EL PAíS › QUIEN REALIZO EL ATENTADO A LA CASA DE CARLOTTO

Las hipótesis

Hay una verdadera guerra de culpas mutuas entre bonaerenses, federales, agentes de la SIDE y gendarmes, con teorías que apoyan la responsabilidad de policías de la provincia en actividad y retirados, o de agentes de la Federal. Los argumentos y las justificaciones de cada hipótesis.

Por Raúl Kollmann y Laura Vales

“No, no. Ningún oficial va a usar su auto para ir a disparar contra la casa de Estela Carlotto. Acá se usó a ex efectivos, principalmente gente que ya no está en la fuerza y que en su momento fueron choferes de jefes o custodios. Fueron en un auto y, sin bajarse, dispararon. Por eso las vainas cayeron dentro del vehículo y no se encontraron. Lo más probable es que hayan disparado de las dos ventanillas del auto que daban a la casa de Carlotto, porque es seguro que se usaron al menos dos armas: una escopeta calibre 12.70 y una pistola calibre 32.”
Este diagnóstico fue repetido casi al milímetro por voceros de las fuerzas de seguridad y de la SIDE que, asombrosamente, se echan la culpa unos a otros. La Gendarmería y la Federal sostienen que los disparos tienen la firma de hombres de la Bonaerense que desesperadamente se quieren sacar de encima a Juan Pablo Cafiero. No por razones ideológicas sino porque hay millones en juego. Desde el mismo ángulo, no faltan quienes sostienen que, aunque la mano de obra fue de policías bonaerenses, el plan es parte de la ofensiva de sectores duhaldistas contra Felipe Solá y dan algunos detalles de qué podría haber detrás de la operación. En la SIDE tratan de situar como víctima al gobierno de Duhalde y dicen que el objetivo era crear un ambiente de catástrofe, con repercusión internacional.
Por ello, afirman que detrás está el menemismo: es más, mencionan a un conocido y siniestro personaje, Carlos “El Indio” Castillo, supuestamente preso, pero que saldría del penal para hacer operaciones de este tipo. En la Bonaerense están los que reconocen que esto fue hecho por hombres de la fuerza, pero también los que insisten en que gente de la Federal trató de tapar con esos tiros el asesinato de Ezequiel Demonty en el Riachuelo. Tal vez lo más grave de lo que dicen las fuerzas de seguridad e inteligencia, en estricto off the record, es que Estela Carlotto no es la única integrante de una lista de objetivos que es distinta según la fuerza que habla: están los que mencionan a Elisa Carrió, al premio Nobel Adolfo Pérez Esquivel, a algún periodista, un sacerdote, a un grupo de piqueteros y, obviamente, están los que hablan de autoatentados de los candidatos. Toda esa información es más que dudosa, pero muestra el clima de confrontación dentro de las fuerzas de seguridad.
Diagnósticos
Ninguno de los voceros de las fuerzas de seguridad y de la SIDE tiene dudas: el ataque contra la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo no fue producto de delincuentes comunes ni de un grupo político espontáneo. Las propias fuerzas de seguridad reconocen que detrás de los disparos hay uniformes. “Esto se parece mucho a las profanaciones de tumbas en los cementerios judíos e islámicos o al ataque que se preparaba hace unos años contra Emilie Schindler, la heroína de La lista de Schindler, cuando vivía en San Vicente”, explicó a este diario un veterano hombre de la Gendarmería. Esos ataques tenían las siguientes características:
- No son como asaltos o robos, ya que no hay dinero de por medio.
- Por lo tanto se trata de una operación que tiene un único objetivo: crear conmoción.
- La conmoción busca moverle el piso a un gobierno, al jefe de una fuerza o a un ministro.
- Nunca se usa mano de obra calificada: en general se trata de ex miembros de la fuerza, de grados más bien inferiores y que dependen del dinero que les pasan mensualmente los jefes. A veces se usan delincuentes e incluso jóvenes de escasos recursos, pero lo habitual es que sean ex choferes, ex custodios, gente del nivel de cabo o sargento.
La pesquisa
La fiscal Virginia Bravo le dijo a Página/12 que por ahora no hay pistas firmes de la investigación. “Está claro que fueron cuatro disparos, tres de ellos con armas calibre 12.70 y uno de calibre 32. Esto indica que hubo al menos dos armas. Hasta el momento declararon seis testigos, casi todos vecinos que estaban en una fiesta, pero que dieron versiones encontradas. Uno de ellos declaró que vio un vehículo pero que no puede decir ni la marca ni el color. Nadie escuchó los disparos ni frenadas ni aceleradas bruscas. No se encontraron las vainas de los proyectiles y no sabemos si dispararon parados o desde adentro del auto.”
Habría que agregar aquí que las escopetas 12/70, principalmente Itakas, Batán High Standard, no son tan habituales entre los delincuentes porque tiran perdigones y sólo se han visto en algunos asaltos a bancos y a camiones blindados. Son armas típicas de las fuerzas de seguridad.
Estela Carlotto, por su parte, contó a este diario que esa noche recibió varios llamados de teléfono, a la una o dos de la mañana. Sonaba el teléfono, ella atendía y cortaban. “Se ve que estaban comprobando que estuviera en casa o quisieron despertarme para ver si podían apuntarme mejor.” La presidenta de Abuelas dijo que cuatro días antes del ataque, durante un viaje a Villa Gesell, le llamó la atención que hubiera un patrullero haciendo una especie de custodia de su recorrido. Le dijeron que un informe de la Gendarmería indicaba que lo mejor era custodiarla. La Gendarmería desmintió la existencia de ese informe, aunque un vocero admitió que la fuerza sabe -.y sabía– de los rumores de movidas en territorio bonaerense para causar conmoción.
Hipótesis Uno:
Fueron hombres de la Bonaerense
Es la variante más afirmada, incluso dentro de la propia fuerza. Sostienen que “los disparos y hechos como esos tienen un único objetivo: sacarse de encima al ministro Juan Pablo Cafiero”. Es más, se dice que la operación fue concretada por ex integrantes de la fuerza de la zona sur del Gran Buenos Aires.
–¿Qué está pasando? –le preguntó este diario a un conocido comisario, ahora retirado.
–Mire, Cafiero ha permitido que la Gendarmería entre al territorio bonaerense y se mueva casi como una brigada. En las últimas dos semanas hizo dos procedimientos que causaron conmoción. Uno, en la feria de San Francisco Solano, el otro en la feria de Adrogué. Ahí incautaron toneladas de ropa con marcas falsificadas, como Adidas, Nike, Lacoste y otras. Lo más impresionante es lo de Solano, donde funciona una de las ferias más grandes de la Argentina: se vende ropa falsificada, repuestos de autos robados, partes de computadoras que, por supuesto, también son robadas, pero las desarman para venderlas. Hay casi mil puestos donde los más grandes le pagan a la fuerza unos 100 pesos por sábado. Y viene la Gendarmería y arrasa con todo, cobrando también ellos. Se meten en el territorio, quieren armar sus negocios, y eso es intolerable. Por eso, a Cafiero le quieren hacer la vida imposible.
En la Gendarmería niegan rotundamente que cobren coimas por no incautar la mercadería de las ferias, pero en rigor tienen la misma percepción: “En el ataque contra Carlotto hay venganza de por medio. Fue una movida política en la que actuaron ex cabos o sargentos de la Bonaerense y está claro que no la quisieron matar. La señora estaba desprotegida totalmente, como están desprotegida la mayoría de los que podrían causar conmoción nacional o internacional. Y además, es fácil ubicar el lugar donde vive. En esos operativos actúa mano de obra parecida a la que actuó en el caso Cabezas, delincuentes o ex suboficiales, pagados por oficiales. Sucede que en las fuerzas, yo diría en todas las fuerzas, está roto el espíritu de cuerpo y las internas son alimentadas por comisarios que tienen fortunasincreíbles y, tal vez, por referentes políticos”, redondeó el hombre de la Gendarmería.
Como antecedente, baste decir que hubo profanaciones de tumbas judías inmediatamente después del despido de un comisario que investigaba el caso AMIA, otra tanda de profanaciones tras la designación del primer interventor civil de la Bonaerense, a la semana siguiente de la Masacre de Ramallo, en que la fuerza quedó muy cuestionada, y también profanaron el cementerio islámico no bien asumió Cafiero. En las profanaciones, como en el caso Carlotto, se busca conmover nacional e internacionalmente y mandar el siguiente mensaje: “A esta fuerza no la gobierna nadie y menos si es de afuera”.
Hipótesis Dos:
La mano de obra fue de ex policías bonaerenses, pero hubo un encargo político de algún personaje del duhaldismo que quiere desplazar a Felipe Solá
Esta versión circula intensamente dentro de la Bonaerense e incluso es la percepción que tienen tanto Estela Carlotto como, curiosamente, el presidente Eduardo Duhalde.
Parte de un hecho ampliamente difundido: algunos de los referentes duhaldistas están en franca guerra con Solá, que no sólo les recortó parte de sus presupuestos y manejos de fondos, sino que además sería el candidato a gobernador en las elecciones del año próximo. Para el llamado aparato duhaldista eso es intolerable, por lo cual alentarían operaciones para serrucharle el piso a Solá.
Sin embargo, en la Bonaerense circulan rumores adicionales:
- Que la movida en casa de Carlotto es una advertencia para los intentos de investigar algunos hechos de corrupción de los tiempos en que el actual presidente y el actual canciller, Carlos Ruckauf, gobernaban la provincia.
- Que es una advertencia por los supuestos coqueteos de Solá con los referentes de Adolfo Rodríguez Saá.
De todas maneras, lo que más se dice dentro de la Bonaerense es que detrás de los disparos contra la presidenta de Abuelas hay una disputa por poder y, sobre todo, por fondos. La mano de obra sale de comisarios de la fuerza que tienen sus referentes políticos y que les prometen que “si yo gano, vos vas a ser jefe”.
Hipótesis Tres:
La Federal
El razonamiento es el siguiente: El ataque se produjo el sábado a la madrugada, o sea, justo cuando se estaba buscando el cuerpo de Ezequiel Demonty en el Riachuelo. Es más, el cadáver de Ezequiel se encontró el mismo sábado, unas horas después de los disparos contra la casa de Carlotto. La hipótesis es que hombres de la Federal, que a esa altura ya tenían en claro que a Ezequiel lo habían arrojado al Riachuelo, quisieron producir un hecho de altísimo impacto, que tapara un poco el inminente escándalo por el asesinato del chico en el Riachuelo. Con los tiros en casa de Carlotto les echarían la culpa a sus vecinos bonaerenses y amortiguarían el golpe en su fuerza.
Hay dos objeciones a esta hipótesis. La primera –en la que coinciden los hombres de la Bonaerense, la Gendarmería y la SIDE, consultados por este diario– es que en este momento casi ninguna fuerza se arriesgaría a hacer una operación de ese tipo en un distrito que le es ajeno. “Para hacer una cosa así, lo habitual es tener la zona liberada, pero en este caso eso era difícil porque la confrontación entre la Bonaerense y la Federal está en uno de sus puntos más altos”, razonaron tanto el hombre de la Gendarmería como el de la SIDE. La respuesta a esta objeción es que la el caso Ezequiel planteaba una necesidad urgente de taparlo con algo y tal vez hubo algún sector que decidió igual correr un riesgo que, por otra parte, no era tan alto: la casa de Carlotto estaba desprotegida. La otra objeción es más siniestra: “Hubiesen hecho algo más que tirar uno tiros a las puertas. Tal vez la herían. Con cuatro tiros en el frente no tapaban el escándalo del Riachuelo”.
Lo concreto es que en la Bonaerense no faltan quienes sospechan de la mano de policías federales en el ataque.
Hipótesis Cuatro:
Hombres de la SIDE dicen que fue un ataque contra el gobierno nacional. Mira hacia el menemismo y hasta tira un nombre, aunque clásico.
El argumento es que un atentado contra Carlotto tiene –y efectivamente lo tuvo– repercusión internacional y eso no afecta a un gobierno provincial sino al propio Duhalde. Como es tradicional, en la Casa Rosada sostienen que al menemismo le interesa que en el exterior se perciba una situación de caos en la Argentina y por ello apuntan hacia ese lado del tablero como origen del ataque. Lo curioso es que mencionan un nombre, Carlos “El Indio” Castillo, un ex militar carapintada, hoy enfrentado a muerte con Aldo Rico, a quien ya se ha acusado de numerosas operaciones de ese tipo. En realidad, su vinculación con el menemismo pasa por una vieja e íntima amistad con el pesado jefe del gremio de los portuarios, Omar “El Caballo” Suárez, de quien ha sido guardaespaldas. El Indio estuvo cinco años preso porque se le descubrió un arsenal de explosivos cerca de la quinta presidencial de Olivos, se le imputaron varios intentos de secuestro y homicidio, y lo llamativo es que según los espías debería estar preso en un penal de Marcos Paz. Sin embargo, afirman que sale para realizar estas operaciones. Castillo fue detenido hace un mes cuando intentaba salir del país hacia Paraguay y se constató que estaba prófugo, buscado por un juez del Litoral.
La historia del Indio le viene bien al Gobierno, que así se pone en papel de víctima, echa sombras sobre el menemismo y sirve también para sacarse de encima las acusaciones contra hombres del duhaldismo bonaerense. La historia tiene, a la vez, una gran debilidad: se trata de echarle la culpa a un clásico, uno de esos matones a los que se considera culpable de todo. Habrá que ver qué pruebas aparecen.
Como se ve, el ataque contra Carlotto agudizó las acusaciones cruzadas entre las fuerzas de seguridad y se extendió al campo político. Y las palabras que se utilizan pintan toda la situación: venganza, internas, sabotaje, advertencia, maniobra distractiva, matones, zona liberada. Es el lenguaje de la mafia.

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