EL MUNDO › VOCES, FESTEJOS, LAMENTOS Y OPINIONES DESDE LA CRITICA FLORIDA

“Si gana Bush, me voy a América latina”

 Por Eduardo Febbro

La tarde oscureció más rápido de lo previsto. En la vereda del centro de votos de Orange Bowl, los militantes salían con sus banderolas y pancartas. 10 republicanos por cada tres demócratas. En este barrio la proporción no es alarmante. Acá, las urnas arrastran mayorías republicanas desde hace muchos años. “El pueblo norteamericano ha renacido como elector”, dice un solitario demócrata levantando un retrato de John Kerry en el aire. A su alrededor, los republicanos hicieron una ronda y cantan “Kerry se cortó las venas, no salió presidente y no se puede divorciar”. Quince minutos después, el telón cayó sobre las oficinas de voto de Florida. Dos largas y polémicas semanas terminaron con una de las jornadas electorales más concurridas de la historia de Florida. Muchos analistas preveían incluso que ayer se habría superado el record histórico de la elección de John Kennedy.
Florida votó en masa. Durante las dos primeras semanas, dos millones de personas se desplazaron, un porcentaje que representa el doble de los votos emitidos hace cuatro años. Ayer, una hora antes de que se abrieran las oficinas, la gente ya estaba haciendo cola equipada con todo lo necesario para esperar muchas horas: sillas, sombrillas, paraguas, botellas de agua y comida. La desconfianza no había desaparecido del todo. Pero el sentimiento dominante era el orgullo y la declarada intención colectiva de borrar el mal recuerdo del año 2000. Gascon García, uno de los responsables demócratas de Orange Bowl, decía “el mundo ha puesto sus ojos en nosotros, si todo sale bien al menos vamos a superar el trauma que heredamos del año 2000”. La situación, con todo, no era clara en todas las localidades. Una vez más, Broward, el condado que ya dio qué hablar en el 2000, vuelve a estar en el ojo de la tormenta. Hace una semana, los 58.000 formularios de voto enviados por correo nunca llegaron a sus destinatarios. Los servicios trataron de recuperar lo perdido, pero 10.000 personas quedaron afuera del proceso. Ello atrasará los resultados oficiales, que recién se conocerán el miércoles por la tarde. En Palm Beach, sede de la Comisión electoral que hizo el conteo de los votos en las pasadas elecciones, una polémica divide a demócratas y republicanos en torno a la validez de decenas de miles de votos. Los abogados esperaban la madrugada para interponer sus respectivas querellas.
En el condado de Miami Dade, los voluntarios corrían detrás de los electores para entregarles formularios con sus derechos. “Bush, Bush, Bush, Bush”, gritaba un nutrido grupito de republicanos. Al lado de ellos, un apaciguado demócrata reunido con su familia los desafiaba con un débil “Kerry, Kerry”. El hombre parecía desesperado ante la perspectiva de que el presidente saliente fuera reelecto. “Ni Reagan fue tan terrible. Bush es una pesadilla. Reagan derribó el muro de Berlín sin disparar un solo tiro. Este hombre nos metió en el pantano de la guerra para favorecer a las corporaciones y a sus amigos. Su gana me voy a América latina. Tengo familia en México.” Los cubanos norteamericanos demostraron una alegría desbordante, incluso antes de ir a votar. “Kerry es un comunista, es un amigo de Daniel Ortega, de los comunistas de Vietnam. Kerry es un abortista y está de acuerdo con el matrimonio entre personas del mismo sexo.” Las frases no eran suyas sino la repetición letra por letra de la masiva campana televisiva lanzada en español por el Partido Republicano. Los cubanos no tenían la más mínima duda de la victoria de su candidato. Mucho antes de que concluyera la jornada, se fueron a reunir a la calle 8 entre la 35 y la 37, para festejar “la victoria de la libertad y la autoridad”. Enfrente, los demócratas se habían reunido para esperarlos. La policía tuvo que ponerse en el medio para evitar las golpizas y losinsultos de las noches pasadas. Un hombre maduro y panzón, disfrazado con una máscara de Bush decía, con un megáfono en mano: “Ustedes son como los fariseos, se vendieron por 30 monedas. Que Dios los perdone”. Enfrente, un demócrata que veía caer los primeros resultados con una marcada tendencia a favor de Bush lloraba de pena: “Ese hombre me decepcionó. Voté por él en el 2000 y nos engañó. No tengo trabajo, no puedo mandar plata ni viajar a Cuba y mi hermano menor está en la guerra de Irak. Qué desgracia, Dios mío, cuatro años más de pesadilla”.

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