EL MUNDO › ENTREVISTA A PAOLO ROZERA, DIRECTOR GENERAL DE UNICEF ITALIA, QUE SE OCUPA DE LA INFANCIA

“La Unión Europea debería hacer más”

El trabajador humanitario afirma que a los países del Viejo Continente les falta voluntad e interés en tomar acciones solidarias. “El año pasado llegaron a Europa 1 millón 200 mil personas. Somos 500 millones de habitantes, no sentimos ni siquiera su presencia.”

 Por Elena Llorente

Desde Roma

No se trata de una emergencia. Los que hablan de “invasión” lo hacen para crear pánico entre la gente. Estas frases las dicen y repiten tanto el primer ministro Matteo Renzi como las organizaciones humanitarias refiriéndose a los casi 15.000 migrantes llegados a las costas italianas la semana pasada y a los cerca de 700 ahogados, 40 de ellos menores de edad. Las cifras sin embargo dicen que lo hecho hasta ahora por la Unión Europea para contener el fenómeno migrantes llegados de África y de Medio Oriente y para evitar esas muertes, ha servido poco y nada.

“Se explota mucho el miedo y la ignorancia de la gente –dijo en una entrevista con Página/12, Paolo Rozera, director general de Unicef Italia, la organización de Naciones Unidas que se ocupa de la infancia–. Estos últimos días parece que tenemos una invasión. Pero, en cambio, si se ven las cifras, se demuestra que respecto al mismo mes del año pasado, han llegado menos personas. Lo que ocurre es que este año están llegando como más concentrados. En tres días arribaron casi 15.000 personas, pero luego el flujo se detiene por algunos días. En enero y marzo los niveles de llegadas han sido ligeramente más altos que en los mismos meses del año pasado. Pero en abril y mayo hemos recibido 3000 personas menos que hace un año. Es importante hablar de estos temas pero hay que ofrecer buena información porque muchos abusan de ella para difundir el miedo.”

Unicef trabaja en 156 países del mundo y desde que estalló el fenómeno migrantes se ha ocupado del tema. En países como Grecia, Alemania e Italia, ha creado espacios “a medida de los niños”, explicó Rozera, para verificar que los niños sean respetados, sobre todo los menores no acompañados.

– ¿Cuántos menores no acompañados han llegado a Italia?

–Desde 2015 y hasta el 30 de abril de 2016, han llegado a Italia 11.648 chicos sin familia, a los que hay que agregar 5099 de los que se han perdido los rastros porque si bien fueron registrados en los centros de recepción cuando llegaron, luego se escaparon porque no quieren quedarse en Italia. Y de ellos no se sabe nada más. De ese total, el 93 por ciento tiene entre 15 y 18 años y provienen sobre todo de Egipto, Albania, Gambia, Nigeria, Eritrea y Somalia.

–¿Qué se debería hacer, según usted, para evitar las tragedias en el mar?

– La primera cosa que hay que hacer es conseguir la paz en Siria. El 50 por ciento de este movimiento de migrantes, sobre todo aquellos que llegan por tierra, se debe a la guerra en Siria. Hay casi 3 millones de prófugos sirios. Respecto a los que llegan por mar, fundamentalmente de África, es importante saber que los chicos que atraviesan el mar, han llegado a Libia donde se embarcan habiendo pasado antes por cuatro o cinco países, Gambia, Senegal, Nigeria, etc. Por lo cual a menudo parten de sus países a los 14 años y llegan a Italia cuando tienen 16 o 17. Para evitar esto hay que actuar en los países de origen. Es la desesperación la que los hace embarcarse. Por lo cual la intervención para ayudarlos no puede ser una cosa aislada hecha sólo por algunos, sino un plan coordinado entre varios países. Y en este sentido considero que la Unión Europea debería hacer mucho más.

–¿Y Unicef qué puede hacer?

– Nosotros seguimos trabajando en todos esos países. Pero Unicef por sí sola no puede hacer todo lo que se debería hacer. Es una acción que debería ser hecha por más de un gobierno. Estamos frente a un éxodo que no tiene precedentes desde la Segunda Guerra mundial, como dice la prensa, por eso no puede ser afrontado por un sólo país o una sola organización internacional. Los gobiernos deben ponerse de acuerdo y afrontarlos. Es posible, estoy seguro. Es sólo cuestión de voluntad y de interés. El año pasado llegaron a Europa 1 millón 200 mil personas por mar y tierra. En Europa somos 500 millones de habitantes, no sentimos ni siquiera su presencia... Además, algunos estudios dicen que para poder mantener su nivel de vida, los europeos necesitaríamos varios millones de nuevos ciudadanos. Pero Europa no produce hijos por lo cual, los inmigrantes podrían ser un nuevo recurso.

–En este contexto, Unicef acaba de firmar un acuerdo con Italia el pasado 27 de mayo. ¿En qué consiste?

–El acuerdo prevé la intervención de Unicef en tres regiones: Sicilia, Calabria y Campania, con tres objetivos: establecer los estándares de protección de los derechos de los menores, especialmente menores no acompañados, y controlar que esos estándares sean respetados por todas las instituciones italianas. El segundo objetivo es monitorear los centros de recepción de menores que hay en estas tres regiones, y donde están concentrados la mayor parte de los menores no acompañados que han llegado al país. El tercero es la integración, un tema muy importante para nosotros. A diferencia de lo que sucede con un adulto que según su condición puede o no permanecer en territorio italiano (sólo son aceptados los que escapan de guerras o persecuciones pero no los migrantes económicos) en los menores de edad no hay diferencia. No importa si es refugiado o inmigrante económico. Es un menor, y como tal recibe una serie de ayudas, muchas más de las que recibe un adulto. Esto incluye un proceso de inclusión que supone el aprendizaje del italiano y asistir a la escuela, entre otras cosas.

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ANTE EL DOLOR DE LOS OTROS

El drama cotidiano que viven los refugiados para llegar a Europa quedó resumido una vez más en una fotografía de un bebé ahogado en brazos de un voluntario europeo que intentaba evitar que cientos mueran en el Mediterráneo. La imagen, distribuida a los medios internacionales por la organización humanitaria alemana Sea-Watch, fue tomada el viernes pasado por uno de sus voluntarios en un barco anclado en aguas internacionales frente a Libia, que se dedica a rescatar a refugiados y migrantes y llevarlos de manera segura hasta Italia. No se sabe el nombre del bebé, ni de su historia familiar y su retrato conmueve tanto como el de Aylan Kurdi, un chico sirio de tres años que apareció muerto el 2 de septiembre pasado en una playa turca.
 
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