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El Gobierno no consiguió que sesionara Diputados

Fue una jornada larguísima y frustrante para el oficialismo. Eduardo Camaño no consiguió convencer a los radicales ni a los menemistas. Cada sector plantea su propio toma y daca de leyes. El Gobierno tiene una nueva oportunidad a partir de la mañana de hoy.

 Por Eduardo Tagliaferro

Debe haber pocos ejemplos tan claros para explicar la actual fragmentación política como la saga de negociaciones que se vivió ayer en el Congreso. En ningún momento de la extensa jornada el Gobierno pudo destrabar las distintas cuestiones que impidieron la realización de una de las últimas sesiones ordinarias. El obstáculo no fue solo la fuerte oposición del radicalismo: la interna peronista apareció con todas sus fuerzas. El menemismo puso todos sus reparos en la ley de acefalía, reclamada por la UCR, cuyo tratamiento fue diferido para hoy por el Senado (ver página 4). En ningún momento el número de presentes superó los 165, incluidos los menemistas. Si bien el quórum es de 129, el oficialismo no podía exponerse al desaire de no poder consagrar sus iniciativas. La sesión sigue hoy y habrá que ver si el oficialismo logra su objetivo.
“Yo no voy a pagar el costo político de que hoy no se pueda comenzar a sesionar”, dijo muy ofuscado el titular del cuerpo, el duhaldista Eduardo Camaño. A esa altura de la noche, la exclusiva preocupación del bonaerense parecía estar puesta en los titulares de los diarios de hoy. Desde primera hora de la mañana su despacho había sido el epicentro de casi todas las críticas y planteos. Sin embargo, luego de pelear en soledad para forzar el comienzo de la sesión, Camaño accedió al pedido de los radicales y los diputados del ARI de suspender las deliberaciones y comenzar hoy a partir de las 10 de la mañana.
A las 16, hora prevista para el comienzo, la mayor parte de periodistas y asesores que poblaban el Salón de los Pasos Perdidos se sorprendían por no ver aparecer a los jefes de bloque para la habitual reunión de labor parlamentaria en la que se define el plan de trabajo en el recinto.
Por entonces, los radicales aseguraban que no darían quórum hasta que no vieran la firma de Duhalde al pie del proyecto sobre las ejecuciones hipotecarias. En verdad esa no era la única preocupación de los legisladores de la UCR. Anteayer el titular del bloque radical, Horacio Pernasetti, había señalado a los periodistas: “Nosotros tendríamos que comenzar votando una nueva ley de acefalía”. Luego de ello se reunió con sus correligionarios en el Senado, donde un proyecto del chubutense Carlos Maestro tenía un avanzado trámite parlamentario.
Una vez que apareció el decreto presidencial el conflicto se centró precisamente en los proyectos de acefalía. Para los radicales pasó a convertirse en el requisito para sesionar. Aquí se desató la interna peronista. Según el pampeano Manuel Baladrón, el período de Fernando de la Rúa concluye el 10 de diciembre. Y así tendría que decirlo la convocatoria electoral. La preocupación de los menemistas es la posible impugnación de la candidatura presidencial de Carlos Menem (ver asimismo página 5).
“Todo está hecho con muy mala intención. El Gobierno quiere desgastarlo a Menem hasta que pueda encontrar un candidato propio para enfrentarlo”, dijo a Página/12, sin ocultar su enojo, la riojana Alejandra Oviedo. Además de evitar cualquier maniobra que impidiera a su jefe ser candidato, los menemistas se oponen a que se sancione una norma que “cualquier ciudadano pueda denunciar por anticonstitucional”.
Una hora después, Baladrón ingresó al despacho de Camaño intentando consensuar un texto escrito en el Senado por Eduardo Menem. El párrafo en cuestión determinaba que el 25 de mayo se daba por terminado el período constitucional. Esto despejaba los posibles cuestionamientos a la candidatura de Menem, pero agregaba incógnitas sobre el desdoblamiento electoral. “Que el Senado vote lo que quiera, mañana nosotros veremos qué hacemos”, aceptó un representante del menemismo luego de mucho discutir.
Despejado este escollo, surgieron las críticas del radicalismo a las declaraciones del secretario de Hacienda, Guillermo Nielsen, acerca de que el Gobierno vetaría las modificaciones que los senadores estaban prontos a aprobar. La impericia del funcionario fue la piedra que empujó a los radicales a retirarse de la reunión de labor parlamentaria. El ministro del Interior, Jorge Matzkin, apareció primero en el despacho del titular del Senado, el cordobés Juan Carlos Maqueda, y posteriormente en el de Camaño, intentando poner sobre la mesa todo su “oficio” para destrabar las negociaciones. No alcanzó eso, ni tampoco el enojo de Camaño. Hoy volverán a verse las caras. Primero el Gobierno intentará aprobar los proyectos menos conflictivos y posteriormente avanzar sobre el cronograma electoral y acefalía. Luego lo esperan 268 proyectos más. Tarea que, si están dispuestos a encarar, podría prolongar las sesiones hasta el sábado, último día de ordinarias. ¿Quién dijo que Duhalde está pasando un veranito?

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Alberto Natale, representante de los partidos provinciales, y Manuel Baladrón (PJ) hablan en un pasillo.
 
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