EL PAíS › PAGINA/12 ENTREVISTO AL EX PRESIDENTE DUHALDE

“En una escala de uno a diez a Kirchner le pongo once”

Distendido, de buen humor, se ríe hasta de sus lapsus. Duhalde luce creíble cuando dice no añorar el pasado. Elogia a su sucesor, le augura la reelección, minimiza la elección de Misiones. Propone tolerancia cero con el FMI y ajusta cuentas contra algunos funcionarios norteamericanos que lo trataron mal. Imagina el futuro de la UCR. Habla de Lula, de Chacho, de todo.

 Por Diego Schurman

El primer piso es un atolladero. Entran y salen periodistas, ex funcionarios y colaboradores. Los celulares aportan su ritmo a la música ambiental. Con tanto vértigo, las revistas de la sala de espera sacan título de adorno.
–Adelante, adelante –apura Carlos Ben. Y todo indica que no habrá demasiado tiempo para conversar.
Se entorna la puerta de la oficina. Y se asoma Luis Verdi.
–Vaaaaaaamooooooos –convoca con tono futbolero. A esa altura uno imagina a Eduardo Duhalde crispado, tapado de papeles, atendiendo tres llamadas simultáneas, y con televisores clavados en los canales de noticias. Pero no.
El político sin cargo más poderoso del país está cómodamente apoltronado en su sillón, con semblante de vacaciones, y tarareando –con las cejas al cielo– “olvida mi desdén; retorna, dulce bien, a nuestro amor, y volverá a florecer, nuestro querer, como aquella flor”, del tango “Remembranza”.
–Ahora soy escuchado –se jacta, sonriendo en complicidad con sus dos colaboradores. Y no habla de sus pretendidas dotes de cantor. Habla del poder, del que fue tejiendo hasta convertirse en un referente ineludible de la política.
–¿Qué es ser poderoso?
–No me gusta esa calificación. Es cierto que tengo muchos amigos en todos los ámbitos... que soy escuchado. Pero el poder yo lo relaciono con el ejercicio. Y el ejercicio lo tiene Kirchner, que va a cambiar la historia de este país. ¡Cómo me entusiasma Kirchner!
–¿Qué le entusiasma?
–La manera en que juega fuertemente en contra de un modelo económico intrínsecamente perverso, inmoral, que generó un empobrecimiento sin precedentes en toda América latina con la teoría del derrame y que lo único que hizo fue derramar plata para los sectores de privilegio.
–¿La quita del 75 por ciento de la deuda también lo entusiasma?
–Sí. Es una medida muuuuuuuy buena. Estoy totalmente de acuerdo. La Argentina no puede comprometerse a pagar un peso más de lo que puede. Creo que hay una corresponsabilidad del sistema bancario-financiero que engañaba a la gente. Quienes compraban bonos de países como el nuestro sabían qué riesgo debían asumir. Y la postura del Gobierno no debe ser una apenas para negociar sino que debe ser inflexible.
–Con usted, Roberto Lavagna aparecía como más componedor, hoy está más mimetizado con la dureza del actual Gobierno.
–Sí, efectivamente. Son tiempos. Pero recuerde que a mí me acusaban de “chantajear”. Todo el país estaba execrado por el mundo y sin embargo tenían el tupé –perdón por utilizar palabras de viejo– de decirme que extorsionábamos al Fondo porque no pagábamos y no aceptábamos las imposiciones. Y yo creía que había que terminar con la “obediencia indebida” que mostró el gobierno de De la Rúa.
–No me diga que es partidario de la “tolerancia cero” para el FMI.
–Sí, tolerancia cero para el FMI, desde ya.
–¿Cómo ve el cambio de relación con Estados Unidos? Parece que Kirchner se lleva mejor que usted...
–La política de Estado de Kirchner con Estados Unidos es realista. Cuando yo gobernaba, recién en los últimos meses, cuando fui a Davos surgió la posibilidad de hablar con el presidente de Estados Unidos y a mí ya no me interesaba. “Que hablen con el próximo presidente”, me dije. Estados Unidos fue muy insolente para con la Argentina. Pero no el presidente sino esos funcionarios de tercer orden.
–¿A quién se refiere?
–No se lo voy a decir. Pero taaaaaaaanta insolencia. Y el nuestro es un gran país que está pasando por un mal momento. Y fuimos objeto de frases hirientes. Y escuchando que la culpa de los males del país eran los políticos y una corrupción que apareció de golpe, cuando si bien huboparte de eso la realidad fue querernos hacer creer que había un modelo que en verdad ya no iba más.
–Siendo presidente no decía esto...
–...(Se ríe.)...¡¡¡Ahora estoy libre!!!
Club de Madrid
La oficina de Puerto Madero es pequeña. Sobria. Llama la atención la réplica en miniatura de un helicóptero. “Que no es un Sikorsky”, aclara Duhalde aludiendo a la marca de la nave que sacó a Fernando de la Rúa de la Casa Rosada. Hay muestras de autos de colección, debilidad de Tempone, uno de sus históricos colaboradores. Y una amplia ventana con vista al dique. El Río de la Plata será una foto repetida. El ex presidente se mudará en los próximos días a Montevideo, para presidir desde allí la comisión permanente del Mercosur.
–¿Qué ideas aportará al Mercosur como presidente de la Comisión Permanente?
–La idea es lograr la unidad latinoamericana. Y yo quiero afirmar eso, que es el mandato fundacional.
–Se habla de moneda única...
–...Sí, para más adelante. Una moneda de intercambio, con una emisión limitada para el comercio intrazona. Hay que armar el Parlamento, leyes comunitarias y después un tribunal comunitario. Todo eso hay que crear. Es el embrión para el desarrollo de la integración.
–¿Cuánto dificulta a la integración la reciente distancia que marcó Kirchner con Lula?
–Hubo algún enojo porque no hubo apoyo en el proceso de negociación con el Fondo. Pero es una cosa menor, que no pasa a la historia, como el enfrentamiento de Menem... (se da cuenta del furcio y ríe) ... ¡¡¡qué digo!!!... Perdón, va de nuevo: del enfrentamiento de Kirchner con el vicepresidente. Son peleas mediáticas que en dos semanas pasan.
–Dicen que se va a sumar al denominado Club de Madrid.
–Sí, es verdad. ¿Cómo se enteró? No importa: en noviembre me incorporo. Es un grupo de ex presidentes que desarrollan programas de Naciones Unidas, que tienen que ver con la conformación de partidos políticos en Latinoamérica. Y eso tiene que ver con el análisis del parlamentarismo para los países presidencialistas. Pero todavía no me dieron el carnet de socio (se ríe). Soy como Groucho Marx “no estoy dispuesto a entrar a un club que me acepte como socio” (se vuelve a festejar, exultante). En el club están todos los ex, como Felipe González, está Clinton, Gorbachov. Hombres que estuvieron en el poder.
–Hablando de poder, hay quienes dicen que usted es una suerte de “presidente en las sombras”.
–No. Cuando me voy, me voy. Yo nunca más pisé la intendencia de Lomas ni la gobernación de Buenos Aires. Ahora, si me preguntan, opino.
–Lo veo más enamorado a used con el proyecto Kirchner que a algunos legisladores.
–Supongo que mis amigos legisladores me van a hacer caso aunque no estén entusiasmados (se ríe, cómplice).
–¿Pero no está sobreactuada esta comunión con Kirchner?
–Sí. A veces siento la necesidad de sobreactuar porque si no empiezan a inventar cosas al divino botón. Y la gente no quiere eso. Y hay que convencerla de que es la única oportunidad que tenemos si no se quiere volver a diciembre del 2001.
–¿Sigue pensando que la Argentina está condenada al éxito?
–Adapté una frase de un filósofo brasileño contemporáneo, que transmite optimismo. Y sí, con Kirchner la Argentina está condenada al éxito.
–Igual, ¿podría marcar alguna diferencia con el Presidente?
–Yo me diferencié con el tema militar. Yo no hubiese hecho lo que él hizo, pero al final él tuvo razón. Yo hubiese dedicado toda mi fuerza a convencer de que necesitamos poner en marcha un proceso productivo.
–¿Cree que Bendini dijo que hay “grupos israelíes” con intención de invadir la Patagonia?
–(Piensa.) Nnnnno. Sé que es una opinión bastante generalizada entre los militares. Pero cuando el Gobierno hizo la investigación si hubiese pasado algo se hubiese sabido. Le creo a Bendini. Le creo al Gobierno.
Once puntos
No hay una imagen de Chiche Duhalde a la vista. Y sorprende. Pero indefectiblemente aparece en la conversación. Cuenta que su mujer no se sentía bien. Y que probablemente no lo acompañe al viaje que emprenderá en horas a Misiones, para apoyar la candidatura de su amigo Ramón Puerta.
–Usted dijo que Kirchner es un rebelde de sana rebeldía. Al retacear su apoyo a Carlos Rovira, a quien apoya el Presidente, ¿no es usted el que asume ese papel?
–¿Yo rebelde? ¿Sabe por qué Kirchner está con Rovira? Por culpa mía. Porque yo lo convencí a Puerta que dejara actuar a Rovira. Rovira no quería porque decía que, como la provincia era menemista, lo querían sacar del medio. Esa es la verdad histórica. Puerta se portó bien. Yo me fui hasta Misiones, siendo presidente, para que no jugara con Menem y que por lo menos al gobernador lo dejara jugar.
–Pero no me diga que le da igual que gane Rovira, y que a lo sumo perderá un asado con Kirchner. No se lo creo. Algún costo político tendrá.
–A Néstor y a mí ni nos va ni nos viene. Si los medios quieren hacer su festín, que lo hagan.
–Kirchner fue muy duro con Puerta.
–No sé por qué. Puerta y Rovira son socios desde muy jóvenes. Son del mismo pueblo, Apóstoles.
–Lo escuché hablar de transversalidad, algo raro para un hombre que se ha sabido valer del aparato justicialista.
–Lo que es malo es cuando la estructura pretende valerse de clientelismo, que para mí es intolerable y que por el empobrecimiento de los últimos años se fue extendiendo.
–Bien, usted ahora reniega de las estructuras que tanto lo beneficiaron.
–Es que los partidos así como están no sirven. La gente selecciona más un candidato que un partido.
–Kirchner llegó donde llegó gracias al aparto bonaerense.
–Pero llegó porque los dirigentes bonaerenses comulgaron con su gente. Pero fíjese en Tigre, o Morón, donde Sabbatella le ganó al PJ. Ahí la estructura del PJ no sirvió. ¿Acaso no nos ganó la Alianza en el ‘97 en diputados nacionales? Hay una creencia sobre “el aparato” que es falsa.
–Por mayo usted se imaginaba a López Murphy o Carrió como referentes de la oposición a Kirchner. ¿Hoy piensa lo mismo?
–Creo que la UCR es la que se va a recuperar. Tiene buenos gobernadores e intendentes. Me parece que la cara de la nueva UCR podría ser Rozas, que tiene el 75 por ciento de imagen positiva en una provincia pobre. El gobernador saliente de Mendoza tiene una persona destacada.
–¿Los ministros duhaldistas tienen un plazo fijo en el Gobierno?
–Sí, diciembre. Kirchner habló de una transición hasta diciembre.
–Entonces se van Aníbal Fernández, Pampuro...
–...antes que siga le digo que Kirchner no es muy partidario de los cambios de gabinete. En su provincia tuvo ministros por largo tiempo.
–A Pampuro no se lo ve muy cómodo.
–Pampuro va a hacer lo que diga Kirchner, no yo.
–¿Y Lavagna?
–Kirchner dijo que lo iba a tener hasta el 2007. Y Kirchner no es de hablar por hablar.
–¿Lo ve a Chacho Alvarez en algún cargo de este gobierno?
–En un país donde la honestidad no prima creo que ésa es una razón suficiente para actuar en la vida política del país.
–Llegamos casi al final y no hablamos de Menem.
–Ufff. Es la cara del fracaso en la Argentina.
–¿Cómo se ve en relación con el Gobierno?
–Como un auxiliar de la conducción de Kirchner. ¿Qué es un auxiliar? “Mirá, Eduardo, ¿por qué no me apurás el tema tal?” “Mira, che, ¿qué te parece este hombre?” Eso.
–¿Se postulará para senador?
–No estoy entusiasmado.
–Si a Kirchner le va bien tendría que ser reelecto.
–Obvio, es lo que hace el PJ en todos lados.
–Y si le va mal, ¿quién lo sucede? ¿Otro peronista?
–No le va a ir mal. Igual el PJ tiene muchos candidatos, Reutemann, De la Sota, Fellner, hay una cantidad...
–¿Qué puntaje le pone a la gestión de Kirchner?
Se debe analizar la línea general, los detalles no. Porque si no, en vez de diez le pondría once puntos.

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