EL MUNDO › SIGUEN LAS BOMBAS Y LOS COMBATES, PERO ISRAEL AUN NO INVADE

No hay acuerdo que frene la guerra

Mientras en Nueva York, Francia y Estados Unidos afinan su plan de paz, hay duros combates en la frontera, cayeron cohetes en el norte israelí, donde murieron dos civiles, y bombas en Beirut, que mataron a cuatro. Los misiles antitanque de Hezbolá hicieron estragos: diez soldados habrían muerto.

 Por Donald Macintyre y
David Usborne *
Desde Metula, Israel y Nueva York

Israel continuó retrasando ayer el lanzamiento de una gran ofensiva terrestre aprobada por el gabinete mientras los esfuerzos diplomáticos parecían dar sus frutos en Nueva York. En tanto, la intensa lucha de las tropas israelíes con las milicias de Hezbolá seguía en el sur del Líbano. El grupo chiíta aseguró que sus combatientes acabaron con la vida de dieciocho soldados israelíes, pero el ejército de ese país admitió una sola baja. Los bombardeos israelíes, que se situaron por primera vez muy cerca del centro de Beirut, mataron a cuatro civiles libaneses y los cohetes de Hezbolá a dos israelíes.

Por primera vez en días había señales en Naciones Unidas de que Francia y Estados Unidos estaban cerca de superar sus diferencias en un borrador de una resolución de cese el fuego, que podría ser votada en el Consejo de Seguridad hoy o durante el fin de semana. El ministro de Defensa israelí, Amir Peretz, dijo que si había un cese el fuego, “la operación militar habrá creado el clima diplomático actual y una nueva situación”. Pero si los esfuerzos fallan, Israel utilizaría “todas sus herramientas” para ganar la guerra contra Hezbolá.

Diplomáticos en Nueva York dijeron que una nueva fórmula francoestadounidense estaba dirigida a acelerar el retiro de las fuerzas israelíes del sur del Líbano –una demanda clave del gobierno libanés y de la Liga Arabe–, mientras se minimiza el riesgo de crear un vacío que podría ser llenado una vez más con combatientes de Hezbolá. El compromiso involucraría reforzar la fuerza existente de Naciones Unidas, Unifil, aceptando el despliegue de 15.000 soldados del ejército libanés, mientras Francia aceptaría enviar sus tropas a la región lo antes posible. Líbano dijo anoche que no aceptaba el borrador porque “no llamaba a un cese el fuego inmediato”, Rusia anunció que hoy presentaría una alternativa si no prospera el plan francoamericano, y las negociaciones seguían.

El retraso en el lanzamiento de la invasión por parte de las fuerzas israelíes –que fue prevista en la reunión del gabinete israelí el miércoles por la mañana– llegó al tiempo que Hezbolá probó la efectividad de sus misiles antitanque, responsables de la muerte de más de quince soldados en el sur del Líbano ese mismo día. Israel tomó ayer control de la estratégica ciudad sureña de Marjayoun, a ocho kilómetros de la frontera. Pero desde la parte más alta de esta población israelí de la frontera, un tanque dañado por uno de los tantos misiles de Hezbolá podía ser visto claramente siendo remolcado por otro. Otro tanque echaba humo para aportar una nube de cobertura mientras se movía a lo largo del camino entre la frontera y las poblaciones libaneses de El Qlei’a y El Khiam.

El continuo intercambio de fuego dio muestras de que Israel todavía no había tomado el control de todo el territorio inmediatamente al norte de la frontera. “Por supuesto que las tropas están preocupadas por la efectividad de los misiles antitanque de Hezbolá. Es nuestro mayor problema”, dijo Ze’ev, un reservista de 34 años que acababa de regresar de una operación de dieciocho horas de duración en el sur del Líbano. El comandante insistió en que las operaciones son vitales para detener los ataques de Hezbolá al norte de Israel, “porque si no lo hacemos, sucederá de nuevo”. Pero dijo que seguramente habría límites al actual apoyo público de la guerra. Una madre y su hijo de cinco años, Miriam y Fathi Assadi, murieron ayer en un ataque de cohete de Hezbolá en la población árabe de Dir al Assad, en Galilea occidental. El proyectil fue uno de los 160 lanzados ayer a lo largo de la frontera, que también provocó once heridos, incluyendo el hermano de tres años del niño muerto y su abuela.

Los ataques aéreos israelíes tampoco se detuvieron ayer. Helicópteros de combate atacaron un histórico faro situado muy cerca del centro de Beirut en un bombardeo, que no puede tener otra explicación más que lanzar un mensaje muy claro: pueden dar donde quieran y cuando quieran. Sólo hubo cuatro heridos leves, bastantes cristales rotos y un creciente temor entrelos habitantes de la zona. El objetivo del ataque era una antena repetidora en desuso que albergaba el faro del barrio de Manara, construido en el siglo XIX por los franceses, ahora abandonado y alejado del mar, encajonado entre edificios de bastantes pisos, la mayoría de viviendas y de construcción reciente.

Además, los grandes barrios de mayoría chiíta del sur de la capital, ya barridos del mapa en las cuatro semanas de guerra, recibieron una nueva amenaza, en forma de panfletos lanzados desde el aire, que el viento repartió por medio Beirut, sembrando la inquietud y el desconcierto. La advertencia contra tres suburbios no podía ser más contundente: “Por su propia seguridad, deben abandonar estas zonas inmediatamente. Tras el continuo lanzamiento de cohetes por parte de los terroristas de Hezbolá, el ejército israelí intensificará su ofensiva sobre Beirut”. La amenaza provocó un nuevo éxodo de civiles que, en medio de escenas de pánico, se amontonaron en los medios de transporte disponibles –pocos, ya que la gasolina comienza a escasear– para desplazarse a los barrios considerados seguros.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12. Traducción: Virginia Scardamaglia.

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Una bandera libanesa flamea sobre las ruinas de un edificio destruido en el sur de Beirut.
Imagen: AFP
 
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