EL PAíS › PRESIDENTE SALIENTE DE LA CORTE SUPREMA, CARLOS FAYT

“Hubo fallos luminosos en la Corte”

Cumplió veinte años en la Corte como Enrique Petracchi y Augusto Belluscio. No parece dispuesto a irse. Fayt dice que no avaló los fallos más polémicos de apoyo al menemismo y pugna por volver
a cinco miembros.

 Por Irina Hauser

Nadie, o casi nadie, se va del despacho de Carlos Fayt sin un libro suyo de regalo. Hay un armario misterioso, de madera antigua y lustrada, del que brotan ejemplares infinitos. Sus anteojos distraen. Tiene cristales gruesos, amarronados, con unos pequeños surcos verticales que aportan aumento. Sus ojos se ven chiquitos cuando los restriega. Ayer, a los 85 años, cumplió veinte en el máximo tribunal y lo primero que hizo al entrar al Palacio de Justicia fue defender en voz alta las resoluciones dictadas durante ese período. “Fueron fallos luminosos”, dijo. Al hablar con Página/12, sin embargo, se jactó de no haber apoyado las decisiones más polémicas de la etapa menemista. En la última década, acusa, “se abrumó a la Corte con finalidades políticas”.
Si todavía Fayt sigue en el tribunal, que presidirá hasta fin de mes, es gracias a un fallo de sus propios compañeros que invalidaron una cláusula constitucional que fijaba la edad de jubilación en 75 años. Siempre mostró habilidad por ir y venir de la minoría a la mayoría y viceversa. Ahora, cuando dice que se retira el año próximo nadie le cree. Es un hombre coqueto, camina de acá para allá acariciando la solapa de su traje de terminaciones prolijas, pero se reserva un timbre estruendoso para llamar a su secretaria. Es una máquina de hablar. Un estratega –según quienes lo conocen– para impedir el diálogo. “Soy un hombre que tiene las manos limpias y vacías”, asegura este viejo socialista. “No le debo nada a ningún presidente.” El juicio político latente, sugiere, no le inquieta.
–¿A qué “fallos luminosos” se refería cuando hablaba de estos 20 años? –le preguntó este diario.
–El que permite el control de constitucionalidad de oficio, algo que ni tiene la Corte norteamericana, otros que introdujeron el derecho a la información, además de la real malicia en defensa de los periodistas pero también el derecho a réplica. La Corte decidió la condena a los ex comandantes, no fue la Cámara como cree la gente. No habría divorcio vincular si yo no hubiera dado el tercer voto que lo estableció.
–En el menemismo, sin embargo, la Corte dictó fallos que permitieron las privatizaciones, castigaron a la prensa, luego habilitó la libertad de Carlos Menem, entre otras cosas. ¿Defiende aquellas decisiones?
–En la que privatizó Aerolíneas yo fui el único disidente, señalando que era una verdadera desgracia, que la República se arrepentiría y que el per saltum no estaba permitido. La libertad de Menem no la dispuso la Corte directamente, sino la de Yoma. Yo estaba en el quirófano, igual no hubiera firmado. En las cuestiones de apoyo a Menem yo no intervine.
–Usted redactó el fallo que avaló el Plan Bónex, por citar otro caso de la época menemista que a usted le concierne.
–El país se venía abajo y ese fallo lo salvó. En ese momento significó 6000 millones de dólares para el país.
–¿Sigue respaldando la actuación de la Corte en la causa por el atentado a la embajada de Israel?
–Hemos hecho lo humanamente posible, lo digo en mi libro. Hemos pedido la captura de un terrorista. Evidentemente no era tan fácil esclarecerlo.
–¿Existió una mayoría automática?
–No puedo ser juez de mis pares. A los jueces los elige el pueblo de modo indirecto, al elegir presidente y legisladores. Duran lo que su buena conducta. En cuanto a mí, he servido a la República sin servirme de ella. Pude jubilarme cuando se fue (Jorge) Bacqué, me quedé por amor al país.
–Pero para que usted se pudiera quedar, sus propios compañeros de la Corte, sin excusarse, declararon inconstitucional la Constitución.
–Se anuló una cláusula que estaba mal incluida en la Constitución, que fue inventada. Cuando el Congreso dispone la necesidad de reforma, dictan una ley estipulando qué puntos se pueden reformar y cuáles no. Nada se dijo sobre la jubilación de los jueces de la Corte.
–Cuando fue ampliada la Corte de cinco a nueve miembros, usted decidió quedarse. ¿Cómo interpretó aquella medida de Menem?
–Fue un error tremendo, se lentificó toda la tarea. La Corte debe tener cinco miembros. Y no debe resolver más de 200 casos por año. La Corte fue abrumada con finalidades políticas. Hubo tres cosas que no debieron hacerse: sumar integrantes, quitarle facultades disciplinarias así como el manejo administrativo y dárselos al Consejo de la Magistratura. También retrasa todo que el procurador general deba dictaminar antes de cada fallo. La Corte se convirtió en lugar donde se enviaban cosas con las que el Gobierno no quería cumplir, como los pagos jubilatorios.
–¿Por qué la Corte no se pronunció sobre el corralón y la pesificación?
–Porque el tribunal está desintegrado. Somos siete (Eugenio) Za- ffaroni acaba de entrar. En el 2002, cuando la Corte estaba completa, el Gobierno no quería que se resolviera y empezó con los juicios políticos. En los casos Smith y San Luis defendimos el derecho de propiedad, ahora deberíamos fijar pautas de devolución aún no tenemos mayoría.
–¿Por qué usted recién a fines de año pasado, cuando se estaba por firmar un fallo redolarizado, dijo que tenía 200 mil dólares acorralados?
–Mis colegas lo sabían de mucho antes, y no me había excusado porque lo tenía en un banco oficial, el Nación, y por eso debía intervenir. Luego me excusé por delicadeza ante el escándalo, que armaron deliberadamente.
–Usted apoyó en los ‘80 la constitucionalidad de las leyes de obediencia debida y punto final ¿Cambiará esa postura?
–No sé qué haré, ni lo diría. Ni sé qué hará la Corte, pero es claro que ha modificado sus criterios en su historia. Esto habrá que resolverlo porque el país lo necesita. El tribunal apunta a la búsqueda de la verdad.
–¿Por qué recién ahora publicitan sus fallos y dan acceso a causas?
–Siempre fue algo público, es un error creer lo contrario.
–¿Cuándo se irá de la Corte?
–Pensaba irme el 30 de abril, pero me parece que va a ser después. Quiero terminar algunos temas que me interesan. No tengo Parkinson ni demencia, escribo libros, puedo saber lo que me dicen y lo que me ocultan.
–¿Eso se lo dedica al ex presidente Duhalde que lo mandó a jubilarse?
–Duhalde fue alumno mío. Lo que dijo fue una opinión personal.

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El presidente de la Corte Suprema de Justicia, Carlos Fayt, y sus veinte años en el tribunal.
 
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