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Un cafecinho para subir la temperatura con Lula

La relación venía distante. Colaboradores de Kirchner escucharon una crítica a Lula por supuesto exceso de táctica. Ayer Kirchner no lo escuchó en la ONU pero Lula igual lo abrazó. Y hoy se ven.

 Por Sergio Moreno

“¡Alô campeao! ¿Cómo é que va?” El grito, casi exultante, con una sonrisa en los labios, fue emitido por el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva. Quien lo miraba un tanto asombrado pero, rápido de reflejos, sin mostrar sorpresa, era Néstor Kirchner. Ambos se abrazaron. El gesto, coronado con el acuerdo de beberse un café para hablar a solas, hoy a las 10 de la mañana hora local, sirvió para suavizar la tensión generada por el mandatario argentino que, estando en Nueva York, se pegó el faltazo a la apertura de la Asamblea General de la ONU y evitó escuchar a su “parceiro” brasileño. Hoy podrá distenderse un poco más esa relación en la que ambos presidentes, de ser socios estratégicos, se han mostrado los dientes, cada uno a su manera, en los últimos dos meses.
Kirchner estaba sentado en uno de los sillones que pueblan el edificio de la ONU, conversando algunas cuestiones de agenda con el canciller Rafael Bielsa. También lo acompañaba el embajador en Washington, José Octavio Bordón. De pronto, camino al almuerzo que ofrecía Kofi Annan a los presidentes, lunch en el cual también Kirchner participaría (y donde recibió las felicitaciones de George Bush), pasó Lula con su canciller, Celso Amorim, y varios colaboradores, uno de los cuales le indicó al brasileño que allí, en un sillón, estaba Kirchner. Lula no dudó. Fue hacia el asiento con los brazos abiertos, como el Redentor del Corcovado, y lanzó aquello de campeao. “Juntémonos, tenemos muchas cosas para charlar”, avanzó el presidente de Brasil. Kirchner aceptó, de buen talante. Ambos quedaron que sería hoy, fuera del edificio de la ONU, tan impersonal, tan poco acogedor para calmar tensiones. Bielsa recibió, más tarde, de boca del propio Lula, la sugerencia de las diez de la mañana. Anoche, cuando esta edición se cerraba, ambos presidentes participaban del agasajo que brindaba George W. Bush y fijaban el lugar del encuentro.
Un encuentro que estará precedido por una serie de desencuentros:
- Tras la primera vuelta electoral de las elecciones presidenciales, Kirchner viajó a Brasilia (fue la primera vez que pisó Brasil) para reunirse con Lula. Había declamado en su campaña que la relación con Brasil sería de alianza estratégica, de socio y compañero político para, además de revitalizar el alicaído Mercosur, enfrentar a los poderosos de la tierra en condiciones menos desventajosas.
- Lula participó de la asunción del patagónico a la Presidencia, dijo que si hubiese ganado carlos Menem no hubiera ido a Buenos Aires y fue una de las estrellas de aquella jornada de mayo.
- Poco tiempo después, en la cumbre de mandatarios de países progresistas convocada en Londres por el primer ministro británico Tony Blair, en un desayuno conjunto, Kirchner chicaneó a Lula por el acuerdo, a su saber desventajoso, que había firmado con el FMI. “Seguí así, cada día te parecés más a Menem”, golpeó el patagónico, irónico e hiriente, convencido de que el acuerdo de marras traería una recesión al Brasil que podría impactar negativamente en la Argentina.
- Después ocurrió que, en medio de la negociación con el FMI, varios mandatarios extranjeros no sólo se solidarizaron con la Argentina, sino que hablaron con Bush para promover un pronto acuerdo entre el organismo y Buenos Aires. Tales fueron los casos del chileno Ricardo Lagos y del mexicano Vicente Fox. Lula no fue de la partida. Kirchner quedó convencido de que “se borró mal”, como reveló un alto funcionario. Llegó a decirle en esos días al gobernador pampeano Rubén Marín: “Con Brasil siempre fue igual; cuando tiene que jugar, se borra”.
La tensión fue creciendo. Kirchner se sintió defraudado. El canciller Bielsa también. Tanto que, en oportunidad de realizarse hace un mes una cumbre en Perú, su par brasileño Celso Amorím lo invitó a viajar con él en su avión y Bielsa prefirió irse por las suyas. La anécdota vale comoejemplo de las turbulencias que, amén de los esfuerzos de un sector pro Estados Unidos que existe en la diplomacia argentina, se generaron en el areópago del Poder Ejecutivo.
“Lula, como todos los sindicalistas, tiene buena táctica. Vamos a ver si tiene estrategia. Yo tengo estrategia y sé cuál es el rumbo; la táctica la aplico según se den las circunstancias.” La frase, dura, pertenece a Kirchner. Sus laderos la conocen, se la han escuchado decir.
Ayer el Presidente decidió quedarse en el hotel, “a descansar y a repasar el discurso”, según justificaron funcionarios del gobierno argentino, en vez de asistir a la inauguración de la Asamblea General. “No pudo llegar por el caos de tránsito”, había dicho antes el canciller Bielsa. “No tomen esto como un gesto hacia Lula; es sólo otra muestra del estilo K”, comentó otro diplomático, misterioso. Todos los funcionarios que tuvieron oportunidad trataron de minimizar el faltazo de Kirchner.
Lula sorprendió con un discurso excelente, donde al único país que nombró expresamente fue a la Argentina. “Nos movemos más allá de nuestra historia y geografía para crear un único sentido de hermandad y asociación. En ese contexto, nuestra relación con Argentina sigue siendo crucial”, dijo ante un hemiciclo atestado de presidentes y jefes de gobierno como Bush, José María Aznar, Jacques Chirac y Gerhard Schröder.
El canciller Bielsa destacó la frase del brasileño, y otras dos referidas a la necesidad de reconstruir el multilateralismo del organismo y a la necesidad de justicia social para acabar con la pobreza universal..
No obstante, una fuente diplomática que solicitó anonimato marcó del discurso de Lula la invocación de Brasil a contar con una banca para sí en el Consejo de la Seguridad de la ONU, posición de la que la Argentina discrepa y contraoferta una banca para la región que sea rotada por los integrantes de América latina.
Más aplomado que el anterior, otro alto integrante del servicio exterior argentino intentaba quitar dramatismo a la tensión entre ambos países. “Va a ser siempre así –la relación bilateral– y nos tenemos que acostumbrar”, dijo.
Pero no todo es tirantez. Segundas líneas del gobierno argentino han hecho llegar a sus pares brasileros la propuesta de mantener una banca conjunta en los períodos transitorios que le tocan a ambos países en el Consejo de Seguridad. La propuesta se concretará mañana entre ambos cancilleres. Brasil la aceptará. También ambas diplomacias trabajan en un acuerdo denominado “Consenso de Buenos Aires” que podría firmarse cuando Lula visita la Argentina, entre el 16 y 17 de octubre próximos.
El cafecinho de hoy no será uno más. Con suerte, la tristeza tendrá fim.

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Uno de los abrazos históricos, de cuando la relación estratégica no tenía nubarrones.
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