EL MUNDO › HAY ALARMA POR EL DESMAYO DEL PRESIDENTE

No es bueno que Bush esté solo

Por Javier del Pino
Desde Washington

Alguien en la sala de prensa de la Casa Blanca se refería a ella como “la galleta talibán”, lo cual es una manera más de inyectar comicidad a un asunto que en el entorno del presidente no ha provocado ninguna risa. De hecho, George Bush se somete desde la noche del domingo a una observación continua de sus constantes vitales. Que Bush se desmaye durante unos segundos tiene tan poca importancia como las secuelas que pueda sufrir un estudiante de medicina que se desmaye al asistir a su primera autopsia: el “síncope vasovagal” que provoca el desfallecimiento es el mismo en ambos casos. Sin embargo, el incidente de la galletita (o el pretzel o aperitivo) ha aterrorizado a quienes están cerca del presidente.
Están asustados por un hecho tan simple como peligroso: Bush está muchas veces solo en casa. Como a todos los presidentes, siempre se le ve en compañía de otros. Incluso cuesta trabajo imaginarlo de otra manera: la seriedad del cargo de quien ocupa el despacho más poderoso del planeta hace difícil pensar en un hombre en zapatillas, sentado delante de la televisión. La Casa Blanca explicó que hay siempre un agente del Servicio Secreto cerca, aunque ahora se sabe que no tan cerca como para oír el golpe de su cabeza contra el suelo, pasando por la mesa del café. Hay también empleados domésticos que van y vienen. Y hay botones de pánico desplegados por todas las habitaciones de la residencia presidencial; alguno tendría cerca del sillón o de la televisión, pero no lo suficiente como para pulsarlo antes de desmayarse.
Joe Lockhart, jefe de prensa de Bill Clinton, asegura que el edificio es mucho más grande de lo que parece: “No me sorprende que estuviera solo. La parte de la residencia dentro de la Casa Blanca es muy amplia y es como un santuario para la familia. No hay nadie asomándose a la puerta”. Varios antiguos miembros del Servicio Secreto de Clinton también aseguran que apenas pisaron las habitaciones de la residencia privada. Dicen que la Casa Blanca es posiblemente el edificio más seguro del mundo pero reconocen que en muchas ocasiones no se sabe en qué habitación se encuentra el presidente. No es un atragantamiento o un desvanecimiento lo que inquieta, sino el descubrimiento de que la seguridad del presidente también depende de un accidente doméstico.

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