EL PAíS › ENTREVISTA A GUILLERMO NIELSEN, PRECANDIDATO A JEFE DE GOBIERNO POR EL FRENTE RENOVADOR

“Voy a endeudar mucho a la Ciudad”

El economista massista critica al PRO y propone tomar deuda para infraestructura. Además, advierte sobre los extranjeros que usan hospitales públicos.

 Por Werner Pertot

Las oficinas de Guillermo Nielsen en Retiro tienen una decoración minimalista. Apenas unos cuadros y algunas fotos de él vestido para jugar al polo adornan el lugar donde trabaja el ex secretario de Hacienda y actual precandidato a jefe de Gobierno del Frente Renovador. “Voy a endeudar mucho a la Ciudad”, promete Nielsen en diálogo con Página/12, y enseguida aclara que será para grandes obras de infraestructura. “La mitad del endeudamiento del PRO se usó para gastos corrientes”, cuestionó.

–¿Le costó instalar que usted es el candidato de Massa?

–Parte importante de la cartelería nos muestra a los dos juntos. En una parte de la Ciudad, Massa tiene arrastre. Y algo pequeño tengo por mi mismo, por mi trayectoria de economista, por la reestructuración de la deuda. Más que eso, me preocupa que no tuve tiempo de instalación.

–Eso tiene que ver con que usted no fue la primera opción...

–Estuvo lo de Tomás Bulat. Cuando se cae Bulat, empiezan las insinuaciones de que tenía que ser yo. Pero en paralelo le dimos varias vueltas a lo de Pino Solanas. Bulat era un economista mediático y yo, lo contrario: soy conocido para el grupo socioeconómico que se dedica a seguir temas de economía. Es un grupo pequeño. Es mi primera campaña.

–Los candidatos de Massa perdieron en Santa Fe y Salta. En Mendoza no lo dejaron ir a festejar. ¿Usted le piensa dar una alegría?

–Las alegrías son relativas. Estoy en un territorio hostil al conurbanismo, que es la esencia del massismo. Estamos tratando de armar una propuesta que tenga sex appeal para el votante porteño.

–Hay sectores del Frente Renovador que dicen que Massa debe bajarse.

–Yo pienso que él tiene que seguir, porque creo que es el más político de los tres candidatos de punta. Un tipo con capacidad política muchas veces tuerce trayectorias de cosas que se creían irreversibles.

–Fue a una guardia de un hospital y no consiguió turno. ¿Cómo resolvería la situación de la salud?

–Fuimos al Santojanni. Vimos cosas que estaban bien y cosas que se podían mejorar. Lo que hay es un desajuste entre oferta y demanda de algunas especialidades. Hay faltante de anestesistas, por ejemplo.

–En el PRO, suelen decir que el problema son los bonaerenses...

–Nosotros estamos proponiendo prioridad a los vecinos en la atención de los turnos hospitalarios y en las vacantes en las escuelas. Te encontrás en situaciones en las que el vecino de la Ciudad, que es el que paga el ABL, se ve desplazado por una demanda que viene del conurbano o incluso viene de países limítrofes. Tenemos una comunidad boliviana importante en Liniers, que trae parientes desde Bolivia que se atienden en los hospitales públicos. Lo mismo pasa con la comunidad paraguaya. Esto es un problema. Por eso, insistimos: tiene que haber prioridad para los vecinos.

–Al comienzo de la gestión PRO, el ministro Jorge Lemus propuso eso y generó una polémica...

–Yo voy a decir las cosas que pienso. No estoy acá haciendo marketing político o siendo políticamente correcto. Acá hay un problema de financiamiento: ¿vamos a llegar a un acuerdo con la provincia para que se paguen los servicios médicos que se le da a la provincia o no? ¿Qué hacemos con los extranjeros? Lo normal en Europa es que te facturen.

–¿Qué haría con la deuda externa porteña?

–No me preocupa. Yo voy a endeudar mucho a la Ciudad, porque voy a hacer las obras públicas de infraestructura urbana para el próximo siglo y medio. Completar la red de subtes, playas de estacionamiento. Me imagino una General Paz de dos pisos. Nos vamos a endeudar con organismos internacionales de crédito y fondos de inversión. Que nadie se horrorice. La mitad del endeudamiento actual se usó para afrontar gastos corrientes. Eso es un error.

–También propone bajar los impuestos. ¿Cómo financiaría el bache?

–Gastando menos y mejor. Por ejemplo, bajar el gasto publicitario, que es vergonzoso y antidemocrático.

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Imagen: Pablo Piovano
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