EL MUNDO › ES UN OFICIAL DE INTELIGENCIA DEL EJERCITO

Infiltrado en las marchas contra Temer

 Por Gustavo Veiga

Hace diez años, cuando era diputado, Michael Temer solía enviarle información sensible al Comando Sur y a la embajada de Estados Unidos en Brasil. Era su informador “constante”, según Wikileaks. Ahora que ocupa la presidencia por un golpe parlamentario, se repiten esas prácticas al servicio de su gobierno. Un militar fue descubierto cuando se infiltró en las protestas callejeras en San Pablo. Es capitán del ejército del área de inteligencia y se llama William Pina Botelho. En redes sociales como Facebook y Tinder se hacía pasar como Balta o Baltazar Nunes. Le cantaron piedra libre los propios afectados –veintiún jóvenes que fueron detenidos junto a él, camuflado de civil– y después sus ex compañeros del instituto presbiteriano Gammon de Minas Gerais.

El oficial luce en las fotografías un look informal, con barba negra, lentes y cierto aire de profesor universitario. Se difundió su imagen en el momento de la detención, con las manos detrás de la espalda como si estuviera esposado y cerca del centro cultural paulistaubicado sobre la avenida Vergueiro. Estaba junto a los estudiantes de un grupo que había interactuado con él por las redes y luego lo agregaron a su grupo de WathsApp. El primer mazazo que recibió la “credibilidad” del espía movilizado bajo la consigna Fuera Temer fue el destino que le dio la Policía Militar apenas lo arrestaron. A diferencia de los demás, que terminaron conducidos al Departamento Estadual de Investigaciones Criminales (DEIC), a él lo llevaron a otra delegación y adujo que sucedió porque portaba un documento falso. La página Ponte Jornalismo, que descubrió la identidad del militar, desarrolló en una serie de artículos esta historia que luego repercutió en la mayoría de los medios brasileños. Pina Botelho, según informó el propio Ejército, es un oficial que revista en el Comando Militar del Sudeste. O Globo citó al ministro de Defensa Raúl Jungmann, quien dijo que no hablaría sobre el caso.

Desde que se produjo la detención del capitán y el grupo de estudiantes el domingo 4, comenzaron a difundirse más referencias del infiltrado. En noviembre de 2013 escribió un artículo en la revista La Lucerna, una publicación de la Escuela Militar de Inteligencia del Ejército. Su título bien vale un premio estímulo de la CIA: “La inteligencia en apoyo de las operaciones en el entorno terrorista”.

La versión brasileña de El País español, señaló que Pina Botelho inició su carrera en el Ejército en el sector de ventas y que al menos en 2013 ya integraba el área de inteligencia. El espía es bachiller en Ciencias Militares por la Academia Militar de Aguas Negras ubicada en la ciudad de Resende.

La repercusión que tuvo su acto de espionaje hizo que hasta sus ex compañeros del instituto presbiteriano Gammon lo recordaran en comentarios off the record. Ahí se formó antes de seguir la carrera militar. También se ocuparon del falso Balta Nunes algunos de los detenidos en San Pablo. Dijeron que en las redes sociales se había presentado citando a Carlos Marx y que procuraba relacionarse con jóvenes de izquierda. Hasta ahí no habría levantado sospechas. Por eso continuó su labor de espía sumándose a las convocatorias para protestar contra Temer en la ciudad más populosa de Brasil.

Una vez incorporado al grupo de WathsApp y bajo el eje de convocatoria “13 horas- Metro Consolação (una estación del subte paulista) donde se juntaron los estudiantes para movilizarse, el militar completó su faena. Convenció a los jóvenes que se habían citado por Facebook para que fueran hasta el centro cultural San Pablo. Todos quedaron detenidos. Los liberaron horas después por orden del juez Paulo Rodrigo Tellini de Aguirre Camargo que firmó un fallo durísimo contra las fuerzas de seguridad. “Brasil como estado democrático de derecho no puede legitimar la actuación policial de practicar una prisión por averiguación de antecedentes con el pretexto de que los estudiantes reunidos podrían, eventualmente, realizar actos de violencia y vandalismo en una manifestación ideológica. Ese tiempo, felizmente, ya pasó”.

El capitán infiltrado cerró su cuenta de Facebook y desapareció de WathsApp. Ahora la última palabra la tiene el gobierno.

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