EL MUNDO › PUEDE MOSTRARSE ENTUSIASTA CON OBAMA O APOSTAR POR EL 2012

Hoy le toca a Bill Clinton mostrar su juego

 Por Rupert Cornwell *

Desde Denver

Va a ser una noche bárbara. Con Bill Clinton siempre lo es. Menos seguro es si su discurso de esta noche para la convención va a tranquilizar las persistentes incertidumbres sobre su compromiso en la campaña de Obama este otoño, definir su rol en el partido y –no menos importante– estar la paz consigo mismo. Clinton viene a la convención en el rol inusual de un perdedor, aunque más no sea por asociación. Se tiró en los brazos de la campaña de su mujer, pero ella fue superada por un rival recién llegado a las grandes ligas, haciendo proselitismo con “cuentos de hadas” según el ex presidente, pero que probó que era más que un competidor para la maquinaria más valiosa de la política democrática.

Por lo que sabemos, Clinton y el joven que puja por su puesto apenas se han dirigido la palabra desde el fin de esta épica batalla primaria. Su apoyo público ha sido tibio, en el mejor de los casos. El mes pasado le preguntaron a Clinton si Obama estaba listo para ser presidente. Nadie está listo para ese trabajo de antemano, fue el apoyo más grandilocuente que pudo musitar.

Esta noche el apoyo será más fuerte, como debe serlo ante un público dividido todavía por la batalla de la primaria, pero decidido a no estropear una elección en circunstancias que no podrían ser más favorables. Las penas, sin embargo, seguramente persistirán. Hay varias. El ex presidente, cuya empatía con los afronorteamericanos le ganó una vez la descripción del primer presidente “negro”, todavía echa humo ante las acusaciones de que su error en el tema racial le dio ventajas a Obama en algunas primarias .

Se dice que está ofendido porque esta noche debe hablar durante una sesión dedicada a asuntos internacionales, en lugar de política económica donde cree que se destaca. La respuesta de Obama a una pregunta sobre los arreglos también dejaba entrever una frialdad entre los dos. “No se me ocurriría censurar a Bill Clinton”, dijo, pero sin una sonrisa.

Lo que puede irritar más, sin embargo, a este hombre orgulloso, ensimismado, es el chismorreo aparentemente denigrante de su logros en su cargo. Obama observó durante un debate de campaña que Ronald Reagan había sido un presidente “consecuente”. La implicancia era que Clinton no lo había sido.

Con sólo 62 años, Clinton se enfrenta a un problema común a todos los ex presidentes activos: ¿qué bis hacer después de que uno ha tenido el cargo más poderoso del mundo? Jimmy Carter parece haber encontrado una solución satisfactoria, pero Clinton no. El último presidente demócrata se ha dedicado al desarrollo y la asistencia internacional. Pero su rol de estadista mayor se vio afectado por la campaña de 2008, no tanto por sus esfuerzos en nombre de su mujer, sino por la poca gracia con la que tomó su derrota.

Obama no podría tener un defensor más potente en el podio que un entusiasta Bill Clinton. Pero un tibio Bill Clinton sólo reforzaría las sospechas de que muy adentro él preferiría que Obama perdiera esta vez, abriendo el camino para una segunda vuelta de Hillary en 2012.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para PáginaI12. Traducción: Celita Doyhambéhère.

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