EL MUNDO › CRECE LA FUERZA DE AL QAIDA EN EL NORTE DE AFRICA

La batalla de Argel, parte II

 Por Ignacio Cembrero *
Desde Madrid

De Nuakchot a Túnez y pasando por Argel y Tetuán, el Magreb ha estado este último mes salpicado, con una intensidad inusual, por atentados y redadas policiales. Directa o indirectamente aparece en todos ellos el mismo cuño, el del Grupo Salafista de Predicación y Combate (GSPC), la única organización terrorista aún activa en Argelia, donde dispondría de unos 800 hombres armados.

Por si aún cabía alguna duda de que ahora intenta extender sus tentáculos por la zona, los enfrentamientos armados de fin de año en los suburbios de Túnez la han despejado. “Se convierte en un grupo transnacional”, afirma la tunecina Khadija Mohsen-Finan, investigadora del Instituto Francés de Relaciones Internacionales. “Intentará repetir en Marruecos su ‘hazaña’ tunecina”. Cuando, por fin, el ministro del Interior tunecino, Rakik Haj Kacem, reconoció que los hombres armados a los que el ejército persiguió durante diez días no eran vulgares criminales sino terroristas bien pertrechados, señaló también que seis de ellos, probablemente entrenados por el GSPC, se infiltraron desde Argelia.

La persecución acabó el 3 de enero en Soliman. Hubo oficialmente 16 muertos –dos de ellos miembros de las fuerzas de seguridad–, incluido el jefe del comando, el ex gendarme tunecino Lassad Sassi. Su objetivo era atacar, a fin de año, las embajadas de EE.UU. y del Reino Unido. En torno de esas mismas fechas la policía marroquí efectuó varias redadas para desmantelar una trama que enviaba a jóvenes a Irak. Sólo en Tetuán y sus alrededores hubo más de 40 detenciones, según el Centro Marroquí de Derechos Humanos, aunque el portavoz del gobierno de Rabat, Nabil Benabdalá, sólo reconoció 26 y acusó a la red de tener vínculos con Al Qaida y el GSPC.

Estas siglas reaparecen también, según la policía mauritana, tras las nueve detenciones practicadas este año en Nuakchot. Los salafistas argelinos irrumpieron, por primera vez, en Mauritania en 2005 con el asalto a un cuartel del ejército en el que hubo 20 muertos y desaparecidos. En Argelia, la madriguera del GSPC, la prensa se alegraba hace unos días de que el número de víctimas mortales de la violencia cayó un 17% (de 480 a 400) de 2006 a 2005, pero olvidaba que el cuarto trimestre del año pasado fue el más devastador con 63 muertos, 27 de ellos soldados y gendarmes.

Peor aún, el terrorismo ha vuelto a golpear la capital, de la que había sido erradicado, e incluso atacó a extranjeros cerca del Club de Pins, uno de los barrios mejor vigilados. En el atentado del GSPC contra un autobús que transportaba a técnicos anglosajones hubo, el 10 de diciembre, dos muertos y ocho heridos. El salafismo argelino se ha visto reforzado por la proclamación, el 11 de septiembre pasado, de su alianza con Al Qaida, pomposamente anunciada en un video por Ayman Zawahiri, brazo derecho de Osama bin Laden. “No sé muy bien qué tipo de colaboración establecerán”, recalca Mohsen-Finan, “pero esa asociación incrementa el prestigio del GSPC en el Magreb”, donde los demás radicales reconocen su autoridad y ansían ponerse a sus órdenes.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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