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Se encienden las luces y Sarkozy empieza su pantomima mediática

En medio de los flashes por su romance con la cantante Carla Bruni, el presidente francés hizo anuncios para este año, entre ellos, anular las 35 horas semanales de trabajo. Pero no disipó las dudas sobre la política que tomará para reactivar la economía.

 Por Eduardo Febbro
desde París

Nicolas Sarkozy es un presidente flash. En el mismo año ganó las elecciones presidenciales, se divorció de su esposa Cecilia –su segunda mujer– y entabló una relación muy publicitada con una conocida top model y cantante, Carla Bruni, con la cual podría casarse próximamente. Vida pública y vida privada se mezclan en su trayecto en una alucinante carrera que rompe con todos los modelos consagrados del sistema político francés. Descanso en un crucero de lujo apenas ganó la presidencial, vacaciones en los Estados Unidos con una nube de fotógrafos siguiendo su aventuras acuáticas en motojet, paseos románticos por Eurodisney, Egipto y Jordania junto a su más reciente prometida y la útil compañía de cámaras, cronistas y fotógrafos... Y para completar este frenético círculo donde la acción política y la vida personal parecen aliadas de una misma causa, una conferencia de prensa ofrecida ayer y montada con una estrategia y un escenario dignos de Hollywood. Al palacio presidencial del Elíseo le gustan las cifras que hacen ruido y los escenarios con muchas luces y un centro reservado para el gran actor: Nicolas Sarkozy.

Casi 600 periodistas acreditados provenientes de 40 países, más dos horas de preguntas y respuestas, la conferencia de prensa llenó las expectativas del show, aunque no disipó las dudas sobre la política que aplicará el gobierno para reactivar el poder adquisitivo, uno de los mayores problemas que enfrenta el país desde hace algunos años. Apegado a cambiar esa imagen de “hombre apurado” que lo persigue como una sombra, Sarkozy inscribió su acción futura en un concepto ya adelantado el pasado 31 de diciembre: “La política de la civilización”. El autor de esta idea es el filósofo y sociólogo francés Edgard Morin. Según Sarkozy, “una política de la civilización es una política de la vida. Una política del hombre es necesaria cuando hay que reconstruir las marcas, las reglas, los criterios”. Detrás de ese enunciado filosófico Sarkozy se mostró siempre motivado a llevar a cabo las reformas prometidas con la voluntad intacta para realizar la “ruptura” que también prometió en su campaña electoral. Durante 50 minutos, el presidente expuso lo que serán sus grandes líneas para 2008 y anunció, sin precisar cómo, el fin del sistema de 35 horas de trabajo semanales instaurado bajo la gestión del socialista Lionel Jospin (1997-2002). Cuando le preguntaron si quería que 2008 fuera el año del fin de las 35 horas Sarkozy dijo: “Para decir las cosas como las pienso, sí”.

El presidente prometió muchas cosas: una “revolución” en la escuela primaria, en las universidades y los hospitales, la posible desaparición de la publicidad en los canales de televisión públicos, la inscripción en el Preámbulo de la Constitución de la igualdad entre hombres y mujeres, el respeto de la diversidad, la integración y las cuestiones ligadas a la bioética. En el plano internacional el jefe del Estado se presentó como el portavoz de una “diplomacia de la reconciliación” y en ese contexto citó a Israel, Palestina y el Líbano. También abogó por la extensión del G8 (grupo de países más industrializados). Según Sarkozy, “el G8 debe volverse el G13. Nos reunimos sin China, la India, sin Brasil y sin Africa del Sur”. Esa idea se hizo extensiva al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas: “No se puede organizar el mundo del siglo XXI con los organismos del siglo XX. Francia será la abogada de esos cambios”.

Sarkozy no salió sólo a presentar su mapa del futuro. Además de Edgard Morin, inspirador del concepto de “una política de la civilización”, Sarkozy les encargó a dos premios Nobel de Economía, el norteamericano Joseph Stiglitz y el Indio Amartya Sen, una “reflexión” sobre la manera en que se pueden cambiar los instrumentos con que se mide el crecimiento. “No podemos esperar cambiar nuestros comportamientos y nuestras manera de pensar si los criterios de riqueza siguen siendo los mismos”, declaró. Infaltables en la conferencia de prensa tratándose de Nicolas Sarkozy, las preguntas sobre la vida privada casi abrieron el juego entre la prensa y el presidente. La pregunta sobre su relación con Carla Bruni fue la segunda que se escuchó en el suntuoso salón del Palacio del Elíseo. Y Sarkozy no esquivó la respuesta. “¿Se va a casar con Carla Bruni?”, dijo un periodista, a lo que cual Nicolas Sarkozy respondió: “Me inscribí en la ruptura con la hipocresía, la mentira. Francia evoluciona. En 2007 me divorcié. No es el período más feliz de mi vida. Con Carla decidimos no mentir. No queríamos instrumentalizar nada, pero tampoco mentir.(...) Lo habrán entendido, es algo serio (su relación con Carla Bruni). Pero no es el JDD (diario popular del domingo) quien fijará la fecha (del casamiento). Asumimos. Lo más probable es que se enteren cuando ya esté hecho”.

Cabe recordar que según el famoso JDD (Journal du Dimanche), Nicolas Sarkozy y Carla Bruni se van a casar el próximo 9 de febrero. El jefe del Estado francés volvió a poner en marcha una perspectiva de cambios, rupturas y entusiasmo. En Francia, la tradición quiere que el verbo presidencial sea palabra santa. Sarkozy rompió muchos esquemas pero ése sigue intacto: basta con que un presidente hable para que la realidad parezca que va a cambiar. Habrá que ver. Lo cierto es que la megaconferencia de prensa interviene en momentos en que Sarkozy empieza a acumular los primeros índices negativos en los sondeos: descenso de la popularidad por debajo del 50 por ciento (48%). Consultado por el diario Le Monde, el director del instituto de sondeos CSA, Stéphane Rosees, explica que “la mediatización de la imagen del presidente choca a los sectores tradicionales que apoyan a la mayoría”. O Nicolas Sarkozy va muy rápido... o la sociedad francesa se quedó muy atrás y carece de los “instrumentos” para no tomar tan en serio las andanzas personales de su presidente.

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Sarkozy prometió una “revolución” en la primaria, en las universidades y los hospitales.
 
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