EL MUNDO

La Constitución Europea que nace, la crisis constitucional que surge

Dos ejes, uno integrado por Alemania y Francia y el otro por España y Polonia, pujaban por imponer sus distintas versiones de Constitución europea. La diferencia es por el reparto del poder.

Por Carlos Yarnoz*
Desde Bruselas

Los líderes de los Veinticinco (los Quince más los diez candidatos) abordan desde ayer en Bruselas dos apasionantes jornadas en la cumbre más trascendental desde que hace tres años aprobaran el denostado Tratado de Niza, que sembró la discordia en el eje franco-alemán a cuenta del reparto de poder. El alemán Gerhard Schroeder y el francés Jacques Chirac intentan ahora consagrar su recuperado idilio con una primera Constitución europea para 450 millones de ciudadanos que marca el futuro de una Unión más política y, de paso, altera el equilibrio de fuerzas a favor de los grandes. Sólo el español José María Aznar y el polaco Leszek Miller, con apoyo del británico Tony Blair, entorpecen el camino con el único argumento de que pierden poder. La llave para un compromiso pasa exclusivamente por la mano de Schroeder. Todos los protagonistas quieren ver al canciller alemán antes de iniciar el combate.
El líder de la gran potencia europea es la clave para asumir o rechazar un compromiso, esa alternativa que el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, dice tener “en el bolsillo”, pero que no la soltará “hasta el último minuto”. Anteayer, Schroeder vio en Berlín al presidente de Polonia, Alexander Kwasniewski. Después habló por teléfono con Aznar, quien también tuvo una conversación con Berlusconi. Hoy, antes del primer combate, Schroeder se entrevistará a solas con Blair y Berlusconi. El gran obstáculo a superar sigue siendo ese sistema de doble mayoría (50 por ciento de Estados y 60 por ciento de población) para tomar decisiones que prevé el proyecto constitucional y que España y Polonia (27 votos con el Tratado de Niza, sólo dos menos que Alemania) rechazan para no perder peso. “No nos podemos permitir un segundo Niza”, advierte el ministro alemán de Exteriores, Joschka Fischer. “No aceptamos un acuerdo a cualquier precio”, afirman al unísono Schroeder y Chirac.
España y Polonia reclaman una alternativa. Si no, el primer ministro polaco, Leszek Miller, no excluye la posibilidad de vetar y bloquear la Constitución, un término que su aliado Aznar prefiere no mentar, aunque no le importaría dejar para una cita futura los litigios que no se arreglen ahora, una hipótesis rechazada de plano por Berlín, París, la Comisión Europea y el Parlamento. Y la alternativa, la opción, está a punto de llegar. “Buscamos un acuerdo noble y de alto nivel. Será una solución de prestigio –anunció anteayer en Bruselas Berlusconi–, de forma que compartan el mismo status que los grandes.”
Es el mensaje que ya lanzaron Schroeder y Fischer el mes pasado. Y la salida quedó ayer insinuada, apuntada, por vez primera en un documento oficial, el difundido por la presidencia de la UE, Italia, para los líderes. El documento dice que la doble mayoría 50%-60% es apoyada “por un gran número” de países por ser “simple, eficaz y transparente”, pero que “algunos” no lo aceptan, por lo que la presidencia “seguirá reflexionando para responder lo mejor posible a esas preocupaciones concretas, sin perder las ventajas que ofrece la propuesta” contenida en el proyecto.
Es decir, que se puede discutir para modificar esos porcentajes. Si el de la población llegara al 66 por ciento, España y Polonia apenas recuperarían en el Consejo un poder de bloquear decisiones similar al de Niza, aunque también Alemania (17 por ciento de la población de la UE) ganaría aún más peso que el que le da el proyecto. El ministro italiano de Exteriores, Franco Frattini, también ha declarado que el nuevo reparto de poder podrá entrar en vigor en 2014. Hasta ese año seguiría vigente Niza, y no sólo hasta 2009, como dice el actual proyecto.
Pese a estas esperanzas, nadie descarta el fracaso, el bloqueo o la posibilidad de postergar la discusión de los temas más áridos. O la de seguir negociando unos meses más. Berlusconi ya declaró que ha habido soluciones para 82 litigios presentados por los países y que los pocos que quedan no pueden poner en peligro el resto. Pero sí lanzó otra advertencia no por sabida menos preocupante para España y Polonia: “Hay soluciones para ellos, pero algunas quizá no sean aceptadas por otros”. Portugal y Austria ya han anunciado que, si se mueven los umbrales, ellos prefieren otras posibilidades, pero a la baja.
Combinados estos problemas con las aspiraciones de los candidatos, los partidarios de incluir una referencia al cristianismo o los que aspiran a delimitar líneas rojas en fiscalidad (Londres) y emigración (Alemania), el riesgo de fracaso no es bajo. Para Berlusconi, cerrar la cumbre con éxito será “un milagro”. “Pero a veces ocurren milagros”, dijo. No tiene tanta fe su contrincante Prodi: “No he visto ningún indicio de milagro. No tengo estigmas ni he tenido apariciones”.

*De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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Romano Prodi y Silvio Berlusconi, enemigos al frente; José María Aznar, eje de discordia, arriba.
 
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