EL PAíS › EN PRO DIFIEREN SOBRE EL IMPACTO DEL CASO EN LA FIGURA DE MACRI

Divididos por la crisis

Entre los jóvenes macristas crece el descreimiento. Los más optimistas, en cambio, sostienen que aun en caso de que sea procesado por el espionaje ilegal, el jefe de Gobierno saldrá robustecido con vistas a las presidenciales del 2011.

 Por Gustavo Veiga

Sus partidarios presumen de una certeza convertida en proverbio. Esa voluntad que deviene de la tragedia, tal como la sintetizaba Nietzsche en su célebre frase: “Lo que no me mata, me fortalece”. Tal parece que ésta es la conclusión a la que arribaron en el PRO, pese a la zozobra que provoca en su propio jefe la causa de las escuchas. “Mauricio me transmitió mucha tranquilidad”, le confió una fuente de la cúpula macrista a Página/12. “El espacio le estaba reclamando que saliera a pegar”, comentó otra. La convicción de que el jefe de Gobierno porteño “se está comiendo un garrón” –como deslizan sus íntimos– quedó reflejada en su última conferencia de prensa, luego de la indagatoria a la que fuera sometido por el juez Norberto Oyarbide. Estrechó filas detrás de su figura, dejó paso al optimismo en cada comentario y subestimó las pruebas que presuntamente lo incriminan. Pero no todos piensan igual puertas adentro, en la fuerza que gobierna la ciudad. El descreimiento crece en la juventud del partido y los que defienden como talibán a Macri –ése es el término que utilizan los escépticos– consideran que, aun ante un eventual procesamiento, el líder saldrá robustecido con vistas a las presidenciales del 2011.

“Después de la declaración de Mauricio ante Oyarbide y de la conferencia de prensa hay más confianza en el grupo. Si él sale bien de ésta, quedará fortalecido. Las encuestas en Capital que se mandaron a hacer lo están favoreciendo”, argumentó un hombre clave en los pliegues del poder macrista. No piensa lo mismo un joven que militó en el PRO hasta hoy y que regresa al peronismo desde donde había llegado, encandilado hace años por el discurso del exitoso ex presidente de Boca. “Están quienes lo aman ciegamente y dicen que la causa de las escuchas es todo un invento, que fundamentalmente son la gente de Gabriela Michetti, Marcos Peña y Fernando De Andreis. Pero en la segunda línea de los radicales y peronistas PRO hay descreimiento, igual que en la Juventud. Un montón de pibes se están desilusionando.”

Como fuere, las dos visiones de un mismo momento político no disimulan la crisis, que no es precisamente una crisis de crecimiento. Cuando a los referentes de la fuerza se les recuerda la separación de Francisco de Narváez –quien tiene sus propias aspiraciones presidenciales–, todavía confían en su regreso. Se aferran a esta hipótesis por el diálogo frecuente que todavía cultivan Gustavo Ferrari, el alter ego del candidato nacido en Colombia, y José Torello, el presidente del PRO a nivel nacional y amigo del ingeniero. Esa es la vía por la cual el macrismo pretende llegar hacia el electorado peronista, sin el cual “no hay posibilidad de ganar las elecciones”, se confiesa un hombre que sólo obedece al jefe indagado.

La dura faena de construcción para procurar esa meta se le encomendó al misionero Humberto Schiavoni, un peronista que fue jefe de Gabinete de Ramón Puerta durante su fugaz presidencia. Si este abogado y empresario de la construcción y la madera llegó a ser el jefe de campaña es porque todos con quienes competía para ese puesto clave recibieron alguna objeción. Incluido Jorge Macri, el primo y líder del PRO bonaerense. Mientras tanto, Schiavoni continúa al frente de la estratégica Corporación Buenos Aires Sur, donde tiene la llave de atractivos negocios.

Escuchar o no escuchar

Los dos funcionarios de primera línea involucrados en la causa de las escuchas ilegales, Macri y su ministro de Justicia y Seguridad, Guillermo Montenegro, están convencidos de que Oyarbide los procesará. Este último, la voz más escuchada sobre el tema dentro del PRO por su condición de ex juez federal, asegura que ningún magistrado llama a indagatoria a un jefe de Gobierno para después dictarle un sobreseimiento. El líder del partido argumentó en demasía en cada oportunidad que se le concedió que sufría una persecución política ideada por Néstor Kirchner. Esa es la voluntad de “salir a pegar” que le rogaban en su propia tropa.

El frente de tormenta que se avecina para Macri, en este caso, supera la potencial circunstancia de su procesamiento en primera instancia o una campaña orquestada como le atribuye al ex presidente. Es que si la Sala 1 de la Cámara Federal que avaló a Oyarbide cuando Montenegro intentó apartarlo de la causa ratificara el eventual procesamiento entrarían a correr los plazos para un posible juicio político del jefe de Gobierno en la Legislatura. Con un fallo firme en su contra, podría abrirse esa instancia que requiere del voto de las dos terceras partes de los diputados porteños. Un desenlace semejante al que terminó con la destitución de Aníbal Ibarra –aunque por una razón bien distinta–, sepultaría las aspiraciones presidenciales del líder PRO.

Ese es el augurio que nadie quiere escuchar dentro del partido donde todavía se sueña con un aluvión de voluntades que vistan de color amarillo. Aun en esta coyuntura jurídica desfavorable, se escuchan comentarios optimistas. Si Macri es entronizado como víctima propicia de una conspiración para alejarlo del escenario de presidenciables, con o sin procesamiento, habrá dado el primer paso hacia su postulación. Eso creen y quieren hacer creer los más enfervorizados. Parece que hubieran leído la teoría sobre el superhombre que elaboró Nietzsche y que tantas polémicas suscitó en la historia del siglo XX.

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Los integrantes de la Juvetud PRO pasaron de la alegría al escepticismo.
Imagen: Guadalupe Lombardo
 
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