EL MUNDO › O’NEILL LOGRO UN BEST SELLER CON SU LIBRO ANTI-BUSH

El beneficio de la deslealtad

Por Rupert Cornwell *
Desde Washington

La disputa entre Paul O’Neill y la Casa Blanca se intensificó ayer cuando el ex secretario del Tesoro negó haber puesto a disposición del autor del fuertemente crítico relato de sus dos años en la administración Bush ciertos documentos clasificados sobre Irak. “La verdad es que no tomé ningún documento”, dijo O’Neill ayer, insistiendo en que los 19 mil documentos que había puesto a disposición del autor habían sido aprobados por el consejo legal del Tesoro.
En El precio de la lealtad, Ron Suskind describe las experiencias del ex secretario del Tesoro como un miembro del gabinete de Bush hasta que fue despedido en diciembre del 2002, y fue inmediatamente un best seller en cuanto llegó ayer a las librerías. Constituye, de lejos, el relato más vergonzoso de la administración Bush hasta ahora, analizando un estilo de dirección desinteresado e inconexo. También revela en qué forma el Consejo de Seguridad Nacional (NSC) se enfocaba en cómo librarse de Saddam Hussein en la primera sesión completa convenida por Bush el 30 de enero de 2001, diez días después que asumiera y más de siete meses antes del ataque terrorista contra Nueva York y Washington.
Confirma cómo Bush se desligó conscientemente de Medio Oriente, poniendo el conflicto entre Israel y Palestina en un lugar más apartado en esa reunión del NSC, para concentrarse en Irak. Se cita a Bush como diciendo al NSC reunido que la administración Clinton se había “extralimitado” en Medio Oriente “y todo se desmoronó”. “Nos vamos a inclinar hacia Israel.” El presidente luego hizo a un lado las preocupaciones de Colin Powell, el secretario de Estado, sobre posibles “consecuencias horribles” para los palestinos si EE.UU. se retiraba del proceso. “Quizás es la mejor manera para que las cosas se equilibren”, dijo Bush como respuesta. “A veces una demostración de fuerza de una parte puede clarificar las cosas.” En una aparición por televisión ayer, O’Neill hizo un esfuerzo para calmar las revueltas aguas, diciendo que si todavía fuese secretario del Tesoro hubiera buscado una prueba de un supuesto mal uso de los documentos secretos, una medida que tomó su sucesor John Snow el lunes. También dijo que hubiera bajado el tono de algunas de sus críticas a Bush, especialmente la frase famosa de que Bush en una reunión de gabinete era como “un ciego en una habitación llena de sordos”. Pero los demócratas, rivalizando por el puesto de Bush, seguían agitando la controversia.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.

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