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Habrá elecciones en el Estado 51, pero cuando el pueblo esté maduro

La misión de la ONU en Irak relativizó ayer el apoyo que había dado a las elecciones directas reclamadas por la mayoría chiíta, afirmando que existen peligros “muy graves”, en alusión a una posible guerra civil. El enviado especial de Kofi Annan señaló los riesgos de un nuevo Líbano o una nueva Argelia.

Por Angeles Espinosa *
Desde Bagdad

“Hemos acordado que la fecha (de las elecciones) no debe ser rehén de ningún plazo, que necesitamos organizarlas tan pronto como sea posible, pero no antes de que sea posible.” Así resumió ayer Lajdar Brahimi, el enviado especial a Irak de la ONU, su última reunión con el Consejo de Gobierno antes de abandonar Bagdad. Durante una semana, Brahimi y su equipo han evaluado la viabilidad de unas elecciones previas al traspaso de poder. De sus palabras se deduce que lo considera improbable. A pesar de su habitual optimismo, el diplomático argelino advirtió a los iraquíes del riesgo de que su país se suma en una guerra civil. “Existen peligros muy, muy graves”, señaló.
“He dicho a todas las personas con las que me he entrevistado que tengan cuidado”, declaró el enviado del secretario general de la ONU respecto del peligro de un conflicto fratricida. “He pedido al Consejo de Gobierno y pido a todos los iraquíes que tengan en cuenta que las guerras civiles no ocurren porque lo decida una persona; ocurren porque la gente no tiene escrúpulos, es egoísta y hay grupos que piensan más en ellos mismos que en su país”, señaló Brahimi antes de poner como ejemplos los casos de Líbano y de su propio país, Argelia. Las advertencias sobre el peligro de libanización de Irak se han intensificado a raíz del debate sobre las elecciones. Aunque todos los grupos políticos y étnico-religiosos coinciden en la necesidad del voto directo, sus posiciones se han polarizado sobre su urgencia. La comunidad árabe chiíta exige, con el peso de su mayoría numérica (un 60 por ciento de la población), que los comicios precedan al traspaso de poder previsto para el 30 de junio. De esta forma, la coalición internacional que gobierna Irak devolvería la soberanía a una autoridad iraquí electa y no, como pretende EE.UU., a una Asamblea Nacional designada. Washington optó por esta fórmula en su plan del pasado 15 de noviembre al considerar que ni la situación política ni la de seguridad permiten que los iraquíes acudan a las urnas en los próximos meses. Los grupos minoritarios, en especial los árabes sunnitas, respaldan esa postura porque temen que sus derechos queden aplastados bajo la apisonadora chiíta. También, aunque no lo dicen en voz alta, tienen miedo de que esa comunidad se vengue por años de subyugación a manos de gobiernos sunnitas. La visita de la misión de la ONU se ve como la última oportunidad para desbloquear esa situación.
Brahimi reiteró ayer su convicción de que los comicios son “terriblemente importantes”, pero subrayó que también tienen que ser “razonablemente creíbles”. El día anterior, el enviado de la ONU se había entrevistado con el líder religioso de los chiítas, el ayatolá Alí Sistani, quien insiste en la celebración de elecciones antes del 30 de junio. Su apoyo es necesario para dar legitimidad al traspaso de poder. “Estoy de acuerdo con Su Eminencia en que las elecciones son el mejor modo de establecer un gobierno y estoy convencido de que el ayatolá comparte la necesidad de que se preparen de forma adecuada”, dijo ayer Brahimi dando a entender que hay un margen de negociación. Sin embargo, el enviado de la ONU no especificó cuándo considera que pueden celebrarse. Con anterioridad, su portavoz, Ahmad Fawzi, declaró a la emisora de radio británica BBC que no hay idea de retrasar la devolución de la soberanía o convocar las elecciones antes de esa fecha. “Las elecciones se celebrarán cuando el país esté preparado y eso será después del traspaso de poder”, dijo. La reacción de Sistani a las recomendaciones de la ONU, que Kofi Annan hará oficiales en un plazo de 10 días, guiará la respuesta de la población chiíta. El diplomático argelino dio por hecho en su comparecencia ante la prensa que el plan norteamericano del pasado noviembre está ya superado. “Todos los iraquíes coinciden en que la devolución de la soberanía debe hacerse lo antes posible”, declaró en clara referencia a que la fecha del 30 de junio no es negociable. “Otro asunto es la organización de elecciones, y un tercero, aún en discusión, a quién se va a entregar el poder”, añadió Brahimi. El Consejo de Gobierno nombrado por EE.UU. en agosto pasado pretende que Washington le traspase la autoridad ante el desacuerdo sobre la elección de la Asamblea Nacional.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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Lajdar Brahimi, enviado especial de la ONU a Irak, puntualiza sus condiciones.
 
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