EL MUNDO › RICE, DEFENSORA DE UNA POLITICA EXTERIOR AGRESIVA

De niña prodigio a Mrs. Guerra

Por Rupert Cornwell *
Desde Washington

Condoleezza Rice siempre logró más de lo esperado. A los tres años era una niña prodigio pianista (su nombre proviene del término musical italiano que significa “con dulzura”) y aún hoy toca casi a nivel de concertista. Se graduó de la universidad a la edad de 19 años. A los 26 era profesora, a los 34 una alta consejera en la Casa Blanca y a los 36 se convirtió en la presidenta de la Universidad Stanford en California. Ahora, a los 50 años, se convierte en la primera mujer negra secretaria de Estado.
Su sobrenombre da un atisbo de su estilo. Se la llamaba “La princesa guerrera” o menos elogiosamente “la niñera”. Rice no es miembro fundador del movimiento neoconservador, pero ha sido una defensora a ultranza de una política exterior agresiva de Estados Unidos en general y de la guerra contra Irak en particular. Tampoco es alguien que tolera que se le discuta. “Es un disparate decir que porque la hemos confrontado, la hemos aumentado”, contestó recientemente a aquellos que sostienen que la invasión de Irak aumentó la amenaza de terrorismo. “¿Alguien cree que esa gente está sentada tomando el té?” Más importante que todo, sin embargo, mientras toma la manija de la diplomacia de Estados Unidos, es su excepcional cercanía con el presidente. Rice fue la jefa asesora de política exterior de George W. Bush en su campaña de 2000 y formalizó esa posición como consejera nacional de seguridad de la Casa Blanca durante los últimos cuatro años.
Bush confía en ella totalmente, y es virtualmente considerada “familia” por el clan político para quien la lealtad es la virtud suprema. A menudo, la soltera Rice pasa fines de semana como invitada de los Bush en la casa de campo presidencial de Camp David. Pero en esta cercanía, dicen los analistas, yace el peligro.
Bush es famoso por su poca disposición a escuchar puntos de vista diferentes al suyo; lo último que necesita es otro alto asesor diciéndole lo que quiere oír. En los días anteriores a la guerra, comentan esos críticos, Rice nunca objetó la dudosa inteligencia que dio lugar a la guerra.
Al mandar a Rice al departamento de Estado, y promoviendo a su asistente Stechen Hadley al puesto de asesor de seguridad nacional, Bush fortaleció su control del proceso de política exterior. Muchos veteranos del servicio exterior temen una purga en los más altos escalones del departamento. En el exterior, también, puede existir mucha cautela con la partida del general Powell, considerado como el funcionario de la administración Bush más favorable a la opinión extranjera. Pero los líderes del mundo pueden estar seguros de una cosa como nunca lo estuvieron de su predecesor: que cuando ella habla, habla inequívocamente por el presidente.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.

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