EL MUNDO › ARGENTINA, BRASIL Y VENEZUELA
ACORDARAN POSICIONES SOBRE LA DEUDA

Para sentarse a charlar con Rato

Así lo dispusieron los tres presidentes ayer en Montevideo. La coordinación de posturas compartidas no implica una negociación conjunta. Los tres mandatarios conversaron largamente sobre la salida del default. Chávez comprará 500 millones dólares en deuda argentina.

 Por Martín Piqué

Acosado por una telaraña de grabadores y micrófonos, el canciller Rafael Bielsa explicaba la intención argentina de “unificar posiciones” ante los organismos multilaterales. “El Fondo Monetario deja de ser un corral y los animalitos se le comienzan a escapar”, describió. La ocurrencia provocó sonrisas en el piso 25 del lujoso hotel Radisson, donde se hospedaban todos los presidentes que participaron de la asunción de Tabaré Vázquez. “Es como una rebelión en la granja”, se inspiró una periodista, asociando la frase de Bielsa al clásico de George Orwell. Aunque exagerada –porque todos siguen pagando al FMI–, la cita resume el nuevo debate que obsesiona por estos días a la Argentina (y a Brasil y Venezuela en menor medida). Tras el resultado favorable del canje de deuda, los tres países acordaron que discutirán posiciones comunes para, luego, negociar con los organismos internacionales de crédito, particularmente con el organismo que preside el español Rodrigo Rato.
El Gobierno anunció un primer ejemplo de coordinación. Bielsa dijo que Venezuela comprará bonos de la deuda externa argentina. Como contrapartida recibirá insumos para la industria petrolera. El propio Chávez confirmó la decisión ante la prensa internacional: “Es un pequeño sacrificio, pero lo hacemos porque sabemos el peso que tiene la deuda en Argentina”, dijo. La compra bolivariana es por 500 millones de dólares. En mucho menor escala, hace recordar a la tan misteriosa operación china de compra de 20 mil millones en bonos de deuda argentina, un anuncio que nunca se concretó y cuyo principal impulsor fue el secretario de Transporte, Ricardo Jaime.
El gesto de Chávez pareció destinado a compensar la indiferencia que mostraron los países latinoamericanos –incluso los más cercanos, como Brasil y Chile– en la difícil negociación por el canje de la deuda. Pero todo cambió con el resultado puesto. La indiferencia se transformó en interés por el porcentaje de adhesión que cosechó la quita. “No es para ninguna euforia, pero marca un piso. Lamentablemente es mucho más noticia en los medios internacionales que en los medios argentinos”, analizó Bielsa, con un reproche incluido para la cobertura periodística del canje. Con el caso argentino tan presente, era inevitable que la deuda se convirtiera en uno de los ejes de la discusión. De hecho, en la reunión que tuvieron ayer Kirchner, Lula y Chávez se habló mucho del tema. El venezolano, todavía sorprendido por la renegociación que cerró Kirchner, ilustró el problema con números elocuentes: “Hace cinco años Venezuela debía 25 mil millones. Ya pagamos 25 mil millones. Pero hoy todavía debemos 24 mil millones”, se lamentó durante el encuentro con sus pares. El comentario de Chávez, repetido por Bielsa ante los periodistas, fue usado como ejemplo para ilustrar los problemas comunes de las tres naciones. “Nos empezamos a parecer en algunas cosas”, resumió Bielsa.
Ante este escenario, el Gobierno propone profundizar el rumbo de la declaración de Copacabana, en la que Argentina y Brasil acordaron que el gasto en infraestructura debía ser considerado como inversión. Ahora, con la aceptación de los acreedores, Kirchner quiere avanzar sobre la deuda con el FMI. “El 80 por ciento de aceptación a una solución heterodoxa demuestra que la institucionalidad financiera está en crisis”, desafió Bielsa. Aunque no lo digan públicamente, en el Gobierno desean lograr una quita, como máximo, o como mínimo una renegociación favorable para este año. “En términos técnicos, podemos seguir todo el 2005 sin un acuerdo con el Fondo. Igualmente seguiríamos pagando”, anticipó el canciller.
Aparte de la deuda, en la cumbre tripartita se avanzó en otros aspectos puntuales –como la convergencia energética– para que la integración “no quede en palabras”. Kirchner, Lula y Chávez acordaron que en un plazo de cuarenta días se realizarán tres reuniones en Caracas, Brasilia y Buenos Aires con nivel “ministerial”. Con la presencia de los ministros de la cartera respectiva, en cada encuentro se discutirán cuestiones específicas: en Caracas, cuestiones energéticas; en Buenos Aires, económicas, y en Brasilia, problemas sociales. Un anuncio preciso fue que los tres países conformarán una reserva común de energía que se usará ante eventuales crisis en alguno de los tres países, como la que atravesó la Argentina en el invierno del año pasado. Bielsa definió esa reserva común como el “anillo energético”.
En materia de energía, Chávez volvió a mostrar la generosidad que da la abundancia. En Uruguay, firmó un acuerdo con la petrolera estatal Ancap para proveer de crudo a las refinerías de la empresa. Ese acuerdo podría impactar sobre esta orilla del Plata, porque en la Argentina Ancap es propietaria de las estaciones de servicio Sol. Con graves problemas de financiación, Ancap está analizando desprenderse de esas bocas de expendio: tras el revés en la compra de los activos de Shell, la venezolana Pdvsa podría terminar comprando esas gasolineras. En el trasfondo de estas discusiones está la decisión de incrementar las compras “intrazona” dentro del Mercosur y sus Estados asociados. Chávez es uno de los principales promotores de esta propuesta, que para su país significa dejar de comprar en el mercado norteamericano en beneficio de los nuevos socios del Sur.
A diferencia de otros encuentros diplomáticos, esta vez se avanzó sobre operaciones concretas. Sin embargo, no hubo ningún avance en la controversia entre profundizar el Mercosur –como propone Argentina– o ampliarlo con la Unión Sudamericana, como prefiere Brasil. Esa discusión quedó pendiente para las reuniones que se vienen, que serán muchas, e incluirán por primera vez a Venezuela como un miembro pleno.

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Kirchner y Tabaré firmaron ayer un compromiso para buscar a los desaparecidos de ambos países.
 
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