EL PAíS › OPINION

Algo más que justicia

Por Eduardo Lucita*

Después de 22 largos meses de ocupar, resistir, producir y volver a resistir, las trabajadoras de Brukman triunfaron. No lograron su propósito de origen, pero sí mucho más de lo que les ofrecieran diversos funcionarios y lo que querían los patrones. Este triunfo es resultado de su actitud consecuente e inquebrantable, también de la solidaridad y está llamado a jugar un papel en los debates políticos venideros.
Sin embargo hoy, desde distintas trincheras políticas, se señala que esto se podía haber logrado mucho antes...; que no era necesaria tanta lucha, tanto esfuerzo, tanto sacrificio bajo el sol, el frío y la lluvia; tanta represión..., todo por una ultrada de los de siempre, si bastaba con haber aceptado la cooperativa desde el vamos...
Y en parte es cierto, porque la cooperativa en sí misma no implica hacerle concesiones al mercado, pero dogmatismos, sectarismos varios, estériles principismos hubo por doquier. En alguna ocasión intenté explicarles a algunas trabajadoras que el control obrero es para un momento de alza revolucionaria de la lucha de clases, que se trata de un doble poder que dura poco tiempo, luego la crisis se resuelve para uno u otro lado. Que el 19 y 20 de diciembre fueron un punto de inflexión, pero que, más allá de caracterizaciones sobredimensionadas y hasta delirantes, no estuvo en juego el poder real de la sociedad, no obstante la profunda crisis del capitalismo local, que aún persiste.
Pero esto no puede ocultar, como se intenta hacerlo, el verdadero aporte de la lucha de Brukman y también de Zanon. Porque ellos con la persistencia de su acción nos trajeron la experiencia histórica del movimiento obrero internacional: el debate cooperativismo, control obrero, autogestión, que ha ayudado a elevar la conciencia y la comprensión acerca de lo que verdaderamente está en juego.
Porque ¿qué es lo que explica tamaño ensañamiento del capital y de su Estado? ¿Tanto kilombo por 58 trabajadoras? ¿Por qué cuando se habla de “las recuperadas” surge más que emblemáticamente la mención a Brukman?
Es que lo que está en juego es si la lucha es por reformas que no son asimilables por el capital o por aquellas que finalmente son reintegrables por el sistema –¿será necesario recordar que la cooperativa cuanto más éxito tiene más capitalista se vuelve?– Y esto, el poder lo sabe.
Estoy seguro de que las trabajadoras de Brukman, como muchos otros, no caerán en las desviaciones y deformaciones que, bajo la presión del mercado y la ley del valor –malgré Toni Negri– caen muchas cooperativas (diferenciales salariales, estratificación interna, productividades y ritmos de autoexplotación, ausencia de democracia interna...).
El debate, a pesar de las disputas y los injustos enfrentamientos internos que los trabajadores no se merecen, ha elevado la comprensión sobre sus propias acciones. Y éste es el verdadero valor del conflicto, que transciende la justa lucha por las fuentes de trabajo.
Las trabajadoras sin patrón han ingresado a la riquísima historia de nuestro movimiento obrero por la puerta grande, permanecerán allí como testigos de conciencia, para nosotros y las próximas generaciones, de que su lucha, nuestra lucha, es por algo más que un acto de legítima justicia.
Que así sea.

* EDI-Economistas de Izquierda. Revista Cuadernos del Sur.

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