EL MUNDO › LA CAMPAÑA ANTITERRORISTA, EJE EN ESTADOS UNIDOS

Quién ofrece más seguridad

Después de una Convención Demócrata fuertemente centrada en la seguridad nacional y del alza de la vigilancia en las instituciones financieras de Washington, Nueva York y Newark, la batalla contra el terrorismo ocupa el centro de la escena en la campaña electoral.

Por Carlos Mendo *
Desde Washington

Las elecciones presidenciales de EE.UU. se celebrarán el próximo 2 de noviembre bajo la sombra del 11-S. Tres años después de los atentados contra las Torres Gemelas y el Pentágono, la seguridad nacional es el asunto que domina la campaña. Mientras el republicano George W. Bush se presenta ante los estadounidenses como el mejor garante de su seguridad, el demócrata John Kerry trata de demostrar que él es el hombre idóneo para derrotar al terrorismo. Quien convenza a los votantes de sus dotes de líder fuerte tendrá muchas posibilidades de ganar.
Los ataques terroristas del 11 de septiembre conmocionaron de tal forma a los estadounidenses que los temas de seguridad nacional ocupan, tres años después de los atentados, el lugar estrella de los programas políticos que demócratas y republicanos ofrecerán a la consideración de los electores para las elecciones presidenciales de noviembre. Sólo una desarticulación de las redes terroristas internacionales, improbable, o una mejora de la situación en Irak, posible, convertiría a la economía, como ocurrió en 1992 con el lema “¡Es la economía, estúpido!” de la campaña de Bill Clinton, en principal protagonista de la carrera para la Casa Blanca.
Para disipar cualquier duda sobre el compromiso demócrata con la seguridad nacional y adelantarse a las posibles acusaciones republicanas de tibieza, el programa demócrata dedica 14 de sus 35 páginas a explicar los planes del partido para, entre otras cosas, “derrotar” al terrorismo; mantener las armas de destrucción masiva fuera del alcance de los terroristas; promover la democracia, la paz y la seguridad en el mundo; conseguir la independencia energética y reforzar a las Fuerzas Armadas. El documento acusa a la administración de Bush de “apartarse de más de 100 años de liderazgo americano en el mundo para abrazar una nueva, y peligrosamente ineficaz, negligencia del mundo”.
Los demócratas consideran en su programa que la doctrina de guerra preventiva de Bush le ha costado a Washington el apoyo de sus aliados tradicionales y se compromete y aboga por “la construcción de una coalición de países, incluidos los miembros permanentes del Consejo de Seguridad, que compartan con Estados Unidos las responsabilidades políticas y militares en Irak”. “La victoria en la lucha contra el terrorismo se conseguirá en compañía de otros y no en solitario.”
El programa se compromete a la creación de “una economía fuerte y en crecimiento, cuya prioridad sea la creación de empleo”. “Una América fuerte es la que mantiene la promesa de oportunidades para todos y avisa que no consentirá privilegios especiales para ninguno.” Justo lo contrario de lo que hace la Casa Blanca que, según el programa demócrata, “antepone la riqueza al trabajo duro y prodiga una atención especial a unos pocos afortunados a costa de la mayoría de las empresas y de los trabajadores”.
Para evitar la destrucción de empleo por la deslocalización, los demócratas suprimirán las bonificaciones fiscales a las empresas que se trasladen al exterior y bajarán la presión fiscal a aquellas que creen empleo dentro del país. Igualmente, las empresas tendrán que cotizar por los beneficios que obtengan sus filiales extranjeras. Con el fin de evitar la sangría que supone la pérdida de empleo en el sector industrial, que los demócratas calculan en 2.500.000 puestos de trabajo desde la llegada de Bush, Kerry promete establecer instituciones de inversión que permitan a las pequeñas y medianas empresas un fácil acceso al capital.
Dada la composición social de este país, la captación de la clase media constituye un objetivo prioritario de los demócratas. “El corazón de la promesa americana ha sido siempre la clase media, el motor de mayor crecimiento económico que el mundo ha conocido”, afirma para, luego, recordar que en estos últimos cuatro años los costos se han disparado mientras que los ingresos se han hundido con el resultado de que “las familias americanas ganan un promedio de 1500 dólares anuales menos que en 2000”, fin de la presidencia de Clinton.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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Un soldado de la Guardia Nacional patrullando el distrito financiero de Nueva York.
 
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