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Una boda bañada en sangre

El que tenía que ser una de las jornadas más especiales de la novia Besna Akdogan –que sobrevivió al ataque en Gaziantep, al igual que el novio– se convirtió en el peor día de su vida. “Convirtieron a nuestra boda en un baño de sangre”, dijo ayer la novia al salir del hospital. Muy débil, tuvo que ser hospitalizada nuevamente horas más tarde. Por una ironía del destino, los novios tuvieron que abandonar su región kurda natal de Siirt e instalarse en Gaziantep para huir de los combates entre la guerrilla kurda y las fuerzas de seguridad turcas.

Lo cierto es que en el sureste de Turquía, blanco del atentado suicida en plena celebración de una boda, el dolor de las familias en luto se mezclaba con la bronca contra el gobierno. El zapato ensangrentado de un niño, en el suelo, era una muestra del horror. En el barrio de Adkere de mayoría kurda, madres, padres, primos y sobrinos de las víctimas colmaron en las primeras horas de la mañana los principales hospitales de la ciudad. Muchos se desmayaron de dolor. Cerca de 200 personas se concentraron cerca de la plaza donde ocurrió el atentado para seguir de cerca el trabajo de los investigadores. Las ventanas de las casas aledañas estaban destrozadas. Cuando un fotógrafo llegó al lugar del estallido, aún había cuerpos despedazados en el suelo. En horas el odio se apoderó de los familiares de las víctimas. En un funeral, un grupo de personas lanzó botellas contra la policía, que se mantuvo a distancia.

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