EL PAíS › CONFESION DE EDENOR EN FRANCIA:
RESULTADOS POSITIVOS AUN SIN SUBA DE TARIFAS

Plata hay, pero sólo aparece en París

Las autoridades de EdF defienden sus inversiones en Edenor: admiten que el negocio siguió siendo rentable a pesar de la crisis y, si hubo pérdidas con la devaluación, fue por la decisión errónea de la casa matriz de obligarla a endeudarse en el exterior.

 Por David Cufré

Enfrascados en un debate político muy distinto al que los ocupa en Argentina, los máximos responsables de Electricité de France (EdF), la empresa dueña de Edenor, expusieron en su propio país sus verdaderas ideas. Mientras aquí presionan por un aumento de tarifas con el argumento de que, si no se concreta, el servicio corre peligro, allí manifiestan todo lo contrario: afirman que las operaciones de la distribuidora siguen siendo rentables y se entusiasman con las perspectivas que ofrece el negocio. “La calidad y la continuidad del servicio (de Edenor) están aseguradas. El resultado de explotación de la empresa es positivo”, fue lo que reportó el director general de EdF, François Roussley, al declarar en París ante una comisión parlamentaria creada especialmente para evaluar la situación de la compañía. Otro funcionario refirió que si Edenor sufrió pérdidas el año pasado, fue responsabilidad de la casa matriz por la decisión de endeudar a la filial en dólares con créditos tomados en el exterior.
EdF es la proveedora eléctrica de Francia, un coloso estatal que acaba de quedar en el centro de la escena de ese país por la intención de un sector político importante de privatizarla. En su embestida, un grupo de legisladores de la derecha consiguió que el Congreso abra una investigación para juzgar el desempeño de la empresa. En particular, por sus inversiones en Edenor, supuestamente ruinosas. Por ese comité desfilan desde mayo pasado las autoridades de EdF. Y en su afán de neutralizar la avanzada de los conservadores, transparentaron su discurso y su visión sobre los redituables negocios que siguen haciendo en su filial del Sur.
El carácter revelador de esas declaraciones, a las que accedió Página/12, tiene un componente adicional, y es la sorprendente franqueza con que los directivos de EdF cuentan cómo tratan de ganarse el favor de los políticos en los países del tercer mundo. En el caso de Argentina, para conseguir un ajuste tarifario. Finalmente, otro elemento de gran interés es la confesión de esos ejecutivos de que difícilmente prosperen las denuncias de las privatizadas ante un tribunal internacional por la supuesta violación de contrato que cometió el Estado argentino, dejando al descubierto que se trata sólo de otro elemento de presión.
“Sobre Argentina se puede decir que tenemos una explotación bien estructurada y bien gestionada, no obstante el contexto político y económico de gran incertidumbre. Es un negocio que saca resultados de explotación positivos”, precisó Amadou Remi, auditor de cuentas de EdF. La descripción es bien distinta de la que hacen las privatizadas en Buenos Aires, donde todo parece deteriorarse, como si se hubiera entrado en una etapa de declive que terminará por perjudicar a los usuarios.
Edmond Alphandery, quien fue ministro de Economía francés entre 1993 y 1995 y presidente del Consejo de Administración de EdF entre ese último año y 1998, dio una explicación bien interesante sobre cómo son los negocios con los países del tercer mundo. Hablaba de Argentina, pero para ejemplificar, equiparó: “Países emergentes como Turquía, Tailandia o Brasil tienen fuerte potencial de desarrollo, pero en contrapartida sufren crisis recurrentes que hay que saber manejar. Hay que asegurar una gestión de riesgo por eventuales devaluaciones y cubrirse para cuando llegue la tormenta. Hay que asegurarse apoyo político suficiente, lo que ayuda mucho. Hay que diversificar el riesgo con personas que pueden ayudar a la empresa a pasar la crisis”.
Además de destacar la importancia de los buenos contactos políticos como punto clave del manual básico de las privatizadas, Alphandery entregó otra definición reveladora, buscando instruir a los congresistas de su país: “Las gestiones de crisis son complicadas, pero la experiencia demuestra que las grandes empresas siempre logran pasarlas. La prueba es que en general nunca se van, porque son inversiones rentables a largo plazo”.Todo un dato para el Gobierno, en este momento de renegociación de los contratos.
Otro ejecutivo que pasó por la comisión parlamentaria fue François Ailleret. En su exposición, recordó que “cuando compramos esta sociedad, Edenor, perdíamos unos 10 millones de dólares por año. El director general que vino de EdF cambió la situación de manera importante. Así llegamos a un resultado positivo de más de 10 millones de dólares por año en poco tiempo. Se trata de una sociedad que andaba muy bien, y lo que es más raro en la situación actual es que sigue andando muy bien, pues los clientes siguen pagando. La plata entra muy bien. Desgraciadamente son pesos que valen un tercio del valor inicial. Eso no es favorable para la salud financiera de la sociedad, pero la empresa no se ha caído. Profesionalmente anda bien”.
Edenor obtuvo una ganancia de 37,8 millones de pesos en el primer semestre del año, según informó la compañía hace tres semanas. Rouslley, el director general de EdF, también recordó que “el resultado de explotación de Edenor en 2002 fue positivo”. Ese año, sin embargo, la empresa mostró números en rojo, pero el auditor Remi señaló que “el resultado neto negativo no provino de la gestión operacional de esa filial, sino de la diferencia de cambio vinculada al modo de financiamiento de esa compañía que resulta de una decisión de gestión de la casa matriz”. Esa explicación es sustancial, puesto que queda claro que Edenor sigue obteniendo ganancias por distribuir energía eléctrica, y si el año pasado sufrió pérdidas fue por su endeudamiento en dólares con el exterior, lo que no puede achacarse a los argentinos. Como dijo Remi, fue “una decisión de gestión de la casa matriz”. Lo mismo ocurre con varias privatizadas.
A pesar de ello, EdF se presentó como querellante ante el Centro Internacional de Resolución de Controversias, un tribunal que funciona en Washington y que lo integran, entre otros organismos, el Banco Mundial, que además de juez es acreedor de algunas de las compañías denunciantes. Argentina se suscribió y aceptó su competencia durante el gobierno menemista.
A ese tribunal acudieron la mayoría de las privatizadas, que acusaron al estado argentino, como también lo hizo EdF, por supuesta violación de contrato, y reclamaron un resarcimiento descomunal, de 17 mil millones de dólares. Ni el Gobierno ni las empresas toman muy en serio esa denuncia, pues el conflicto se solucionará con la renegociación de los contratos. Sin embargo, las compañías agitan por algunos medios ese número para generar consenso en favor de un ajuste. No habría que tomarlos demasiado en cuenta, según reconoció Ailleret, uno de los funcionarios de EdF. En su testimonio, les comentó a los legisladores que “presentamos un recurso ante el Centro Internacional de Resolución de Controversias por una suma considerable, de 1200 millones de dólares, pero tenemos pocas esperanzas de cobrarla algún día”.
Roussley, por otra parte, explicó por qué le interesa a EdF estar en Argentina: “La industria eléctrica es de una gran sencillez. Funciona con la demografía. Sabemos que en los países europeos el consumo de electricidad aumenta de 1,5 a 2 por ciento por año, en América latina de 4 a 6 por ciento y en China de 8 a 12 por ciento”. Es decir, la explotación en esta zona del mundo presenta potencialidades de crecimiento y de rentabilidad elevadas.
El directivo también se entusiasmó porque “el número de facturas no pagadas en Edenor es inferior al 2 por ciento. Es una de las tasas más bajas de todas las empresas del grupo”. Y para terminar, sentenció, sin caretas y sin hablar de aumentos, que “la calidad y la continuidad del servicio están aseguradas”.

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