EL PAíS › EL GOBIERNO ASEGURA QUE “HIZO
PREVALECER LOS INTERESES ARGENTINOS” ANTE EL FMI

Pago con sensación oficial de alivio

El Gobierno pagó su vencimiento de 3100 millones ante el acuerdo con el Fondo, que se conocerá hoy oficialmente. La evaluación oficiosa es que lo peor del año ya pasó, que la discusión de las metas fiscales será dura, que también será dura la pelea con los bonistas y que la Argentina consiguió ponerle límites al Fondo Monetario.

 Por Martín Granovsky

El Gobierno evaluaba anoche como un buen resultado el acuerdo alcanzado con el Fondo Monetario Internacional y el pago de los 3100 millones de dólares que vencían ayer. Pero todos los funcionarios consultados por Página/12 insistieron en que la pulseada con el Fondo, los tenedores de bonos y el grupo de los siete países más ricos, el G-7, será permanente y durísima. En esa perspectiva, uno de ellos relató que a Kirchner se lo veía satisfecho después del acuerdo y citó dos frases de autoría presidencial. La primera: “Esto no es fútbol, pero la Argentina no estaba acostumbrada a la discusión dura y nosotros la dimos”. Y la segunda, más personal, como si Kirchner hablara de un oficio en el que lleva diez meses: “La verdad es que cada vez me siento más seguro gobernando”.
Kirchner continuó ayer con su comité de crisis para la deuda. Reunió en Olivos, temprano, al jefe de Gabinete Alberto Fernández, al ministro de Economía Roberto Lavagna, al secretario de Legal y Técnica Carlos Zanini y a la senadora Cristina Kirchner.
–¿Durmió, Presidente? –preguntaron a Kirchner.
La respuesta llegó con una sonrisa:
–Yo siempre duermo.
–Siempre sí. Pero, ¿también esta noche?
–También –dijo Kirchner–. La propuesta que hice en Dubai, del 75 por ciento de quita para los bonos, es seria y es cumplible.
La primera conversación decisiva del día la mantuvieron Lavagna y Krueger. Ante el último borrador, y cuando ya las dos partes habían pactado un acuerdo que incluía el pago de los 3100 millones de dólares por parte de la Argentina, Krueger anunció:
–Ahora voy a consultar al G-7.
Mientras Krueger se comunicaba con los Estados Unidos, Francia, Alemania, Japón, el Reino Unido, Italia y Canadá, Kirchner hizo una primera evaluación ante sus colaboradores.
–Si el acuerdo sale como va hasta ahora, me doy por satisfecho –confió–. No resignamos nada y seguimos hacia adelante. Habrá nuevas discusiones, pero en el medio la Argentina sigue ganando tiempo, creciendo y fortaleciéndose.
En ese proceso no incluyó solo los índices de reactivación sino un dato de política exterior.
–El tándem con Brasil hay que consolidarlo –dijo cuando aún no estaba arreglada la conversación que mantendría después con Luiz Inácio Lula da Silva, con quien se verá el martes que viene en Río de Janeiro.
A la una y media, hora argentina, llegó la respuesta.
–El G-7 está de acuerdo –informó la directora a cargo del Fondo.
En ese momento Lavagna pasó el teléfono a Kirchner, que escuchó el mensaje, ya más formal, de Krueger.
–Estoy muy contenta con el acuerdo, porque la decisión del Fondo es ayudar a la Argentina –dijo.
Kirchner resumió de este modo su posición:
- Dijo que la Argentina “está trabajando con seriedad”.
- Aclaró que “la firmeza no está reñida con ese espíritu serio”.
- Insistió en que los organismos multilaterales debían colaborar con la Argentina y comprender qué experiencia vivía el país.
Al final del diálogo, Krueger dijo que enviaría una carta personal a Kirchner y que hoy el Fondo redactaría su comunicado.
La carta efectivamente llegó ayer mismo. Tiene un contenido general. Krueger se manifiesta satisfecha por el acuerdo alcanzado y dice que recomendará al directorio ejecutivo del Fondo la aprobación de las metas argentinas en la reunión del 22 de este mes.
“El trato de Krueger fue cordial”, dijo un funcionario, y agregó que el diálogo duró media hora.
El Gobierno evitó hacer cualquier anuncio oficial, porque ése había sido el compromiso con el Fondo hasta hoy. El jefe de Gabinete solo aceptó decir a Página/12 que el Gobierno “está muy satisfecho, el acuerdo es muy razonable y pudimos hacer prevalecer nuestros intereses”.
Según la información oficiosa del Gobierno, que ahora habrá que cotejar con el documento del FMI, la letra fina del esquema acordado incluye cuatro elementos. En los cuatro el Gobierno piensa que los reclamos eran duros y el resultado final conveniente para la Argentina.
Un punto es el arreglo con los tenedores de bonos. Un negociador lo resumió así: “Ellos querían que no se cerrara ningún trato con los tenedores de bonos antes de septiembre de este año. Con eso, les serviría para usar la negociación con los bonistas en el momento de discutir el superávit fiscal argentino del 2005, que debería definirse justamente en septiembre. Pero nosotros hicimos público que no aceptaríamos relacionar una cosa con la otra y lo aceptaron”.
Otro punto es la permanencia de los bancos que asesoran a la Argentina en el canje de la deuda. “Pidieron que la Argentina se comprometa a retenerlos incluso en caso de conflicto. Nosotros no queríamos. ¿Qué pasaría si Merrill Lynch aconseja una quita de la deuda del 50 por ciento y dice que con otra cifra deja el comité asesor? Al final el acuerdo mantendrá el contrato original, de nueve meses prorrogables por otros tres. Los bancos seguirán mientras cumplan. Si no, no.” Los otros dos asesores son el Barclays y la Unión de Bancos Suizos.
El tercer punto es el que la jerga de los negociadores llama “umbral mínimo de aceptabilidad”. El Fondo quería que, para que el acuerdo con los bonistas se considere aceptado, lo firme el 80 por ciento de los bonistas. “Quedó que la Argentina determinará, con el asesoramiento de los bancos que participan del canje, un umbral de aceptación razonable.” El razonamiento oficioso se completa así: “En la contratación de los asesores hay un honorario fijado si la propuesta es aceptada por el 50 por ciento, otro honorario si la franja es del 50 al 66 y otro más si logran el 100 por ciento. Quiere decir que el umbral probable que ellos mismos manejan es el del medio”.
El cuarto punto que quería el Fondo es que el comité global de acreedores, que integran entre otros Nicholas Stock y Adam Lerrick, tuviera preferencia en el trato. Según los negociadores argentinos, “serán tratados igual que los 21 restantes que ya tenemos identificados”.
El acuerdo dejó vía libre al decreto que, entre otras cosas, conservará la jurisdicción extranjera para cualquier diferendo con los bancos asesores (ver estas mismas páginas).
“La justicia globalizada que es buena cuando se extradita a un represor también rige en estos casos y es inexorable la prórroga de la sede”, dijo uno de los negociadores. “Igual, cuando uno firma un contrato es para cumplirlo; no cumplirlo es una situación excepcional”, afirmó.
–¿La Argentina no estará peor para la negociación que viene, cuando ya no tendrá la capacidad de daño que representa no pagar 3100 millones de dólares sino solo 300? –preguntó Página/12 a otro de los negociadores.
–Nosotros lo vemos exactamente a la inversa. Pasamos el nivel de riesgo mayor. Y lo pasamos porque si entrábamos en default, los tenedores de bonos quedarían mucho peor que hoy. Esa era una de nuestras cartas fuertes. Ellos perdieron la chance de apretar en el momento más difícil.
–A la vez, los tenedores consiguieron como lobbyistas al G-7 y al Fondo.
–Sí, ése es el marco de discusión de la quita y el superávit. Y no lo minimizamos, pero tampoco vamos a entrar en pánico.

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Roberto Lavagna, integrante del pequeño comité de deuda que asesoró a Kirchner.
 
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