EL MUNDO › VIRGINIA Y TENNESSEE PUEDEN
MARCAR UN CAMBIO POLITICO FUNDAMENTAL EN EE.UU.

El sur también es la patria del nuevo JFK

Con su victoria arrasadora de anoche en Virginia y Tennessee, John Forbes Kerry demostró que puede ganar en el sur de Estados Unidos, lo que completa su dominio del mapa político. Y el resto de los precandidatos demócratas queda en posición agónica.

 Por Claudio Uriarte

Para John Forbes Kerry, fue una gran noche. Dentro del cambiante drama de las internas demócratas, lo que se planteaba ayer a su héroe con las primarias de Virginia y Tennessee era si un aristocrático progresista de Nueva Inglaterra podía ganar en dos estados mayormente conservadores del sur, y contra dos figuras de ese mismo sur. Kerry pasó la prueba con colores triunfales, especialmente en Virginia, donde su 51 por ciento de los votos es superior al total combinado del senador de Carolina del Norte John Edwards (27 por ciento) y el general retirado Wesley Clark (9 por ciento). Las cosas fueron un poco más moderadas en Tennessee, con figuras de 41, 26 y 23 respectivamente, pero de lejos superiores a lo que Kerry necesitaba para convertirse en un candidato de proyección nacional. Traducido a datos concretos, esto implica que Edwards y Clark, cuya única fuerza era la pretensión de que ellos podían garantizar el sur en las presidenciales de noviembre, quedan sin argumentos (y posiblemente sin fondos) para llegar hasta el supermartes 2 de marzo, y que Kerry no necesita incorporarlos de algún modo a su campaña (como por ejemplo, ofrecer la vicepresidencia a Edwards, que no parece un tipo confiable). Desde ahora, el nuevo JFK tiene las manos libres, y su consagración en la Convención Demócrata de junio parece inevitable.
En Virginia, donde celebró su victoria con partidarios en la Universidad George Mason, Kerry dio la medida de su figura. Después de ser introducido, entre otros, por una estudiante latina, el candidato ofreció nuevamente el núcleo de su campaña, concentrado en la economía y en la seguridad nacional. “En estos momentos se nos está diciendo que hay una recuperación económica, pero la gente no la puede ver ni en empleos, salarios, ni nivel de vida (...). Pero en un rapto de extraña sinceridad, hoy nos han dicho que creen que la exportación de empleos es buena para la economía de Estados Unidos. Díganle eso a un obrero de 47 años, desocupado desde hace tres y con tres hijos que mantener. En mi administración, nos aseguraremos de cancelar todos los beneficios impositivos, todas las ventajas y todas las trampas para los CEOS que piensan que exportar trabajos es bueno para la economía norteamericana”. Y seguridad nacional: “Esta administración dice que quiere que ésta sea una campaña sobre la seguridad nacional. Bueno, yo del tema sé bastante (Kerry peleó en Vietnam y fue condecorado varias veces) y sé lo que es el tema de los portaaviones en la vida real (en alusión al extravagante aterrizaje de George W. Bush, que ahora parece que ni siquiera hizo el servicio militar en serio, disfrazado de piloto en el portaaviones Abraham Lincoln el 1º de mayo último). Bush ha hecho esta nación más insegura, en términos económicos, en términos sociales y, sí, en términos militares, al sobreextender nuestras fuerzas armadas”. Kerry también defendió el derecho de opción de las mujeres, y prometió una administración “con un secretario de Justicia cuyo nombre no sea John Ashcroft”, el notorio exponente de la derecha cristiana. Y, en una nota de radiante optimismo, instó a sus partidarios a “no abuchear a George Bush, sino a festejar por todas las cosas buenas que vamos a hacer”.
Kerry, en suma, parece haber sintetizado, y en las proporciones correctas, todo lo que se siente que está mal en Estados Unidos: la economía, las políticas sociales del gobierno y la guerra de Irak. Pero el discurso de ayer, lejos de lo que pensaban los comentaristas televisivos que han estado parloteando en las últimas semanas con respecto a que Kerry estaba siendo elegido por su “elegibilidad” (lo que, bien visto, es una tautología), fue un mensaje que es de izquierda para Estados Unidos. En otras palabras, Kerry no se corrió “al centro” para ganar en dos estados reaccionarios sino que siguió siendo Kerry y mostró que los dos estados no son tan reaccionarios. Esto es un emergente importante de un cambio político fundamental en Estados Unidos: el país está girando a la izquierda. Lo de la “elegibilidad”, por lo demás, fue un puro truco retórico de comentaristas televisivos que estaban a favor de Howard Dean (que, desprovisto ya casi de fondos, no hizo campaña en los estados de ayer y quedó en ambos en un cuarto lugar) y luego salieron a decir que la gente hizo un “voto pensado” y que lo votaban porque era “elegible”. Con esta última parte del argumento es difícil disentir, pero la primera supone que la gente razona como los comentaristas televisivos. En realidad, Dean no salió elegido en ninguna parte porque se vio claramente que se trata de un desequilibrado emocional; Edwards, con su fortuna hecha en la industria del juicio, no engañó a muchos con su discurso populista y su falso acento sureño, y el general Clark probó ser un candidato de madera.
La Casa Blanca está a la defensiva, y Kerry, después del norte, el oeste, el este y ahora el sur, queda en el comando del escenario político. Es su mejor momento hasta la fecha y, al mismo tiempo, el más peligroso.

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John Forbes Kerry con su esposa Teresa Heinz tras su vibrante discurso de ayer.
 
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