EL MUNDO › UNA EXPLICACION ESTADOUNIDENSE DEL CONFLICTO

“Queremos proyectar poder”

Por Andrés Ortega *
Desde Davos

EE.UU. va hacia la guerra contra Irak y ha dejado atrás a Francia y Alemania. La razón de esta guerra la expresa con meridiana claridad George Friedman, fundador y presidente de Stratfor, una empresa de análisis de política internacional: “Demostrar al mundo árabe nuestra disposición a llegar a ciertos límites para lograr nuestros fines”.
–¿Por qué EE.UU. quiere una guerra contra Irak?
–Porque Irak es uno de los países más estratégicos en Medio Oriente. Tiene frontera con seis Estados cruciales y Estados Unidos piensa que, al ocupar Irak, podrá proyectar fuerza en toda la región. La segunda razón es psicológica. Necesitamos demostrar al mundo árabe nuestra disposición a llegar a ciertos límites para lograr nuestros fines. La percepción en el mundo islámico es que EE.UU. no es una fuerza realmente efectiva, que no estamos dispuestos a tener bajas. Así leen la guerra de Afganistán.
–¿La razón oficial no es, pues, la razón real?
–EE.UU. ha dicho claramente, aunque nunca lo ha explicado con precisión, que un ataque a Irak es parte, una campaña, de su guerra contra Al Qaida. Lo que pasó es que EE.UU., en su intento de crear una amplia coalición, tenía que encontrar una razón que permitiera a otros entrar en esta coalición. Y encontró la de las armas de destrucción masiva, que son una razón para la guerra, pero no la razón.
–¿Qué relación hay para EE.UU. entre Irak y Al Qaida?
–Al Qaida depende de ciertos países para su financiación, sus infraestructuras, su entrenamiento. En el caso de Arabia Saudita, el gobierno no está dispuesto a tomar las medidas que debería para interrumpir el acceso de Al Qaida al dinero y otras cosas. EE.UU. puede hacer poco en Arabia Saudita, pero Al Qaida puede hacer mucho contra la familia real saudita. Si tiene que tomar una decisión sobre si estar con Estados Unidos o con Al Qaida, dirá públicamente que coopera con EE.UU. y por detrás obrará de otra forma. En la guerra contra Al Qaida, el gobierno saudita tiene que cambiar de política. La presencia de dos o tres divisiones acorazadas en su frontera le llevará a cambiar.
–¿Qué pararía la guerra?
–Que Saddam fuera derrocado o dimitiera y el nuevo gobierno permitiera la entrada de fuerzas de EE.UU. Llegados a este punto, sólo hechos internos en Irak podrían impedirla.
–¿Qué tipo de guerra podemos ver? ¿Vale el ejemplo de Afganistán?
–No. Afganistán no va bien. Pero nunca se intentó arreglarlo. Hay que comprender que EE.UU. fue a Afganistán por una razón: para acabar con las operaciones de Al Qaida allí. Nunca metimos más de 10.000 o 15.000 soldados. Menos que en Kosovo. Nunca imaginamos que así se eliminaría a los talibanes o se estabilizaría Afganistán. En Afganistán logramos lo que queríamos. Irak es un caso diferente. Allí hay esperanzas fundadas de que EE.UU. derrotará al ejército de Saddam y dominará Irak.
–¿Hay una estrategia, un plan estratégico para después de la guerra?
–El resultado que esperamos, un cambio completo en la actitud de la región hacia EE.UU. y Al Qaida, está planeado. Pero como en toda guerra, el resultado es incierto. Desde el punto de vista de EE.UU., el 11-S, Al Qaida nos atacó. En algún momento, en algún lugar, nos volverá a atacar. No es una situación tolerable. Por eso, llegados a este punto hay muy pocas opciones. Algunos dicen: “Suprimamos la pobreza en el mundo islámico”. Pero no sabemos hacerlo, desde luego no en el tiempo en que podemos seguir con miedo a que nos maten. Lo que los europeos no entienden es que EE.UU. tiene que reaccionar. Si a los europeos no les gusta la guerra contra Irak, ¿qué sugieren en su lugar? Cuando se les pregunta esto, nos responden que estamos sobrerreaccionando –y no lo estamos– oque tenemos que abolir la pobreza, no sabemos cómo. Los europeos se oponen a lo que proponemos, pero nunca, como aliados, sugieren alternativas de ninguna clase.
–Sí las sugieren: alargar las inspecciones; dejar a Irak bajo control permanente de unos inspectores militarmente protegidos, entre otras.
–¿Bajo control de quién?
–De la ONU, por ejemplo.
–Y la respuesta es que Naciones Unidas acaba de elegir a Libia para presidir su Comisión de Derechos Humanos. ¿Realmente vamos a confiar las vidas de nuestras familias en Estados Unidos a la efectividad de Naciones Unidas?
–¿Con qué coalición va a ir a la guerra y a la posguerra EE.UU.?
–Creo que hemos llegado a un grave punto de ruptura en la OTAN. No me queda claro en qué sentido se puede decir que Francia y Alemania siguen siendo aliados de EE.UU. Cooperan en algunas cosas, pero por su propio interés. Los alemanes han dicho claramente que –así lo presentan– no nos darán un cheque en blanco. El punto de vista americano es que Alemania no debe dar un cheque en blanco; simplemente honrar los que depositamos en su cuenta. En realidad, a Francia y Alemania no les interesa esta guerra. A EE.UU., sí.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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