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La historia negra de la comisaría que no actuó en el caso Blumberg

Un muchacho que estaba sentado frente a su casa fue baleado en medio de una persecución policial. Para evitar su responsabilidad, en la 2ª de Moreno lo acusaron de ser uno de los ladrones. Las otras perlas que acumula la comisaría ahora intervenida.

 Por Horacio Cecchi

La misma comisaría de Villa Trujuy envuelta en el escándalo del caso Blumberg ya había intervenido en otros encubrimientos. Página/12 tuvo acceso a uno de ellos. Un patrullero de Villa Trujuy, durante una persecución de un auto con delincuentes y rehenes, hirió a Flavio Ortega, vecino de Las Catonas. Flavio fue al hospital local a curarse. Allí se encontró con la rehén que había sido rescatada y conversó con ella. Después fue llevado a declarar a la 2ª de Moreno (Villa Trujuy). Pero cuando los bonaerenses comprendieron que Ortega los responsabilizaba por la herida, cambiaron los tantos: de víctima pasó a acusado de integrar la banda, pese a que la rehén no lo había reconocido. La prueba que usaron en su contra es que calzaba zapatillas semejantes a las que usaba uno de los ladrones. La fiscalía que mantuvo preso a Ortega es la misma que ahora investiga si los policías de Villa Trujuy no atendieron las llamadas por el caso de Axel.
La calurosa tarde del 6 de enero de 2003 encontró a Flavio, de 23 años, en la puerta de su casa, en el Complejo Las Catonas, 3º piso del monoblock 406. Con él estaba su madre, María del Valle Castel, y un matrimonio del mismo edificio con su hija. Al menos una docena de vecinos presenció y confirmó la versión de Flavio y lo que había ocurrido.
Aquel 6 de enero, alrededor de las cinco de la tarde, cuatro jóvenes armados entraron en la casa de Jorge Coronel, un vecino de Villa Trujuy. Con Coronel se encontraba su amigo, Héctor Pombo. Ambos fueron obligados a tirarse al piso, mientras la banda desvalijaba la casa. Coronel y Pombo sólo reconocieron a uno de los asaltantes, que llevaba barba candado.
Consumado el robo, la banda escapó para caer minutos más tarde en la casa de Ramona Ocampos, también de Villa Trujuy. Ramona vive con su marido, Roberto Báez, y sus tres hijos, dos mujeres (R., de 13 años, y M. de 10) y un varón (E., de 8). La banda se coló en la casa cuando Roberto estacionaba su VW Polo. El primero en entrar fue el barbado, que los obligó a tirarse al piso. Desde ese lugar, Ramona observó que uno de los asaltantes vestía zapatillas blancas, con la marca Nike en rojo.
La banda se dedicó a robar todo lo que encontró, pero los problemas reales empezaron cuando llegó un patrullero de la 2ª de Moreno o de Villa Trujuy. Los delincuentes, con Ramona y sus dos hijos menores (M. y E.) como escudo, salieron de la casa y se metieron en el Renault Clio en el que habían llegado. El Clio salió perseguido por dos patrulleros de la 2ª de Moreno. El raid siguió por la ruta 23, y pasando el arroyo Las Catonas en dirección a San Miguel dobló a la derecha, por la calle principal del Complejo.
Al doblar, según varios testimonios, se escucharon disparos. Correspondían a los delincuentes, obviamente hacia sus perseguidores (hacia atrás), y de los policías, no tan obviamente hacia sus perseguidos (pero sí hacia delante). Los vecinos declararon haber visto la escena y a un policía asomado desde uno de los patrulleros apuntando con su arma. A unos 150 metros de la curva, hacia adelante según el sentido del raid, se encuentra el edificio 406 donde el mentado Flavio, su madre y vecinos intentaban paliar el calor. Una bala policial hirió en la espalda a uno de los delincuentes, Alfredo Vega, según relató en la causa Ramona. Una munición de Itaka hirió a Flavio en uno de sus tobillos.
Enseguida, la caravana pasó por la puerta y siguió hasta doblar al fondo de la calle, hacia la izquierda, para terminar a más de 200 metros del edificio de Flavio. Allí, los delincuentes bajaron con sus tres rehenes. Dos de los asaltantes lograron desaparecer. El de barba candado, Norberto Romano, fue detenido, igual que Vega. A Vega lo llevaron al hospital público Luciano de la Vega, igual que a Ramona y a su hija M. que había sido herida por una esquirla en el pie en el momento de bajar.
Es decir que en el hospital coincidieron Ramona, su hija, Vega y un policía que resultó herido. Unos quince minutos después llegaba Flavio, que había recibido las primeras curaciones en la casa de una vecina. Vestía igual que como había estado vestido esa tarde, incluyendo las zapatillas clave. Ramona inmediatamente reconoció a Vega como uno de los asaltantes. En cambio, cuando llegaron Flavio y sus zapatillas, comenzó a charlar con él sobre las peripecias comunes que habían vivido.
Durante la noche, Flavio fue llevado a declarar como víctima de un disparo. Allí pisó por primera vez la comisaría de Villa Trujuy. También declararon Ramona, Coronel y Pombo, con quienes estuvo incluso conversando. Cuando los uniformados comprendieron que la declaración de Flavio los apuntaba como responsables, dieron vuelta la torta. Flavio de víctima pasó a ser cómplice de Romano y Vega. De ese modo, resolvían dos problemas: uno, que fue herido como delincuente; el otro, que sólo quedaba un prófugo. Se realizó una rueda de reconocimientos, pese a que previamente Coronel y Ramona habían conversado con Flavio, lo que transforma en nula la prueba. Sin embargo, no hubo precisión para acusarlo. Pero quedó detenido por una prueba que para los de la 2ª de Moreno resultaba clave: las zapatillas.
El caso quedó a cargo de la fiscalía 6 de Mercedes. Su titular es Pablo Merola. Su adjunto, Adrián Landini. Landini ahora es quien investiga si los policías de Villa Trujuy desatendieron las llamadas de los vecinos por el caso Blumberg. Preguntado por periodistas, Landini dijo que “por ahora no está fehacientemente comprobada” la desatención policial, pese a que Asuntos Internos de la Bonaerense lo había confirmado cinco días antes. Landini dio por probada la versión policial: los patrulleros no dispararon durante el raid; sólo lo hicieron cuando los rehenes no corrían peligro.
Pero el auto de los delincuentes era un colador. Si la policía no tiró hasta que todos bajaron del auto, ¿para qué tiraron contra un vehículo vacío? Ramona declaró que Vega fue herido en el trayecto. Durante siete meses la fiscalía rechazó testimonios de al menos una decena de vecinos. Entre ellos, un empleado de la misma empresa de Flavio, que fue testigo de cuando banda y rehenes bajaron del auto. El empleado dijo que entre los cuatro prófugos no se encontraba Flavio. En su trabajo, Flavio transportaba sumas importantes de dinero. La empresa le mantuvo el puesto.
Flavio quedó preso el 6 de enero. A mediados de noviembre fue el único de los tres detenidos beneficiado con la detención domiciliaria. Si estuvo dentro del auto, no corresponde el beneficio, salvo que todo el caso esté dado vuelta. Pero entonces, habría que empezar a sospechar de la comisaría de Villa Trujuy. Y la historia indica que es insospechable.

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Tras la intervención, los vecinos llenaron de denuncias la comisaría a la que antes no iban.
 
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