EL PAíS › CRISTINA KIRCHNER DESDE NUEVA YORK

“Los bonistas no pedían nada en el año 2001”

La senadora Kirchner defendió las posturas oficiales en la negociación con los acreedores privados. Les achacó “una visión bastante corta”. Recordó su pasividad cuando había default. Negó que Argentina pueda caerse del mundo. Duras críticas a los que atacan a Carmen Argibay.

 Por Fernando Cibeira

Quiso el destino que la visita de Cristina Fernández de Kirchner a Nueva York coincidiera con un momento crítico en la renegociación de la deuda externa, con escenario de discusión privilegiado en Estados Unidos. Allí se reunió la semana pasada el G-7 y allí también el ministro de Economía, Roberto Lavagna, se encontró el lunes con la cúpula del FMI. Entre los números que marcó Lavagna para informar del resultado del encuentro estuvo el de la senadora. “Nada nuevo bajo el sol”, resume la primera dama el informe del ministro.
Cristina Kirchner dialogó telefónicamente con Página/12 ayer a la tarde, un poco antes de exponer ante el influyente Consejo de las Américas, el ámbito creado por el banquero David Rockefeller para reunir al establishment neoyorquino. Curiosamente, en este mismo ciclo de conferencias, el mes pasado el subsecretario de Asuntos Hemisféricos, Roger Noriega, criticó a la Argentina por su política hacia Cuba. Pero ahora el clima es diferente. Cristina revela que “absolutamente nadie” le preguntó por Fidel Castro y que los interrogantes que recibe giran alrededor de la deuda externa.
Todavía contenta por la repercusión de sus palabras en la recepción que le preparó el consulado argentino el lunes, la senadora Kirchner se entusiasma con la iniciativa de convertir a la ESMA en un museo de la memoria. “Lo dije en el consulado: los pueblos que no tienen memoria no tienen futuro. Por eso admiro tanto al pueblo judío”, remarca. En la recepción la aplaudieron desde el modisto Gino Bogani hasta el empresario Carlos Fedrigotti. La bailarina Paloma Herrera, en primera fila –“divina”, define– dice que estuvo entre las más entusiastas. “No entiendo nada de política pero ahora soy kirchnerista”, le dijo.
–¿Qué interesa más en Estados Unidos sobre la situación argentina?
–La visita mía no tiene nada que ver con lo que está pasando en la Argentina. Hay que contextualizarla correctamente. La visita estaba prevista para enero, pero la cancelé porque había problemas de agenda con Kirchner para acompañarlo a España y eventualmente a Davos. Es una invitación que me hizo Susan Segal (presidenta del Consejo de las Américas) en septiembre del año pasado. El otro tema del viaje es la organización del Observatorio Argentina (un instituto creado en la New School University de Nueva York por el premio Nobel Joseph Stiglitz para seguir la evolución del país), en donde doy una conferencia el jueves, así que mi visita a Nueva York se da en este contexto pero no tiene nada que ver.
–De todas formas, en Nueva York le preguntarán por la renegociación de la deuda.
–Por supuesto. Y contesto la realidad, no tenemos un doble discurso. Hemos firmado lo que podíamos cumplir, es el eje central de la política de Kirchner. Sostenemos que el problema de la deuda no es un problema del Gobierno, es un problema de la sociedad argentina, profundo, estructural y cultural. Si nosotros lo consideráramos un problema del Gobierno podríamos hacer lo que hicieron tantísimos otros: megacanje, Brady, etcétera. Entonces le diríamos “no le pagamos el 25, le pagamos el 50 por ciento pero denos un plazo de 4 o 5 años de gracia”. Te lo dan en dos minutos, se firma todo y dentro de diez años el país revienta de vuelta. Esta es la concepción de los que han tomado la deuda como un problema de gobierno.
–¿Y cómo se explica esto afuera del país?
–Lo entienden todos. No vi ningún reclamo de bonistas en el 2001 cuando el país se incendiaba y los bancos tuvieron que hacer un cerco con vallas y contratar un equipo de psicólogos para sus empleados y el Congreso funcionar con carros de asalto para aprobar leyes. Ahí nadie nos discutía si pagábamos el 5 o el 20, ahí estábamos en default y no le pagábamos nada. Los planteos están estrechamente vinculados al crecimiento y con una visión bastante corta porque, en definitiva, la única posibilidad que tienen de cobrar el 25 es que la Argentina crezca. De hecho, ¿en el 2001 cobraban el 25? No, nada.
–¿Se puede mantener una posición inflexible en una negociación como la deuda con los acreedores privados?
–Las actitudes no son inflexibles, los discursos no son inflexibles, lo que son inflexibles son los números. Y los números son: el 55,9 por ciento de la gente bajo la línea de pobreza, el 27 de indigencia, más una deuda de alrededor de 4500 dólares por habitante frente a los 800 que había en 1976. El 3 por ciento de superávit fiscal más el 25 por ciento que estamos ofertando significa la mitad del PBI argentino. Eso no es inflexible, lo que son inflexibles son los números económicos y sociales de la República Argentina.
–Es probable que en un rato en el Consejo de las Américas algún financista de Wall Street le recuerde que Argentina está creciendo más de lo que se esperaba, por lo que deberían pagarles más también a quienes en algún momento invirtieron en bonos argentinos.
–Cuando hicimos la oferta por la deuda en Dubai, ya estábamos con este nivel de crecimiento. Los que no creían en el crecimiento eran ellos. La oferta que estamos haciendo es con los números del crecimiento y para que pueda seguir habiendo crecimiento.
–¿Argentina no corre el riesgo de quedar aislada en el mundo?
–¿En qué consistiría el aislamiento? Porque cuando Argentina implosionó no estaba aislada. Es más, le habían hecho un megacanje, le daban plata en efectivo, estaba conectada con todo el mundo y explotó igual. ¿Cuál es la garantía? ¿Qué es estar aislado? Creo que tendríamos que dejar de repetir las cosas que nos dicen de afuera. También nos decían que el peso no aguantaba y que íbamos a una inflación galopante. Los argentinos nos tendríamos que sentar a pensar y repensar lo que nos pasó.
–¿Pero no importa que el G-7, que reúne a los países más poderosos del mundo, haya recomendado a la Argentina iniciar ya una negociación y actuar con buena fe?
–La buena fe es a dos puntas. Y los países del G-7 debieran recordar la situación que se produjo cuando se acordó con el Fondo. ¿Qué dijo Roberto Lavagna? Que tenía un solo bolsillo. Que les pagaba o a los organismos multilaterales o a los bonistas. ¿Qué dijeron en el G-7? Arreglen con el Fondo. Bueno, entonces cada uno se hace cargo de su buena fe.
–¿Usted también está entre quienes quieren convertir la discusión por la deuda en una causa nacional?
–No hay un objetivo comunicacional en convertir la deuda en una causa nacional. No es una “causa nacional”, es un problema nacional, que es otra cosa. Lo de causa nacional lo agregan los medios, los periodistas y los analistas. El abordaje debe darse en su correcta dimensión: el más grave problema nacional que tenemos.
–Luego de las últimas declaraciones de funcionarios de la Casa Blanca, ¿siguen percibiendo al gobierno norteamericano como uno de los países poderosos que más apoya la situación argentina?
–Están en su proceso electoral. De la misma manera que cuando hay elecciones en Argentina, se hace más difícil abordar los temas con seriedad y profundidad porque todo se convierte en un tema electoral. Bush tendrá determinadas necesidades ante grupos de su preferencia.
–Llegó a Estados Unidos en plena interna demócrata. Ahora que Kirchner mantiene una buena relación con Bush, ¿qué le conviene, que cambie el gobierno o que siga el mismo?
–Así como no nos gusta que tengan injerencia en la organización política interna nuestra, a nosotros no nos gusta opinar de la organización política interna de otro país.
–¿Comenzarán a hacerse frecuentes los viajes al exterior por su cuenta?
–¿Qué quiere decir por mi cuenta?
–Sin el Presidente.
–¡Qué misógino! ¿Por qué tengo que viajar sólo con el Presidente? Hablando en serio, soy una dirigente política. Soy senadora de la Nación desde antes de que Kirchner fuera presidente. Si fuera por las invitaciones que recibo para dar conferencias tendría que vivir en el exterior. Esto era un compromiso que había armado con anterioridad, pero debo ser de las legisladoras que menos han viajado.
–Hablando del Congreso, cuando vuelva al Senado uno de los primeros temas que van a tratar va a ser el pliego de Carmen Argibay para la Corte. ¿Qué opina sobre sus declaraciones acerca de que la sociedad argentina era hipócrita con el tema del aborto?
–Algo de razón tiene, ¿no?
–¿Piensa que eso puede complicar la discusión en el Senado?
–¿Quién, los hipócritas?

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