EL MUNDO › SEGUNDA ELECCION PRESIDENCIAL ESPAÑOLA EN SEIS MESES

A las urnas pero sin certezas

Los fragmentados resultados de diciembre podrían repetirse y la incertidumbre ante futuros acuerdos de gobierno es todavía mayor que en la anterior elección. Con un 30 por ciento de indecisos, el panorama es incierto.

 Por Flor Ragucci

Desde Madrid

Los españoles vuelven a votar. Pasaron seis meses desde que en pleno frío navideño las urnas dieran el resultado más fragmentado de la historia del país y este domingo veraniego la población debe repetir su veredicto para ver si, finalmente, España tiene presidente. El fracaso en las negociaciones tras el 20 de diciembre, la percepción generalizada de haber vivido “en tiempo muerto” durante todos estos meses, la incredulidad ante un sistema electoral que, para muchos, reparte los escaños de manera arbitraria y la coincidencia con el “puente” de San Juan, uno de los fines de semana largos más esperados del año, hacen de estas segundas elecciones una cita que la ciudadanía afronta con moderadas expectativas.

Los quince días de campaña que acaban de pasar demostraron que las posibilidades de pactos –ante una más que factible ausencia de mayoría absoluta en estos nuevos comicios– son complicadas y al 30% de la población que a día de hoy se declara indecisa esta opacidad no le ayuda. Pocos fueron los candidatos que se atrevieron a poner sobre la mesa su posicionamiento en cuanto a futuros acuerdos de gobierno: Pablo Iglesias le extendió la mano al líder socialista y Albert Rivera, de Ciudadanos, reiteró hasta la saciedad que podría apoyar al Partido Popular (PP) si Mariano Rajoy deja de ser su candidato. Algo es algo. Pero no es suficiente. Los españoles todavía no tienen claro quién los gobernará si deciden poner en la urna una u otra boleta porque hay lagunas, hay contradicciones, hay (y hubo durante los últimos seis meses) golpes de timón inesperados que dificultan predecir quién estará en La Moncloa más allá de los resultados de este domingo.

Mariano Rajoy confía en que en esta vuelta su número de escaños se mantenga o, incluso, aumente y así poder volver a la carga con su propuesta de “gran coalición” con el Partido Socialista (PSOE) y Ciudadanos. Públicamente el grupo conservador se muestra optimista y muchos cargos creen que su partido superará la barrera de los 130 escaños, es decir, siete más que en diciembre, lo cual le daría las fuerzas necesarias para llevar adelante sus ideas de pactos. Las encuestas, sin embargo, no corroboran las expectativas del PP y, en general, coinciden en rebajarles el número de parlamentarios con respecto a los comicios anteriores y con ello mermar las posibilidades, ya de por sí exiguas– como se comprobó en la pasada microlegislatura– de que Mariano Rajoy conserve el poder.

El vuelco en los sondeos lo dio la creación de la alianza entre Podemos e Izquierda Unida (IU) que en las últimas encuestas publicadas por los diarios El País, Público.es o El Mundo otorgaron a la coalición de izquierdas la segunda posición– por delante de los socialistas y por detrás del PP– y el número de escaños suficiente para llegar a la mayoría absoluta si se une con el PSOE. Pero pese a que el objetivo común de ambas formaciones es, en primer lugar, la salida de Mariano Rajoy, no se prevé que esa unión –en el caso de convenir aritméticamente– sea fácil de llevar a cabo.

El líder de los socialistas, Pedro Sánchez, afronta tras las urnas de este domingo una encrucijada en la que no solo se juega su lugar en el gobierno de España sino también dentro de su partido. La consolidada idea del sorpasso de Unidos Podemos en todas las encuestas ve peligrar, por primera vez, la hegemonía del PSOE en la izquierda y esta dura caída significaría con toda probabilidad el relevamiento de Sánchez como jefe del partido. La dirección socialista espera mantenerse en segunda posición tanto en votos como en escaños, gracias a la operación de movilización en la recta final de la campaña con la que pretendió activar a una parte importante de su electorado que el propio Sánchez reconoció como “desmovilizada”. En las filas del PSOE están convencidos de que esa estrategia –medio millón de llamadas y una campaña puerta a puerta en zonas electorales clave de todas las provincias– “funciona” y, de seguir siendo la primera fuerza de la izquierda –sumando con Unidos Podemos– podrían intentar llegar a la Moncloa de nuevo.

Sin embargo, la opción que los socialistas ya reconocen más probable es la de que, finalmente, se produzca el sorpasso en votos, aunque no en escaños. En el PSOE confían en obtener más diputados gracias a su fortaleza frente a Unidos Podemos en algunas comunidades, como Extremadura, Andalucía y en pequeñas circunscripciones, como Soria o Teruel, donde el PSOE aspira a conseguir una cierta ventaja. “Estamos en un sistema parlamentario. Quien gana la Liga no es quien gana más partidos, sino quien consigue más puntos”, expresó Pedro Sánchez para avalar su teoría de que debe gobernar la fuerza que logre aglutinar un mayor apoyo en número de escaños.

Desde el PSOE sigue en pie la idea de llevar al poder el acuerdo que formalizó con Ciudadanos en la breve legislatura que acaba de terminar y que, para ello, contará con una suma mayor que la del PP o Podemos.

En principio, el líder socialista no quiere saber nada con la coalición de Podemos e IU y en reiteradas ocasiones afirmó que no respaldaría a Iglesias. “No vamos a apoyar ningún Gobierno que fragmente la soberanía nacional de España, ni que cuestione la viabilidad económica y social del Estado de Bienestar”, declaraba Sánchez. Para él, Podemos “no cumple” con esos requisitos básicos y por eso “Pablo Iglesias no va a ser presidente del Gobierno”, según sentenció.

La última palabra la tendrán este domingo las urnas y el 30 % de electores que aún está indecisos ante un panorama que se presenta igual de incierto o más que en diciembre. Los votos dirán si las respectivas estrategias de campaña funcionaron, si el único debate a cuatro que hubo durante estos quince días transmitió algún mensaje a la población, si el Brexit infundió el miedo hacia Podemos que el resto de partidos pretendió generar, si las filtraciones acerca de la conspiración del ministro del Interior en contra de los partidos independentistas perjudicó a Rajoy y si, finalmente, el sorpasso histórico de Unidos Podemos a la izquierda del PSOE cambia el color político de España.

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Propaganda electoral en las calles de Madrid en vísperas de las elecciones presidenciales.
 
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