EL MUNDO › PINTABA PARA PALIZA, PERO EL MAGNATE ACORTO LA DISTANCIA EN LAS PRESIDENCIALES DE EE.UU.

Repuntó Trump y se acerca a Hillary

Un cambio radical en el equipo del magnate republicano y nuevas revelaciones por los escándalos de los e-mails y de la Fundación Clinton impactaron en la candidatura demócrata. La ventaja de Hillary cayó a cuatro puntos y medio.

 Por Nicolás Lantos

Desde Nashville, Tennessee

Y de repente, todo cambió: hasta hace quince días, las victoria de Hillary Clinton parecía un hecho, apoyado por encuestas que le daban márgenes de casi dos dígitos a nivel nacional y una ventaja decisiva en los estados clave para los comicios, y por la campaña autodestructiva de Donald Trump, que no encontraba el tono y veía cómo las chances de llegar a la Casa Blanca se le escurrían entre las manos. Sin embargo, luego de un cambio radical en el equipo del magnate republicano y de que nuevas revelaciones por los escándalos de emails y de la Fundación Clinton impactaran por debajo de la línea de flotación de la candidatura demócrata, el escenario, dos semanas más tarde, es completamente distinto.

Hoy, la ventaja de Clinton en el promedio nacional de sondeos cayó a cuatro puntos y medio, la mitad que hace un mes, después de las convenciones. En estados clave para la elección, como Florida, Ohio y Wisconsin, la diferencia es aún menos, también se sigue achicando y ya está dentro del margen de error. Más preocupante para la candidata es que estos márgenes se vuelven más angostos no tanto por un crecimiento de su rival como por una caída en su propia intención de voto: a comienzos de agosto coqueteaba con el 50 por ciento, hoy está lejos de la mayoría absoluta, apenas por arriba de los 46 puntos, y bajando.

La sabiduría popular en los Estados Unidos indica que el Día del Trabajo, que aquí se celebra el 5 de septiembre, marca el comienzo verdadero de la campaña presidencial: ese feriado indica el final de las vacaciones de verano y el regreso a sus rutinas de la gente, que comienza a prestarle más atención a lo que sucede en el mundo real para tomar la decisión definitiva respecto a su voto. A 72 horas de ese hito, la situación sigue siendo ventajosa para Clinton pero la dinámica de la elección cambió y se parece mucho más a una carrera reñida que a un ‘landslide’, o goleada, a favor de los demócratas.

Según señala el analista político Nate Silver en su blog FiveThirtyEight.com, un promedio ponderado de encuestas marca que además de haber perdido ventaja en el escenario nacional, el margen de Clinton en los estados clave se derrumbó en las últimas dos semanas. Entre el 14 y el 31 de agosto, por ejemplo, en Florida pasó de liderar por 6,3 puntos a hacerlo por 3,1; en Ohio, de 6,4 a 2,7. Distritos que ya parecían en el bolsillo demócrata hoy están nuevamente en disputa: Wisconsin pasó de 12,6 puntos de ventaja para la candidata a solamente 4,8; Pennsylvania de 9,3 también a 4,8.

Si la diferencia general se sigue achicando, es de esperar que suceda lo mismo a nivel local, sostiene el analista. “Los swing states se llaman así por un motivo, y es que siguen de cerca las tendencias nacionales”, indica Silver, que mantiene un modelo en el que en base a una serie de variables cuantitativas establece las chances porcentuales de los candidatos de llegar a la Casa Blanca.

“La gente subestima cuán frágil es la ventaja de Clinton en el Colegio Electoral si la carrera se sigue ajustando –escribió el analista en su cuenta de Twitter–. Tanto este año como en el 2012, durante largos tramos de la campaña, los demócratas aparecen como favoritos con un 75/25 de posibilidades, pero la percepción en las dos es muy diferente. En 2012 a la gente le costaba creer que Romney solamente tenía un 25% de oportunidades de ganar; hoy le cuesta creer que Trump realmente tiene esa chance”.

Para agregarle incertidumbre al panorama, basta con recordar que, en muchos aspectos, esta es una elección inédita, con factores que nunca antes se dieron, por lo que resulta más difícil extrapolar conclusiones de experiencias pasadas. Por ejemplo, jamás disputaron la presidencia de los Estados Unidos dos candidatos con más del 50 por ciento de imagen negativa. Esto tiene consecuencias difíciles de predecir: históricamente, el número de votantes indecisos o que elegirían a un candidato de terceras fuerzas caía a medida que avanzaba el año electoral y para esta altura debajo de los cinco puntos porcentuales. Hoy, ese número creció con respecto a marzo e incluye a 16 de cada cien potenciales votantes.

Esto no significa necesariamente que Trump sea favorito para ganar en noviembre; Clinton sigue teniendo una ventaja importante (4 puntos, por ejemplo, es una diferencia considerable y desde el año 2000 hasta aquí solamente Barack Obama en su primera elección pudo superar esa marca); y además esta campaña ha demostrado ser lo suficientemente volátil como para asegurar que la tendencia no pueda cambiar nuevamente en los próximos días o semanas, por aciertos o errores de alguno de los dos candidatos o por un evento externo que modifique esa dinámica una vez más. Sin embargo enciende señales de alarma en las usinas demócratas.

El principal problema parece ser que, después de varias semanas en las que el foco de las noticias estuvo puesto en Trump y sus gaffes, una corrección importante en la campaña del republicano y la publicación de novedades en los escándalos que afectan a la candidata demócrata corrieron el eje y la pusieron a Clinton bajo el reflector: una exposición que la deja en desventaja. Las idas y vueltas del magnate en el tema de inmigración no parecen haber afectado su imagen y, por el contrario, su rapidez de reflejos a la hora de aceptar una entrevista con el presidente mexicano Enrique Peña Nieto esta semana lo dejó bien parado, mostrándolo, quizás como nunca hasta ahora, con la porte de un posible presidente.

Para peor, todavía quedan por delante los tres debates presidenciales. Allí, Trump tendrá la oportunidad de medirse mano a mano contra su rival. Los antecedentes indican que puede sacar ventajas: fue en esa instancia que el magnate logró reducir a sus rivales en la primaria, anticipando ante cámaras la ventaja que sacaría en las urnas. Clinton, por el contrario, sufrió cuando tuvo enfrente a su adversario Bernie Sanders y hace casi 300 días que no da una conferencia de prensa, lo que da una muestra de su debilidad en ese tipo de instancias.

El politólogo argentino Santiago Rodríguez Rey, que vivió varios años en los Estados Unidos, describió las chances del republicano utilizando una metáfora climática: “Para que Trump gane las elecciones –dijo en su cuenta de twitter, @srodriguezrey– necesita de una tormenta perfecta”. Según los resultados de las últimas encuestas, las nubes se están acumulando en el horizonte. En pocas semanas se verá si llega un viento que despeje el cielo o si, por el contrario, con el final del verano, comenzarán a caer las primeras gotas.

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Las idas y vueltas del magnate en el tema inmigración no afectaron su imagen.
Imagen: afp
 
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