre contra cuyo régimen combatió y que lo mantuvo preso bajo las peores condiciones. Hasta el magnate estadounidense David Rockefeller le dedicó su libro de memorias publicado en 2002 que el Memorial conserva.

La más antigua foto de Madiba que se conoce también está allí. Se la tomaron en la escuela metodista de Healdtown, donde cursó estudios bajo las rigurosas normas del reverendo Arthur Wellington, quien solía decirle que era antepasado del duque inglés que derrotó a Napoleón en Waterloo. El joven Mandela no reparaba en esas cuestiones de abolengo. El le profesaba admiración a un sacerdote negro, de apellido Moktimi, quien solía enfrentar a Wellington. “Un negro no tenía que obedecer a un blanco por muchos años que tuviera”, confiesa en una de las tantas grabaciones que se escuchan con su voz.

Del valioso fondo documental que guarda el Centro de la Memoria surgen otros datos familiares, de su formación, militancia contra la segregación racial y compromiso político con una nueva Sudáfrica posapartheid. Su primer escape no fue por la persecución del régimen blanco: abandonó la casa de su tutor, el regente de los Thembu, porque se negó a aceptar un casamiento acordado para él. Huyó a Johannesburgo con un revólver cargado en su maleta que le había dejado su padre, Gadia Henry Mphakanyiswa, quien murió cuando él era un niño. Mandela siempre bromeaba –incluso cuando era presidente y anfitrión de políticos extranjeros– sobre la circuncisión a que lo sometieron en su adolescencia por un ritual xhosa.

Solía contar que en Robben tenía permiso para escribir una carta de 500 palabras cada seis meses. Apenas una carilla. A esa cárcel ingresó el 13 de junio de 1964 para su más extenso período de detención en una prisión sudafricana. Los archivos también conservan las órdenes de captura contra Mandela desde que Sudáfrica, en 1960, prohibió todas las actividades del Congreso Nacional Africano, el partido en que militaba. Perseguido, clandestino, se transformó en el líder de su brazo armado. En 1962 recibió la primera condena a cinco años de prisión por incitación a la huelga y salir del país sin pasaporte. La cumplió seis meses. Curiosamente pasó un par de semanas en Robben, en mayo del ’63, de donde fue enviado nuevamente a una cárcel en Pretoria.

En 1964, durante el proceso de Rivonia, lo condenaron junto a otros militantes antiapartheid a prisión perpetua por varios hechos, como sabotaje y promover los objetivos del comunismo. En ese grupo la mayoría eran negros, pero también había una minoría de blancos de origen judío. Mandela, el preso 466/64, no sabía que volvería a la isla situada frente a Ciudad del Cabo. No saldría de ahí hasta marzo de 1982 para ser transferido a otra prisión, la de Pollsmoor, en el continente. Hoy Robben es un popular destino turístico y desde 1999 Patrimonio de la Humanidad para la Unesco.

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Una imagen del cumpleaños número 89 de Mandela, que celebró en su fundación.
Imagen: AFP
 
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