EL MUNDO

¿Quién es este hombre al que odian los poderosos?

A menos de 10 días de las elecciones peruanas, Ollanta Humala, el favorito de las encuestas (y el demonio para el poder establecido), sigue siendo un enigma. Para resolverlo, Página/12 consultó a tres analistas.

 Por Carlos Noriega
Desde Lima

Ollanta Humala apareció en la escena política hace menos de un año y ya desplazó a políticos de larga trayectoria en la carrera por la presidencia, convirtiéndose en el favorito para ganar las elecciones presidenciales del 9 de abril. Está cerca de convertirse en presidente, pero para muchos lo que pueda ocurrir en un eventual gobierno del ex comandante de discurso nacionalista y antineoliberal sigue siendo una incógnita. Para intentar entender el llamado “fenómeno Humala” y analizar lo que podría ser un eventual gobierno suyo, Página/12 conversó con tres de los más destacados analistas políticos peruanos.

Para el politólogo Carlos Reyna, la espectacular irrupción de Humala en el escenario político se explica porque “expresa el descontento social de las mayorías con la situación del país, contra un modelo económico que parece ser muy exitoso en sus cifras macroeconómicas, pero que está acompañado de enormes niveles de pobreza y desempleo. Humala ha canalizado ese descontento porque tiene como competidores a otros líderes que ya han sido probados en otros puestos de responsabilidad y no han podido resolver nada, y porque la izquierda no lo ha podido hacer porque está dividida y sus líderes tienen largos años en política y la gente los ve como parte del sistema, a pesar de sus cuestionamientos al sistema”. En opinión del historiador Nelson Manrique, “Humala expresa la esperanza de un cambio frente al continuismo de un modelo económico que ha perjudicado a las mayorías”. En esa misma línea, el analista político Carlos Tapia señala que Humala “representa la permanente esperanza frustrada de los sectores pobres, especialmente del interior del país”. La fractura social entre los sectores privilegiados de la economía y la mayoría pobre del país se refleja en la polarización electoral. Mientras la derechista Lourdes Flores, llamada “la candidata de los ricos”, obtiene un abrumador respaldo de aproximadamente el 70 por ciento en los sectores sociales altos, contra un Humala que apenas bordea el cinco por ciento, en los sectores más pobres y excluidos, como son los habitantes de las zonas andinas, el apoyo a Humala supera el 60 por ciento, mientras que Flores apenas llega al 10 por ciento.

Los rivales de Humala y la prensa han levantado en las últimas semanas el discurso de que en las próximas elecciones los peruanos deberán escoger entre una dictadura (representada, supuestamente, por Humala) y la democracia. ¿Es Humala un real peligro autoritario? Para Tapia esa disyuntiva de dictadura o democracia “no tiene sustento real, es una maniobra electoral para intentar obligar a votar por la derecha a quienes no coinciden con sus planteamientos, bajo el supuesto de que están votando para defender la democracia”. En opinión de Manrique, “Humala podría llegar eventualmente a ser un riesgo autoritario, pero en este momento no hay ningún sustento para asegurar que se convertiría en un dictador”. Por su parte, Reyna señala que “Humala puede tener algunos rasgos autoritarios, como también los tienen los otros principales candidatos, pero el país no tiene las condiciones para que se dé un fenómeno autoritario. Creo que Humala es consciente que si va por ese camino sería un suicidio”. Aunque el discurso monocorde de la prensa local califica a Humala como “un radical autoritario”, los tres analistas consultados estuvieron de acuerdo en calificar el mensaje de Humala como “moderado”. Y sobre el rol de la prensa peruana y la sorprendente inmunidad de Humala a las críticas y denuncias en su contra, los tres también coincidieron en que el discurso atosigante de la prensa a favor de Flores ha terminado teniendo el efecto contrario al buscado, perjudicando a Flores e inmunizando a Humala de todo aquello que lo podría perjudicar. “Los medios nos están tratando como si fuéramos estúpidos con su apoyo a Flores y sus ataques a Humala, y eso indigna a la gente. La campaña contra Humala es tan burda, que incluso las acusaciones consistentes contra él, como el tema de derechos humanos, terminan diluyéndose”, precisa Manrique. “Cuando la gente ve que todos los medios apoyan a Flores y atacan a Humala, entonces el pueblo confirma su percepción de que Flores es la candidata de los ricos”, puntualiza Reyna.

¿Cómo imaginan a un eventual gobierno de Humala?, preguntamos a los tres analistas. “Lo imagino amarrándose con los militares y los grupos de poder económico. Creo que su gobierno haría cambios solamente parciales y no radicales del actual modelo económico. Seguramente intentaría convencer a las transnacionales para que repartan un poco más de sus ganancias pagando algo más de impuestos: eso podría generar una situación tensa con estas empresas al inicio de su gobierno, pero creo que terminarán entendiéndose. Probablemente haga un nacionalismo retórico y pragmático, con algunos rasgos populistas. No creo que sea un gobierno de izquierda como algunos dicen, porque Humala mismo ha repetido que no es de izquierda. Sería una especie de nacionalismo de centroderecha”, responde Reyna. Manrique, por su parte, señala que “Humala sigue siendo un interrogante total, porque no tiene pasado político al cual remitirnos para saber lo que podría hacer. Pero si nos atenemos a su discurso, su gobierno sería moderado. No descarto la posibilidad de que termine siendo cooptado por los grupos de poder y gobierne con ellos”. Tapia tiene una visión distinta de un eventual gobierno humalista: “Yo no creo que sea cooptado por la derecha y los grandes grupos de poder, creo que su gobierno buscará resolver la actual fractura social que existe en el Perú. Será un gran reto para él hacer los cambios sociales que el país necesita dentro de la institucionalidad democrática, porque tendrá poca libertad de acción. Lo más probable es que su gobierno negocie con firmeza con el capital transnacional y que trabaje con los otros países de la región para afirmar la comunidad de naciones latinoamericanas. El afecto que ha desarrollado con el pueblo le garantiza una paz social hasta que pueda implementar una política de cambios económicos estructurales”.

¿Será el de Humala un gobierno de izquierda?, preguntó Página/12 a Tapia, ex diputado por la izquierda en los años ’80. “Humala no es de izquierda, pero converge con la izquierda en muchas propuestas, como la lucha contra el modelo neoliberal y contra la exclusión social. El pueblo izquierdista lo apoya”, responde.

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Con indumentaria de trabajo, Ollanta Humala visita una fábrica farmacéutica en Lima ayer.
 
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