EL PAíS › PRIMERA JORNADA DEL JUICIO A MENENDEZ Y BUSSI EN TUCUMAN

Una vez más en el banquillo

Están acusados por los crímenes que se cometieron en la Jefatura de Policía tucumana. El ex jefe del Tercer Cuerpo de Ejército siguió la audiencia aislado en una sala especial por recomendación médica. Bussi llegó en ambulancia y con silla de ruedas.

Antonio Domingo Bussi trasladado en ambulancia y con silla de ruedas. Luciano Benjamín Menéndez, aislado en una sala por pedido de sus médicos. Alberto Luis Cattáneo descompensado en plena audiencia. Las imágenes de los ex jerarcas militares del norte argentino, síntesis de las tres décadas de impunidad transcurridas, formaron parte ayer del inicio del juicio por delitos de lesa humanidad en la Jefatura de Policía de Tucumán, que funcionó a apenas siete cuadras de la casa de gobierno. El ex comandante del Tercer Cuerpo de Ejército, que ya suma tres condenas a prisión perpetua, tendrá la oportunidad de leer hoy por séptima vez en tres años su apología del terrorismo de Estado.

El juicio oral y público por secuestros, torturas y homicidios en Jefatura, como la llaman los tucumanos, comenzó minutos después de las diez de la mañana. El edificio de Chacabuco y Crisóstomo Alvarez estuvo cercado por un fuerte despliegue de Gendarmería, con un centenar de efectivos. La lectura del requerimiento de elevación a juicio, que insumió toda la jornada, tuvo como música de fondo las voces de más de doscientos militantes de derechos humanos y de partidos de izquierda, que desde la calle exigían justicia y cárcel a los genocidas.

Menéndez, quien llegó el lunes a la noche desde Córdoba, fue ubicado en una sala especial del primer piso, desde la que siguió el desarrollo de la audiencia. “Se tomó la decisión de habilitar ese lugar por pedido de los médicos oficiales, quienes consideran que por su salud no puede compartir lugares donde hay mucha gente”, explicó el juez Carlos Jiménez Montilla, presidente del Tribunal Oral Federal de Tucumán que también integran Gabriel Casas y Josefina Curi.

Bussi llegó en ambulancia desde la residencia donde cumple su arresto domiciliario, en el country de Yerba Buena, y se movilizó en silla de ruedas con asistencia médica permanente. Quienes presenciaron hace un año y medio el juicio que culminó con su primera condena, por la desaparición del senador justicialista Guillermo Vargas Aignasse, lo vieron ayer con mejor porte. El único imputado que debió ser asistido, por una descompensación, fue el general retirado Cattáneo, ex segundo jefe de la Brigada de Infantería V que comandaba el ex gobernador tucumano.

La lectura de los requerimientos incluyó un detallado relato de la metodología utilizada por el Estado durante la última dictadura, para secuestrar a personas que luego eran torturadas en el centro clandestino que funcionó en la Jefatura de Policía, entre otros. Los fiscales sostuvieron que los imputados formaron parte de una asociación ilícita que operaba en todo el país. Si los jefes citados junto con el ex jefe de policía, coronel Albino Mario Zimmerman, tenían responsabilidad mediata sobre la amplia gama de delitos que allí se cometían, la acusación fiscal sindicó al ex comisario Roberto Albornoz como la persona que daba las órdenes a los grupos de tareas, que actuaban por lo general de noche. El “Tuerto” Albornoz era jefe del Servicio de Información Confidencial (SIC) de la policía provincial.

“La investigación prueba que hubo un plan sistemático llevado a cabo en forma conjunta por militares y policías, que ingresaban a los domicilios particulares sin orden judicial, y se llevaban a las víctimas a un centro clandestino de detención”, resaltó el abogado Emilio Guagnini, uno de los querellantes en la causa. Julia Vitar, abogada de H.I.J.O.S. regional Tucumán, resaltó que los grupos de tareas “violaban sistemáticamente los derechos humanos atacando a grupos de personas, actos que no pueden encuadrarse en una guerra, como ellos argumentan”.

Hoy concluirá la lectura de las acusaciones y los imputados podrán hacer uso de la palabra, en tanto a partir de mañana comenzarán a declarar los 114 testigos previstos. Al comienzo y al final de los tres juicios que afrontó como máximo responsable de la represión ilegal en once provincias argentinas, Menéndez leyó un texto para justificar su actuación. En la última oportunidad, además, terminó de aniquilar las pocas chances de supervivencia en su cargo del fugaz ministro de educación porteño Abel Posse. Hoy retomará la palabra.

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Menéndez tendrá hoy la posibilidad de hacer otra vez su apología del terrorismo de Estado.
Imagen: DyN
 
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