EL MUNDO › PERDIO LA GUERRA

El hombre de la paz, líder del “socialismo tranquilo”

Hasta hace poco, nadie le auguraba el triunfo. Hasta el cuádruple atentado del jueves que dejó más de 200 muertos, para ser precisos. José Luis Rodríguez Zapatero, que se inspira en el ejemplo de Felipe González, ganó con la promesa de la paz y el combate al terrorismo. Lo que sigue es la biografía de un hombre tranquilo.

 Por Mercedes López San Miguel

Sabía que en el PSOE nadie es reconocido plenamente como líder hasta que gana las elecciones. El candidato del socialismo español, José Luis Rodríguez Zapatero, de 43 años, venció ayer al delfín del conservador José María Aznar, Mariano Rajoy –su continuista–, convenciendo a los españoles de la “necesidad del cambio”. Las tres grandes temáticas que preocupan al nuevo jefe de gobierno son el terrorismo –subrayado tras los atentados del jueves en Madrid–, la vertebración de España y la inmigración. Admirador de Felipe González (el gran renovador del partido, que gobernó España durante casi 12 años), Zapatero se consolidó como la nueva figura de la renovación socialista.
Tomó las riendas del PSOE en un momento en el que sus correligionarios seguían sintiéndose atacados por los populares. Luego del fracaso electoral de marzo de 2000, cuando el Partido Popular (PP) de Aznar ganó con la mayoría absoluta, los socialistas eligieron a un joven secretario general que prometía encauzar al PSOE y a España “por el cambio tranquilo”. Zapatero tenía una trayectoria brillante: secretario general de las Juventudes Socialistas de León a los 18 años; secretario general de esa capital a los 22, diputado más joven de España a los 26 y líder del socialismo leonés a los 28. Contaba, además, con una intachable carrera parlamentaria. “Quiero dar al partido un baño de modernismo, pero desde la defensa de los valores de la libertad, la igualdad, la solidaridad, para formar una España pluralista”, había dicho al asumir como nuevo secretario general, el 22 de julio de 2000.
Nacido en Valladolid (región de Castilla y León) un 4 de agosto de 1960, pasó su niñez y adolescencia en el seno de una familia de clase media. El compromiso de Zapatero con la izquierda, con los socialistas, es profundo y familiar, y asimismo romántico. Su vida estuvo marcada por la personalidad de su abuelo, el capitán Rodríguez Lozano. Oficial del ejército, eligió la lealtad a su juramento a la República y no se unió al alzamiento fascista, muriendo fusilado en la Guerra Civil. Zapatero heredó de su madre la resistencia a verbalizar las emociones. Creció bajo el ala protectora de su padre, Juan Rodríguez, director de los servicios jurídicos del Ayuntamiento de León y decano del Colegio de Abogados. Si se le pregunta cuál es la persona a la que más admira, José Luis Rodríguez Zapatero dirá: “Adoro a mi padre”. Igual que su progenitor, el líder socialista siguió la carrera de Derecho. Luego de graduarse y previo a largarse de lleno a la política, dio clases en la universidad de Derecho Constitucional a la que acudía un alto porcentaje de mujeres –parece ser que sus ojos celestes despertaban suspiros entre las alumnas–.
En los tres años que ha estado al frente del PSOE ha redoblado su fe en el poder del discurso político. En esta campaña –interrumpida en su tramo final por la masacre de Madrid–, el líder del PSOE anunció su alianza con los postulados del senador estadounidense John Kerry, candidato demócrata –ya posicionado para rivalizar con George W. Bush en las presidenciales del 2 de noviembre próximo–, una “alianza por la paz”, en contraposición con la coalición por la guerra que el gobierno de Aznar selló con George W. Bush. En su eslógan de campaña, optó por los 10 mandamientos para enfrentar a sus adversarios: “No matarás” (como en Irak), “No mentirás”, (como durante la catástrofe ecológica de 2002 del buque petrolero “Prestige”). Las frases en los afiches se combinaron con su imagen prolija y ojos claros. La encargada del vestuario fue su esposa, una profesora de música y soprano con quien tiene dos hijas, Laura y Alba.
“Por culpa de las dictaduras, el Estado español no ha conseguido históricamente hacer naciones en muchos rincones de España. La diversidad es un valor consustancial que hay que saber liderar para poder unir. El elemento central que fortalece nuestra cohesión es nuestra pertenencia a la Unión Europea”, señaló recientemente al diario madrileño El País. Zapatero ha insistido con que impulsará un programa de cambio para Españay convocó a quienes “creen que la izquierda no debe ser estática ni conservadora”. Su mensaje político se fue legitimando.
Si España premió a la prosperidad económica en las pasadas elecciones, esta vez privilegió el tópico seguridad, optando por una nueva administración pacifista. En noviembre pasado, el Partido Popular en el poder superaba en 7,7 por ciento en intención de votos a los socialistas –a la vez que se conocía que la economía española crecía un 2,4 por ciento en el tercer trimestre del año y conseguía crear 293.000 puestos de trabajo–.
El “socialista tranquilo”, como lo definió el periódico El País, es un hombre serio y reservado al que le gusta más escuchar que hablar, y que según los que lo han tratado gana en la proximidad. “Los españoles dijeron que quieren un gobierno de cambio”, afirmó ayer Zapatero en su primera declaración tras la confirmación del resultado, antes de anunciar que su “prioridad más inmediata es luchar contra el terrorismo”.
El otro pilar de su campaña fue devolverle a España “su lugar en el mundo”, estrechando las relaciones enfriadas con Europa y América latina y sin supeditarse a Estados Unidos, país con el que el gobierno de Aznar se alió en su ofensiva contra Irak, pese a la opinión contraria de una gran mayoría de los españoles. “España tiene que ser la voz latinoamericana en Europa” ha declarado a la prensa.
Rodríguez Zapatero impuso un nueva forma dentro del partido, pausada y alejada de cualquier crispación que quedó patente en su estilo de hacer oposición, la más “civilizada posible”, según sus palabras. Desde ese momento fue consolidando su liderazgo, tanto en el interior del partido como respecto de la sociedad. Zapatero fijó en la lucha antiterrorista y la política de inmigración las prioridades del PSOE. Eso lo llevó a firmar en diciembre de 2000 con el PP y en presencia de Aznar, el “Acuerdo por las libertades y contra el terrorismo”, un documento marco de rechazo a los que utilizan la violencia y actúan en contra de la Constitución.
Su propuesta de un pacto semejante sobre inmigración no fue aceptada por el gobierno. No obstante, sí acordó con el PP un Pacto sobre la Justicia, que firmó en mayo de 2001, y consensuó con el resto de las fuerzas parlamentarias una nueva Ley de Partidos, aprobada por las Cortes en junio de 2002 y que permitió, dos meses después, abrir el proceso de ilegalización de Batasuna, considerada el brazo político de la organización separatista vasca ETA.
La consolidación parlamentaria de Rodríguez Zapatero como jefe de la oposición se produjo en el debate sobre el estado de la Nación de julio de 2002, cuando, contra pronósticos, abandonó la crítica blanda y cargó las críticas sobre la política gubernamental. Zapatero endureció su discurso con motivo de la catástrofe ecológica provocada por el hundimiento del petrolero “Prestige” frente a las costas de Galicia (noroeste de España) en noviembre de 2002 y el conflicto en el Golfo Pérsico, que en estos días cumple un año de su inicio. Centenares de miles de españoles se opusieron a la guerra en Irak. La condena se ponía de manifiesto.
Con el último acto terrorista en suelo español, al momento más vinculado con el fundamentalismo islámico, la cadena de sentido podría interpretarse de este modo: guerra en Irak-ataque a aliado de Washington-voto castigo. Después del 11-M, Zapatero afirmó que “la unidad del país es imprescindible para hacer frente al terrorismo”. Expresó su compromiso “con España y con la unidad de sus ciudadanos”. Antes de que leyera un comunicado en la sede de su partido el líder socialista hizo unas declaraciones en TVE y en la Cadena Ser en las que pidió a los ciudadanos que respondieran a esos atentados como se hace en democracia, acudiendo a las urnas. “Me dirijo al gobierno y a las fuerzas políticas para decirles que éste es, más que nunca, el momento de la unidad democrática frente al terrorismo.”
Pero sobre todo se dirigió a los ciudadanos. “Pido a los ciudadanos serenidad y unidad. Lo que quieren los asesinos es hacernos perder lacalma, buscan el enfrentamiento entre nosotros. Hagamos lo contrario. Los españoles siempre hemos sabido reaccionar ante los ataques contra nuestra democracia. Respondamos a este desafío de sangre y muerte reafirmando nuestros valores y principios constitucionales: la libertad, la convivencia y el Estado de derecho.”
Zapatero fue el único aspirante presentado al proceso de primarias abierto en el PSOE para elegir al candidato a la presidencia del gobierno, su nombre fue apoyado por la Ejecutiva, el Comité Federal y avalado por la mayoría de la militancia. Un ávido lector de Gabriel García Márquez, Julio Cortázar y Jorge Luis Borges, cuya mayor pasión, además de la política, es la familia, prometió en la prensa que si alcanzaba la presidencia no sufriría “ninguna transformación”.
El candidato electo siempre dice que en 1976 quedó fascinado con los discursos de Felipe González sobre un socialismo “sin rejas ni fronteras”. Zapatero ha logrado consolidar un liderazgo que parecía muy poco posible no solamente en las filas socialistas conmovidas por el fin de la etapa de Felipe González sino ante la sociedad española. Dice una leyenda, incentivada por amigos y enemigos, que Zapatero siempre supo que estaba llamado a sustituir a Felipe González. Aunque nadie lo haya escuchado decir algo así, muchos de sus tempranos seguidores le vaticinaron ese destino.

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José Luis Rodríguez Zapatero con Trinidad Jiménez, candidata socialista en Madrid, ayer.
 
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