EL MUNDO

ESCENARIO

 Por Mercedes López San Miguel

Corea del Norte eligió irónicamente un día 4 de julio para probar sus siete misiles de corto, medio y largo alcance, el día que Estados Unidos usaba fuegos artificiales para celebrar su independencia. La primera administración Bush identificó a Corea del Norte como la tercera pata del “Eje del Mal” junto a Irak e Irán. La actual, según el sentido común, tendría que dar una mayor evidencia que justifique que Corea del Norte es una amenaza real. Pero, ¿no lo era Saddam Hussein con sus armas de destrucción masiva?

La Casa Blanca calificó la prueba de misiles como una provocación, menos que una señal mucho más directa de Pyongyang a su preocupados vecinos: Japón y Corea del Sur. Corea del Norte mostró que podía ignorar al principal aliado militar de ambos y a sus intentos persuasivos junto a China. Simultáneamente, puso los términos para negociar directamente con Estados Unidos. Según los think-tanks norteamericanos, es poco probable que Pyongyang tenga la capacidad de atacar a Estados Unidos con un misil de largo alcance del tipo Tapeo Dong 2 (como el que explotó a los 40 segundos de su lanzamiento, el martes pasado). Citan otra prueba fallida de los norcoreanos en 1998 y señalan que no hay información de inteligencia sobre plataformas de lanzamiento de los misiles, ni diseños de ojivas de combate. Washington supone que el hermético régimen comunista tiene material para media docena de bombas nucleares, en forma de plutonio obtenido del procesamiento de 8 mil tubos de combustible usado de su reactor nuclear.

Nada es seguro en el tema nuclear de Corea del Norte, que suele jugar al gato y al ratón con Occidente. Quizá Kim Jong Il le esté sirviendo un plato en bandeja a Bush: distraer la atención de Irak.

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