EL PAíS › UNA FALSA AMENAZA DE BOMBA DESBARATO UN ENCUENTRO

Mala noche para cenar entre amigos

La cita era en un restaurante céntrico. La mesa reunía a críticos a la actual política de defensa y derechos humanos. No llegaron a comer porque hubo una denuncia de que allí estaba Eduardo Buzzi y había un explosivo. PáginaI12 los sorprendió en pleno revuelo.

 Por Nora Veiras

Los representantes del “campo” estaban exultantes. El multitudinario acto frente al Monumento de los Españoles les había dado esperanzas. No todo estaba perdido. Seguían velando armas para la batalla final contra las retenciones móviles en el Senado. Mientras el mediático chacarero Alfredo De Angeli castigaba el oído con su vozarrón, un llamado a la redacción de Página/12 avisó que un nutrido grupo de militares retirados y algunos civiles se reunirían en un restaurante del centro. La cercanía de la fiesta patria y el más próximo Día del Amigo eran el pretexto para sentarse a analizar el escenario político social. Un fotógrafo salió presto a encontrar viejas caras conocidas. Esta vez no apareció un ministro de Defensa como aquella noche de mayo de 2004, cuando José Pampuro irrumpió en el Regimiento Patricios, pero sí se repitieron varios comensales, entre ellos el ex titular de Defensa Horacio Jaunarena y el ex jefe del Estado Mayor Conjunto Juan Carlos Mugnolo. El revuelo policial ante la posibilidad de que el flash los iluminara se transformó en tierra fértil para las sospechas.

Refutando todas las profecías agoreras, tanto la concentración pro campo como la convocada en apoyo al proyecto oficial en el Congreso habían transcurrido sin violencia. La vida en la ciudad recuperaba su rutina. A las 21, cuando el reportero de este diario llegó a El Imparcial, en Hipólito Yrigoyen al 1100, y preguntó por una cena de militares, nunca pensó que en pocos minutos se sentiría en medio de un thriller del subdesarrollo. Primero un señor canoso, un cliente mezclado entre los ex uniformados, se acercó para decirle que se retirara. Cuando el fotógrafo recaló en la vereda, salió para explicarle que estaban esperando a un gerente de una compañía de seguros que venía del extranjero y que no quería fotos. El señor se fue y apareció un primer patrullero de la comisaría 4ª.

La orden era identificar al molesto con cámara en mano. Credencial, documento, preguntas y otro patrullero. A los pocos minutos otros cuatro móviles “al Servicio de la Comunidad” rodeaban a dos fotógrafos de este diario y les reclamaban identificación.

Página/12 llamó entonces al jefe de la Policía Federal, Néstor Valleca:

–¿Por qué les están pidiendo documentos e intimidando a dos fotógrafos que están trabajando en la puerta de un restaurante?

–Llámeme en un minuto que le averiguo.

Un segundo llamado y el comisario general explicó: “Me dicen que hubo una amenaza de bomba, que ahí está comiendo (Eduardo) Buzzi, el de la Federación Agraria. Están rodeando la zona”.

–¿Y por qué les piden documentos a los fotógrafos?

–No sé, será en el marco de la confusión general del operativo.

Valleca no estaba, pero si había algo que reinaba en la esquina de Yrigoyen y Salta era “la confusión general”. Llegó un camión de la Brigada de Explosivos, perimetraron la zona y organizaron un desalojo selectivo de los comensales. Por una puerta lateral fueron saliendo los camaradas a los que otra vez se les atragantó la cena.

El general Mugnolo, quien fue jefe del Estado Mayor Conjunto hasta la llegada de Néstor Kirchner a la Casa Rosada, se retiró junto a Jaunarena. El ex ministro de Defensa de Raúl Alfonsín y Eduardo Duhalde es uno de los que compartieron con Mugnolo el proyecto de crear una cartera común de Seguridad y Defensa, habilitando a las Fuerzas Armadas a la represión del delito. Inmigración, movimientos sociales y lavado de dinero forman parte de “las nuevas amenazas” descriptas en el Plan Colombia, inspirado por los Estados Unidos, y usado como disparador de las inquietudes de ese programa que, a contramano de la historia argentina, pretendía borrar la frontera entre seguridad y defensa.

Entre los ex uniformados que se sentaron a la larga mesa de El Imparcial también estaba el general Rodrigo Soloaga, ex jefe de Personal del Ejército y héroe de la Guerra de Malvinas. Soloaga, junto con el general de Brigada Jorge Cabrera, pidió el pase a retiro en marzo de 2004. La disconformidad por la orden del ex presidente Néstor Kirchner –cumplida por el jefe del Ejército, Roberto Bendini– de descolgar los cuadros de los represores Jorge Rafael Videla y Reynaldo Benito Bignone del Colegio Militar motivó el alejamiento de ambos generales. El general Alberto Jorge Crinigan, ex subjefe de Inteligencia de esa fuerza bajo el mando del general Miná, fue otro de los cortertulios que vio opacado el encuentro de amigos.

Otro festejo

–Pepe, andate ya mismo al Regimiento Patricios –le había ordenado Kirchner a José Pampuro en mayo de 2004.

–¿Qué pasa en Patricios?

–Hay unos muchachos que se juntaron para comer y charlar. Fijate en qué andan.

Pampuro se hizo acompañar por el subjefe, Mario Chretien, y por el comandante del Cuerpo I, general Carlos Antonio Esteves. Llegaron a Patricios a las diez y media de la noche. La playa de estacionamiento estaba abigarrada de autos. Todos –excepto el general Chretien– estaban sin uniforme pero muy pocos eran civiles: entre ellos, Jaunarena; el ex ministro del Interior de Alfonsín Enrique “Coti” Nosiglia y el ex viceministro de Defensa de Carlos Menem Vicente Masot, quien tuvo que renunciar por defender públicamente la tortura.

Ante la inesperada irrupción del entonces ministro, la tensión cortaba el ambiente. “Ojo, que no estamos conspirando”, intentó justificarse entonces Nosiglia. Esta vez, el eterno operador radical no estuvo en la cena del restaurante español. Había sí fatigado algunas cuadras en la marcha de los ruralistas en Palermo. Esta vez, tampoco irrumpió un ministro, pero el revuelo que causó la presencia de los reporteros gráficos mostró que la luz ahuyenta a algunos comensales. A Buzzi, nadie lo vio.

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El ex ministro de Defensa Horacio Jaunarena y el general Juan Carlos Mugnolo, tras la fallida cena.
Imagen: Jorge Larrosa
 
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