EL MUNDO › DILMA ROUSSEFF HABLO CON CORRESPONSALES EXTRANJEROS DOS DIAS DESPUES DE SER DESTITUIDA POR EL SENADO

“Así comienzan las dictaduras”

Fue un alerta expresado sin estridencias: las primeras acciones concretas ocurridas luego de que Temer tomara posesión del cargo demuestran el empleo desproporcionado de la fuerza pública, en varios estados simultáneamente.

 Por Darío Pignotti

Desde Brasilia

Las “dictaduras” y el “terrorismo de estado” pueden ser gestionados por civiles o militares, dijo Dilma Rousseff durante esta entrevista con corresponsales extranjeros concedida dos días después de haber sido destituida por el Senado. Fue un alerta expresado sin estridencias luego de haber observardo algunas señales inquietantes de la nueva administración. En otras declaraciones vertidas a lo largo los tres meses que duró su enjuiciamiento parlamentario concluido el miércoles pasado, había calificado a la administración de Michel Temer como “golpista”, “fraudulenta”, “intrusa” pero ésta fue la primera vez que Rousseff advirtió que este régimen puede degradarse hacia una dictablanda.

En efecto, las primeras acciones concretas ocurridas luego de que Temer tomara posesión del cargo demuestran el empleo desproporcionado de la fuerza pública, desplegada en varios estados simultáneamente para reprimir protestas pacíficas apelando a pretextos como la presencia de provocadores de la agrupación “Black blocs”. Curiosamente la policía asiste impávida a las acciones de esas agrupaciones minoritarias (cuyas máscaras impiden saber si entre ellos no hay provocadores) y luego carga contra el grueso de los manifestantes del Movimiento de los Trabajadores Sin Techo y los campesinos sin tierra.

Ese mismo miércoles que marcó el inicio del Brasil posdemocrático, la estudiante Débora Fabri, de 19 años, perdió un ojo tras ser alcanzada por un disparo de bala de goma de la Policía Militarizada de San Pablo, que antes había golpeado a dos reporteros y destrozado sus cámaras, además de apresar a decenas de indignados. Algunos de los cuales corren el riesgo de ser encuadrados dentro de la nueva Ley Antiterrorista en la que si un manifestante rompe una vidriera o bloquea el tránsito puede ser acusado de violar la seguridad nacional.

Con similar rudeza a la exhibida por el Batallón de Choque de la policía paulista se comportaron los efectivos policías de Poro Alegre y Brasilia donde una joven quedó sorprendida porque “no vinieron a dispersarnos, directamente vinieron a golpearnos con todo, y a la gente que se retiraba corriendo la perseguían para pegarle”.

Un dato: la chica que participó en esa poco concurrida concentración de Brasilia, menos numerosa de lo que esperaban las fuerzas convocantes, pidió a este cronista quedar en el anonimato porque “ahora las cosas empeoraron, te controlan por todas partes, dicen que en la universidad hay informantes”.

Es justificado el temor de la muchacha que escapó de los gases lacrimógenos y balas de goma policiales junto a su compañero, un alumno de la Unviersidad de Brasilia.

En junio Michel Temer promulgó la Nueva Política Nacional de Inteligencia que autoriza y recomienda infiltrar agentes en universidades, ministerios y otras reparticiones públicas, así como en los movimientos sociales. El decreto 8793, con resonancias de la Doctrina de la Seguridad Nacional, permite que los organismos de inteligencia coopten y paguen a aquellos empleados públicos o estudiantes que eventualmente acepten delatar a sus colegas.

El viernes, durante su encuentro con un grupo de corresponsales, entre ellos el de Página/12, Rousseff ensayó un balance de las primeras 48 horas de gobierno de excepción.

“La gente es reprimida en las calles, una chica quedó ciega, y si esto continúa así en algún momento alguien puede morir y si eso ocurre dirán que fue culpa de los manifestantes. Esto no puede ser consentido, el terrorismo de estado es algo gravísimo, es así como comienzan las dictaduras, ellas no siempre son militares a veces están disfrazadas (debajo de gobiernos) civiles”.

Rousseff fue depuesta por 61 senadores contra 20 en la primera votación del impeachment, tras la cual se realizó otra en la que se le garantizaron sus derechos políticos por lo que podrá ser candidata y ejercer cargos públicos.

Esa sobrevivencia política es insignificante frente a la magnitud de haberla desalojado del gobierno, pero demuestra la eficacia de su alegato de 14 horas realizado el lunes.

Pese a su oratoria lineal, por momentos tediosa, la ahora ex presidenta demostró con profusión de cifras y argumentos jurídicos la endeblez de los cargos que se le imputaron, desconstruyendo las tesis de los legisladores del bloque destituyente.

Además de esa victoria en el recinto Dilma demostró ante la opinión pública su entereza para defender en persona la legitimidad de sus posiciones lo cual le permitió salir robustecida de esta crisis. Y , acaso, haya comenzado a construir un liderazgo que puede contribuir en esta fase difícil del PT, que puede sufrir una derrota seria en los comicios municipales de octubre.

Impotentes al intentar demostrar que la acusada violó las leyes de Presupuesto y Responsabilidad Fiscal, sus enemigos echaron mano de ataques con olor a naftalina de la guerra fría: un senador-pastor, Magno Malta, gritó que con caída de Dilma permitirá Brasil se libre de los diabólicos gobiernos petistas que financiaron al Foro de San Pablo, en el que participan decenas de partidos de izquierda latinoamericano. Otro senador, Ronaldo Caiado, con un guión que bien pudiera haber sido escrito en Miami, festejó que de ahora en más no habrá dinero para como el puerto de Mariel, en Cuba.

El abogado que coordinó la denuncia contra Dilma, Miguel Reale Junior, planteó como una tesis de su ponencia final, que su país ahora marcha hacia una “nueva época” de libertad y moral, enterrando los 13 años de mandatos petistas en los que imperó la ética del “malandro” y el haragán. Fragmentos del discurso victorioso en el impeachment que puso fin al período de gobiernos respaldados por el voto de la ciudadanía.

“Este fue el segundo golpe de estado que me tocó vivir”, el primero fue el de 1964 contra Joao Goulart, declaró Rousseff, que comenzó a empacar sus pertenencias para mudarse del Palacio de Alvorada a su casa de Porto Alegre que puede convertirse en una de sus futras bases de acción política, acaso combinada con Rio de Janeiro, donde reside su madre.

Confirmó que volverá a militar luego de un tiempo de descanso y una posible gira por países de América del Sur. Negó desavenencias con Luiz Inácio Lula da Silva: “Les sugiero que desistan, porque van a perder el tiempo, si intentan que me maldisponga con el presidente Lula (..) tengo una inmensa consideración por él, no sólo política, también en lo personal”. Y compartió la decisión de la dirección nacional del PT, anunciada el viernes, de iniciar una campaña de lucha demandando elecciones “Directas Ya”, la misma bandera que unificó a un amplio campo político contra la dictadura a principio de los años 80.

Campaña que finalmente fuera derrotada por los generales que impidieron el sufragio y obligaron a que el primer presidente civil, Tancredo Neves, fuera ungido por un colegio electoral. Treinta y un años después de aquella elección anómala, la semana pasada resucitó una especie de voto calificado cuando 61 senadores pusieron fin al gobierno elegido por 54,5 millones de ciudadanos, que fue sucedido por Michel Temer, quien la última vez que fue candidato por las suyas, en 2006, obtuvo 99.000 sufragios.

El 31 de agosto, sentenció Dilma Rousseff, “se rompió el mayor contrato político, el que existe entre el gobierno y el pueblo”.

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Dilma habló por primera vez de “dictadura” después de la salvaje represión en las primeras horas del gobierno de facto.
Imagen: EFE
 
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