EL MUNDO › EL PRESIDENTE FRANCES PROMULGO EL CPE, PERO PIDIO MODIFICACIONES

Chirac entra a la “nouvelle vague”

Nadie quedó conforme con el mensaje en que el jefe del Estado francés promulgó con condiciones la precarización laboral.

 Por Eduardo Febbro
Desde París

La juventud francesa se había reunido en cientos de plazas del país para escuchar la alocución televisada del presidente francés, en la cual Jacques Chirac debía promulgar la discutida ley que comprende el explosivo CPE, Contrato Primer Empleo. En medio de una gritería e insultos que empezaron en cuanto el mandatario apareció en las pantallas, las palabras del jefe de Estado fueron tan incomprensibles como el sentido del mensaje que transmitió. Chirac promulgó la ley para luego pedir, en la frase siguiente, “corregirla” y “suspenderla” hasta que el Parlamento no modifique las dos bombas que detonaron la crisis social: la duración del plazo de dos años durante los cuales los jóvenes pueden ser despedidos y la justificación del despido. Chirac explicó que había solicitado al primer ministro Dominique de Villepin que elabore una nueva ley a fin de modificar la anterior. El “nuevo” CPE reducirá el plazo de prueba de dos años a uno y exigirá que el empleador comunique las razones por las cuales decidió la ruptura del contrato. En suma, el presidente inventó una solución cómica que no hace sino agregar un poco más de ironía a una ley que fue aprobada sin discusión parlamentaria. Al promulgar la ley, Chirac no cedió ante los reclamos de que fuera retirada; tampoco desacreditó a su primer ministro pero, al mismo tiempo, introdujo cambios que conducen a que, por ahora, la ley no sea aplicada.

El CPE “nouvelle vague” quedará entonces suspendido hasta que el Parlamento no integre las correcciones. En este sentido, Chirac interpeló al gobierno para que éste “tome todas las disposiciones necesarias” a fin de que, “en la práctica”, no se firme “ningún contrato sin que éste no esté regido por el conjunto de las modificaciones”. Chirac invitó también a los sindicatos y a las organizaciones estudiantiles “a participar en la elaboración” de las nuevas disposiciones. El presidente consideró que, en la República, “cuando se trata del interés nacional, no tendría que haber ni vencedores ni vencidos” y agregó que “ahora tenemos que unirnos y cada uno, desde su lugar, debe actuar con responsabilidad”. La respuesta de los invitados a “unirse” llegó enseguida, o, más bien, ya estaba en la Plaza de la Bastilla, adonde los estudiantes habían acudido a oír al presidente. Lo único que se oía era “Chirac, Villepin, dimisión”. Cinco minutos después de su discurso, los sindicatos respondieron rechazando tajantemente la propuesta presidencial. El secretario general de Fuerza Obrera, Jean-Claude Mailly, calificó de “incomprensible” e “inaceptable” el mensaje de Chirac, mientras que su par de la CGT, Bernard Thibault, estimó que en ningún caso el presidente aportó siquiera un principio de respuesta”. Según Thibault, las dos modificaciones ofrecidas por Chirac son similares a las pensadas por el primer ministro. Bruno Julliard, líder de la organización de estudiantes universitarios más importante y activa, dio a entender que el presidente sufría de sordera: “Hace dos meses que repetimos que no vamos a negociar el CPE”. Karl Spoeckel, presidente de la UNL, la agrupación de los bachilleres, advirtió que “hay riesgos de desborde”. En suma, sindicatos y organizaciones estudiantiles juzgaron insuficientes las propuestas presidenciales y mantuvieron la convocatoria a la jornada de huelgas y manifestaciones previstas para el martes 4 de abril.

La noche tan esperada le iba a reservar a Francia más de una sorpresa. Poco más de media hora después de que hablara Chirac, el ministro de Interior, Nicolas Sarkozy, intervino en la televisión para comentar “en cadena” el esquema presidencial. El titular de la cartera dijo que Chirac había adoptado “una decisión sabia”, que expresa “lo que deseaba la inmensa mayoría de los parlamentarios de la UMP” (partido de la derecha dirigido por Sarkozy).

El presidente francés fue devorado anoche por los estudiantes y sus adversarios políticos. “No se va hacia el apaciguamiento”, declaró François Hollande, primer secretario del Partido Socialista (PS), mientras que los comunistas estimaron que Chirac “eligió conscientemente el enfrentamiento con la juventud, los trabajadores y la inmensa mayoría” del país. “Complicado”, “alambicado”, “críptico”, “inútil”, “ridículo”, “alucinante”, “extravagante”, “incoherente”, las reacciones escuchadas anoche fueron una cascada de adjetivos negativos. La imagen que dejó el presidente no fue clara, un poco como la marcha sin rumbo preciso de los miles de estudiantes que lo escucharon en la Plaza de la Bastilla y que luego deambularon por París con el grito de que se retirara el CPE y con la sensación de que, como decía Agnès, una adolescente de 17 años, “ese hombre no nos ha escuchado. Chirac nos abandonó hace mucho”. Otro, Julián, comentaba: “Hace dos meses que venimos diciendo lo mismo y Chirac nos repitió lo que ya sabemos, pero no nos aportó una solución a lo que necesitamos”. Los jóvenes salieron de la Plaza de la Bastilla con el objetivo de llegar al Palacio Presidencial, pero la policía había cerrado los accesos y hasta las estaciones de metro.

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Jacques Chirac, en el extraño mensaje en que trató de conciliar sin éxito a los opuestos.
 
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