EL PAíS

“Hay fuegos de artificio para generar titulares”

Eduardo Macaluse, jefe de los diputados del ARI, da por superada la bronca por el pase de Ocaña al PAMI, pero mantiene las duras críticas de su partido hacia el Gobierno.

 Por Felipe Yapur

El descanso y el sopor que provoca unas descansadas vacaciones en la costa atlántica fue abruptamente cortado cuando Eduardo Macaluse, jefe del bloque de diputados del ARI, se enteró de la designación de Graciela Ocaña al frente del PAMI. La primera reacción fue cuestionar la decisión del presidente Néstor Kirchner. La consideró “una jugada para fracturar la oposición”. Ahora, sin la urgencia de los primeros días, el legislador sostiene que lo de Ocaña “ya fue” y hasta le desea éxito. Eso sí, considera que el error de su compañera está enmarcado en una lectura equivocada que hace el centroizquierda de la Ley de la Gravedad: “Se piensa que si nos tiramos del sexto piso flotamos porque somos honestos. Y no es así, porque es más importante la construcción política que la buena voluntad de una sola persona”.
–Cuando se conoció la designación de Ocaña, usted dijo que esto significaba un duro golpe para la oposición en general y para el ARI en particular porque se pretendía desarticularla.
–No creo que haya sido fuerte, lo que está claro es que hubo una intención de hacerlo, pero creo que el asunto ya pasó. Graciela tomó una decisión y no creo que haya que hacer un escándalo por ello. Ojalá que tenga suerte en su gestión. Además, fue una jugada a dos bandas, porque se terminó hablando de la designación y no se evaluó la gestión de (Juan) González Gaviola, que fue un fracaso.
–Pero ese día, usted y otros integrantes de su fuerza se quejaron porque estaban frente a un intento del Gobierno de anular o romper la oposición.
–No sé si quisieron romperla, pero es claro que el Gobierno se siente molesto cuando la oposición no es justicialista, sino que viene del otro lado. Hubo sí un intento por desarticularla, pero acá el tema de fondo es que en el caso PAMI se trata de una institución que está bajo la órbita de un gobierno que llegó al poder aliado con sectores que se nutrieron de las prácticas clientelísticas que les permiten generar una institución como esta obra social. Entonces, esto no se resuelve con designar a una persona como Graciela cuando Kirchner mantiene intacta su alianza con el duhaldismo.
–Sin duda han bajado bastante el tono de la crítica. ¿Acaso ya no le reclaman la renuncia a la banca?
–Bueno, es una decisión que ella debe tomar. En el ARI hay criterios éticos que les reclamamos a todos los partidos políticos y que dicen que legislador que ocupa un cargo en el Ejecutivo debe renunciar porque no puede pertenecer a dos poderes. Y esto debe funcionar a pleno con todos los diputados, sea del partido que fuere. De todas maneras, no pretendemos entrar en el tema si la banca es del ARI o del diputado. Esa es una discusión bizantina. Si Graciela se iba al bloque del PJ no le hubiéramos dicho nada. Es una cuestión que hace a la función de la Cámara, porque pretendemos que estén todos los legisladores que la componen.
–Si el caso Ocaña está superado, pero que a todas luces representa una advertencia, entonces ¿cómo hace el ARI para diferenciarse del Gobierno, que enarbola banderas similares a las de ustedes y que provoca estas migraciones?
–En primer lugar creo que debemos continuar trabajando en el marco de las dos coordenadas que definió el partido. Esto es, la distribución del ingreso y el respeto a la división de poderes. Y en ellas están nuestras diferencias principales con el Gobierno. Si se toma el Presupuesto 2004 se puede ver que no está prevista una modificación en la distribución del ingreso y, por el tenor de las leyes que remiten al Congreso, está claro que tampoco hay un marcado respeto a la división de poderes. Por eso nos oponemos a las iniciativas del Ejecutivo. Pero ojo, si bien somos oposición tampoco rechazamos cualquier cosa y algunas las apoyamos, como fue la nulidad de las leyes de impunidad, el juicio político a la Corte e incluso el respeto por nuestra soberanía frente al intento de inmiscuirse en nuestros asuntos por parte de Estados Unidos. El problema está en que, más allá de estos temas, el Gobierno en el Presupuesto mantiene congelados los salarios de los estatales y les otorga una compensación de miles de millones de pesos a los bancos. Así, la matriz financiera y de exacción que casi hundió al país se mantiene intacta, haciendo imposible avanzar en una democracia de mayor calidad.
–Gatopardismo que le dicen.
–Bueno, no tan así. En realidad se trata de fuegos de artificio para generar grandes titulares en los diarios. En la política concreta no se avanza. Y esto es lo que a Kirchner le molesta de (Elisa) Carrió, porque es una persona con credibilidad que señala estas contradicciones entre lo que se publicita y lo que realmente se hace.
–Sin embargo, de un tiempo a esta parte Carrió se llamó a silencio.
–No quiso magnificar lo que sucedió con Ocaña. Además, ella tiene momentos en lo que sale, habla y después se corre. Es una táctica de siempre. No es una simple opinadora. Sale cuando necesita señalar una definición y lo último que dijo fue un anuncio de lo que se podía venir. Ella sabía que se iba a tentar a gente nuestra. Por ello convocamos al congreso del partido para tomar una definición al respecto y nuestro rechazo a la designación de Graciela no es una cuestión personal, es política, porque siempre nos opusimos al modelo de prestación en el PAMI, siempre nos opusimos a las intervenciones y, más allá de la figura que encontraron para redactar el decreto, Ocaña es una interventora.
–Usted quiere decir una interventora que fue cooptada por la hegemonía kirchnerista que denunció Carrió desde el primer día de gobierno.
–En realidad no tenemos una vacuna para evitar estas cooptaciones. Un partido alternativo no crece juntando dirigentes de todos lados sino en la sociedad. Es necesario aceptar que lo que estamos llevando adelante es una disputa cultural y para eso tenemos que tener paciencia, convicción y coherencia en los actos. Este es un camino más duro y no un atajo. A todo aquel que prefirió el atajo le fue mal. Y en esta disputa puede haber compañeros que se entusiasmen con las encuestas y las propuestas. El ARI está abierto pare entrar o salir pero tiene reglas. No es un regimiento pero tampoco un club.
–Usted habla de construcción, pero su partido parece resignado a ser exclusivamente parlamentario e intransigente. ¿Esto cómo se entiende, cuando el ARI peleó por ser gobierno?
–Mire, la salida de Carrió del Congreso da cuenta de que no es sólo un partido parlamentario. El ARI pretende influir en agenda política en la próxima década, que incluirá la distribución del ingreso y la implementación de políticas públicas universales. Es una agenda de calidad democrática y de la división de poderes.
–¿Y eso cómo se aplica, cómo se pone en funcionamiento?
–Por un lado con propuestas parlamentarias y también con un fuerte debate en la sociedad. Es una disputa ideológica. Se realizará a través de los medios, en organizaciones que expresan la necesidad de la sociedad. Es por eso que la escuela de formación que pondremos en funcionamiento no estará dedicada sólo a cuadros del ARI, sino que también estará abierta a la comunidad y Carrió será la cabeza de ese instituto de formación. En el aspecto parlamentario nos planteamos transformar legislativamente las propuestas con funcionamiento federal y con presencia concreta en las provincias.
–Eso es interesante, pero cómo se logra si enfrente suyo tiene una especie de muralla china que representan los 130 legisladores del PJ más los kirchneristas no peronistas e incluso los radicales.
–Tendremos que apoyarnos en la fuerza de la opinión pública. Así se logró el juicio político a la Corte y la anulación de las leyes de impunidad. Tampoco hay que descuidar los acuerdos estratégicos con legisladores, como es el caso de Miguel Bonasso, con quien tenemos algunas coincidencias que ya se expresaron en el recinto. No hay que desesperarse. Hay que tener paciencia.

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Macaluse critica en particular que no se redistribuya la renta y sí se compense a los bancos.
 
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