EL PAíS › NO DEJAN ENTERRAR LOS RESTOS DE LíA MINDL EN LA TABLADA

“No nos damos por vencidos”

Se convirtió al judaísmo en 1948, al enamorarse de Tobías. Dio todos los pasos, con acuerdo del Rabinato, para ser aceptada como tal. Ahora, la nueva conducción de la AMIA, encabezada por Guillermo Borger, le impide ser sepultada junto a su esposo.

 Por Raúl Kollmann

Lía Mindl se convirtió al judaísmo en 1948, en el Gran Templo de la calle Paso. Dio todos aquellos pasos de la mano del rabino Glasserman para casarse con Tobías, su amor de toda la vida. Según cuenta su nieta en una dramática carta pública, aprendió a hablar idish, cocinaba comida judía y daba una mano en las organizaciones de asistencia social de la comunidad. Falleció hace dos semanas, exactamente 60 años después de aquella conversión. Tobías, su esposo, había muerto 25 años atrás y su deseo era que ambos fueran enterrados en el cementerio judío de La Tablada. Por ello, su familia adquirió una tumba en 2001 y exhibió en aquel momento todos los documentos de la conversión en la AMIA. Sin embargo, por ahora el deseo de Tobías y Lía no se puede cumplir. Las nuevas autoridades de la AMIA, que representan a la corriente ortodoxa del judaísmo, se negaron a que Lía fuera enterrada en La Tablada. “Con un dolor inconmensurable –le dijo su yerno a Páginai12– tuvimos que dejar a Lía en una tumba provisoria en el cementerio de la Chacarita. Sólo conseguimos que no le pusieran una cruz.”

Karina es la nieta de Lía y escribió su denuncia pública, adelantada en forma exclusiva por este diario en su edición del domingo. “Mi abuela se convirtió a la religión judía en el año ’48. El Rabinato la aprobó, le adjudicó una identidad judía con la que todo el mundo la conocía. Mi abuelo murió hace 25 años y fue enterrado en La Tablada. Como última voluntad, mi zeide (abuelo) le dejó toda la documentación correspondiente a mi papá y le pidió que el día que mi abuela fallezca la entierren con él. Ella también lo quería así.”

Karina cita en su carta que efectivamente en plena crisis de 2001, su familia compró la sepultura anticipada en la AMIA. En aquel momento, la mutual judía revisó toda la documentación, aceptó la compra y le adjudicaron la parcela y la manzana con su nombre judío, aclarando en el comprobante que era juntamente con su esposo.

Santiago, el papá de Karina, que junto con su familia participa de la vida de la comunidad Lambroth Hakol, contó que el pago de aquella sepultura anticipada fue muy difícil, justamente por la crisis. En ese marco, se atrasó en el pago de dos de las doce cuotas. La AMIA entonces recurrió a un abogado, la deuda se canceló, pero –según relata Santiago– figuró en el Veraz durante cinco años como demandado por la AMIA.

Lía falleció hace dos semanas, justo el día posterior a la asunción del nuevo presidente Guillermo Borger, de la corriente ortodoxa. La familia se comunicó con la AMIA, exhibió los papeles de la compra anticipada de la sepultura y los empleados le dijeron que todo estaba correcto y que el velatorio se podía hacer en los salones que la AMIA tiene en la calle Loyola. El problema surgió a raíz de que en el documento nacional de identidad figuraba, obviamente, con su apellido anterior a la conversión. “Tenemos que consultar, necesitamos una autorización”, le dijeron, con enorme pena, los empleados de Sepelios de la AMIA. Al rato regresaron con la mala noticia. El entierro no se podía realizar.

Los familiares mantuvieron entonces una entrevista con el titular de la mutual judía, Borger. Este se vio muy agobiado con la situación, pero sostuvo que nada podía hacer: es un mandato bíblico y, además, la decisión provenía del gran rabino Abraham Ben Amú. Después de permanecer durante seis horas en la AMIA, la familia de Lía tuvo que tomar dos decisiones difíciles. El velatorio ya no se podía hacer en los salones de la calle Loyola y el entierro se haría en el cementerio de la Chacarita. “Fue muy duro para nosotros llegar allí con el cortejo y enterrar a Lía, que se sentía tan judía, entre miles y miles de cruces”, contó el yerno.

Voceros de la corriente ortodoxa señalaron que se trata de reglas de la Torá y que hubo un decreto rabínico, hace ya 70 años, por el que se prohibieron las conversiones en la Argentina. “Es más, el rabino que convirtió a la señora era ortodoxo, pero esa conversión no es válida porque el gran rabino Sutton Daba dictó mucho antes un decreto para evitar las conversiones relacionadas con una inmensa problemática de aquel entonces y que tuvo que ver con la organización mafiosa de trata de blancas llamada Zvi Migdal. Traían chicas desde Polonia para prostituirlas. Había mafiosos no judíos que se casaban con aquellas chicas judías y lo que se buscó era una forma de impedir la conversión de los mafiosos. Por ello las conversiones están prohibidas en la Argentina y no en otros países. De todas maneras, tenemos el derecho a vivir de acuerdo a las reglas, costumbres y tradiciones del pueblo judío. Esto no es discriminatorio. Por otra parte, está claro que ya hubo casos anteriores. La Comisión Directiva anterior, que no estaba encabezada por la corriente ortodoxa, también impidió hace muy poco dos entierros de personas convertidas. Y no hubo tanto escándalo.”

La familia de Lía mantuvo un encuentro también con el gran rabino Ben Amú, pero tampoco se logró una solución. Les propusieron trasladar el cuerpo a un cementerio de Lomas de Zamora que no depende directamente de la AMIA. “No nos damos por vencidos –dice la carta de la nieta–. Seguiremos. Queremos que la trasladen a La Tablada. No nos importa otro cementerio, queremos que descanse en paz junto a su compañero y amor de toda la vida y con quien formó una familia judía.” Firma Karina Sakin.

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En el cementerio de La Tablada sólo podrán ser enterrados los que nacieron judíos.
Imagen: Enrique Garcia Medina
 
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